¿Por qué Klopp es el entrenador ideal para el Barça?
Klopp es el candidato ideal para entroncar con el juego culé. Volvería la presión, la voracidad, la cultura del esfuerzo y no se perdería la relación con el balón, simplemente se ganarían revoluciones. Una apuesta segura, fiable y sobre todo ganadora.
Los rumores no cesan y Jürgen Klopp (Stuttgart, Alemania; 1967) se acerca cada día más a Can Barça. Hay culés que dudan de la idoneidad de su fichaje -no por sus méritos, de sobra demostrados- sino por la propuesta futbolística que representa, que para algunos dista mucho de la esencia del juego azulgrana, de la manoseada palabra estilo. Ahí radica el quid de la cuestión, cómo de alejado está su libreto de la idiosincrasia azulgrana.
La temporada pasada, cuando las bajas no le esquilmaron el equipo, el Borussia jugaba de una forma más sosegada, triangulando, buscando llegar a la portería contraria asociándose, mediante paredes, con Gundogan como eje de un engranaje casi perfecto, singular y con un patrón de juego muy definido. Sobre esos principios edificó un equipo que alcanzó la final de la Champions y que ganó dos veces la Bundesliga, además de una Copa de Alemania y una Supercopa. Pero este año las bajas por diferentes lesiones le han martirizado -el citado Gundogan no ha jugado en todo el año- y sumado a la marcha de Götze, a Klopp le ha tocado improvisar una nueva forma de jugar, más directa, más vertical, sin tanta pausa; igual de atractiva para el espectador.
Eso es lo que deja ciertas dudas a los aficionados más fundamentalistas, quienes parecen olvidar que no florecen en la Masía Xavis e Iniestas cada lustro... ¡Ni siquiera cada década! Aferrarse al estilo sería un error de bulto, porque Klopp no es Cruyff, ni tampoco Guardiola, pero no es precisamente Simeone, quien también suena con fuerza para dirigir al Barça y que sí ha renunciado manifiestamente a la tenencia del cuero. Klopp se puede adaptar porque nunca ha renegado de la pelota si no es por circunstancias coyunturales.
Klopp es un tipo irreverente, efusivo, competitivo, buen gestor de vestuarios y con carácter suficiente como para no casarse con nadie. Se acabarían las alineaciones por decreto y jugar por tener un estatus labrado a lo largo de las últimas campañas (las más exitosas de la historia del club, por cierto). Las vacas sagradas de la caseta temblarían y ese estruendo que lleva consigo sería el aire fresco que necesitaría la institución para volver a ser grande. Se ha comprobado esta temporada que no se puede entrenar a estos jugadores desde la admiración, como ha hecho Martino.
Quizás la tarea más ardua y fatigosa sería renovar un vestuario atiborrado de títulos y que no juega ya para trascender. Pero no se trataría de echar solo unas capas de maquillaje y algunos retoques con photoshop. Se requiere bisturí. Traer jugadores de su corte y al mismo tiempo un perfil que no desentone en Can Barça. Ya se vio en la última etapa de Guardiola (ubicando a Cesc de falso 9 y proclamando que el equipo debía evolucionar porque cada vez era más difícil ganar con ese estilo tan retórico y poco profundo a veces); con Tito durante la mitad de la temporada que estuvo al mando; y con los experimentos del Tata.
Klopp es el candidato ideal para entroncar con el juego culé. Volvería la presión, la voracidad, la cultura del esfuerzo y no se perdería la relación con el balón, simplemente se ganarían revoluciones. Una apuesta segura, fiable y sobre todo ganadora. Está en la mano del Barça no dejar pasar esta oportunidad.