Vuestra alegría es vuestra tristeza...
Podríamos deducir que en Halloween ensalzamos la muerte. Que, con cierta sabiduría, aceptamos su oscuridad y perdonamos, o intentamos olvidar, su naturaleza atroz e inmisericorde, su implacable inevitabilidad.
Miles de urbanitas siguen celebrando, todavía, lo mismo que los celtas hace 3.000 años: el Samhain, final del verano en gaélico. Entonces festejaban el fin de la cosecha y los albores de la estación oscura, el inicio del año nuevo. Creían que durante el tránsito de la luz a la oscuridad el abismo entre el mundo de los vivos y el de los muertos se reducía enormemente... Siglos, iglesia católica, migración irlandesa y colonización cultural estadounidense mediante, esos rituales se transformaron en el Halloween que conocemos...
Y aunque han cambiado muchas cosas, lo intrigante de esta fiesta atávica permanece: qué se exhibe y qué se esconde, de qué distraen todos los alardes y cuáles son las carencias de cualquier ostentación.
El subcomandante Marcos le explicó a Vázquez Montalbán -al describir su pasamontañas, al alejarlo de un disfraz vulgar, si es que alguno lo fue- que:
Aplicando esta máxima, podríamos deducir que en Halloween ensalzamos la muerte. Que, con cierta sabiduría, aceptamos su oscuridad y perdonamos, o intentamos olvidar, su naturaleza atroz e inmisericorde, su implacable inevitabilidad.
O podríamos creer, por el contrario, que es una burla, que es la celebración del carácter palpitante de la vida, de la luz, del azar y la certeza de saber que, tras la estación más oscura, el hielo sucumbirá a la primavera...
Quizás Yibrán Jalil Yibrán alumbre con su aforismo el secreto, y es esa voluntad de huída hacia adelante, ese esfuerzo por apoyarse sobre el agua para superar las olas, sin importar su contundencia, lo que marca la diferencia entre la emoción y el antifaz, entre la persona y el personaje o el maquillaje y la piel, lo que separa la carne y del hueso.
Tomé estas fotografías de madrugada, en ese decorado que son Las Ramblas, mientras un grupo de seres vivos buscaba diversión disfrazándose de muertos más o menos vivientes. Frente a las contradicciones cotidianas, como ante una imagen, a veces resulta complicado discernir entre el espejismo y lo tangible.... Y es casi imposible, o extremadamente fácil, descubrir la esencia de lo humano en la farsa, la dolorosa verdad que subyace en la mentira, la redención que siempre acompaña a la verdad.
Cuántas máscaras nos cubran, si pretenden simular o ilusionar, o ejercen de camuflaje o de coraza, es absolutamente irrelevante. Una motivación y una súplica laten siempre bajo todos los disfraces, aunque no siempre logren emerger. Así lo siente el alma de Idea Vilariño:
[ Fotografías: durante la madrugada de Halloween, la noche del 31 de octubre al 1 de noviembre, en Las Ramblas y la Plaza Real de Barcelona. ]
[ Palabras: de la entrevista que sostuvo el subcomandante Marcos con Manuel Vázquez Montalbán, publicada en Marcos, el Señor de los espejos. Las de Yibrán Jalil Yibrán son un fragmento de El profeta, de su capítulo Sobre la alegría y el dolor. Que naciera en Bisharri, un reducto maronita del hospitalario y sufriente Líbano, y escribiera un texto espiritual alejado de dogmatismos religiosos, sólo puede ser consecuencia ineludible o milagro. El poema es de la deslumbrante y dolorosa Idea Vilariño. ]
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