Resultados sintomáticos, pero no concluyentes
Los resultados de las Elecciones Europeas 2014 han sido calificados de revolucionarios, de vuelco en la política, de final de un ciclo e inicio de otro. Llamo a la prudencia. Desde la perspectiva europea, se trata de resultados muy preocupantes si se tiene en cuenta la polarización.
Los resultados de las Elecciones Europeas 2014 han sido calificados de revolucionarios, de vuelco en la política, de final de un ciclo e inicio de otro. Llamo a la prudencia. Desde la perspectiva europea, se trata de resultados muy preocupantes si se tiene en cuenta la polarización de distintos territorios y, por ende, del conjunto de la sociedad política europea. Por un lado, la importante voz que tendrán los partidos anti-europeos, tanto de derecha (Francia, Austria, Dinamarca) como de izquierda (Grecia, España) que es algo muy distinto a los euro-escépticos. Se ha institucionalizado una política contra la UE desde la propia UE. Será interesante cómo se gestiona esto y, sobre todo, es el momento del gran salto cualitativo del proyecto europeo. Una de esas situaciones de histéresis, a partir de la que se puede caer o se puede producir un gran avance en el proyecto. En cuanto a la política europea concreta, del día a día, el bloque que puede denominarse moderado, formado por conservadores y socialdemocrátas, gozará de una amplísima mayoría en el nuevo Parlamento Europeo. Sin embargo, a partir de ahora se fiscalizarán más sus decisiones.
No cabe duda de que los resultados manifiestan un importante malestar con la situación europea o, lo que es lo mismo, con cómo se está gestionando la crisis económica desde Bruselas o Estrasburgo. Unas respuestas políticas a la situación económica que, además, obligatoriamente han de generar descontentos en uno u otro lado, ya que son decisiones que implican -latente o expresamente- una redistribución de los esfuerzos y los recursos. Decisiones que alegran en el norte, desagradan en el sur; decisiones que son rechazadas y bloqueadas en el norte, pueden constituir la esperanza para los ciudadanos del sur. Es difícil tomar una decisión que contente a todos y, al contrario, parece sencillo que cualquiera sea recibida con distancias, críticas y resistencia desde todos los rincones. Ahora bien, también empieza el tiempo de pensar hasta qué grado se es europeo, se está dispuesto a ser europeo, con sus ventajas y sus costes.
Desde la perspectiva local o nacional, los resultados también son síntoma del descontento con la política. Algo que se viene manifestando en el espacio público desde hace casi un lustro: síntomas de desconfianza con la política y las instituciones políticas, síntomas de gran distanciamiento con las élites políticas, síntomas de agotamiento de un sistema político -la monarquía bipartidista- que como todo sistema: nace, crece, intenta reproducirse ampliadamente, se agota y termina colapsando. No obstante, afirmar con ello que se está al final de algo, como puede ser el mismo colapso del bipartidismo, tal vez sea mucho decir. Habrá que esperar a analizar detenidamente los resultados electorales, los resultados que den las distintas encuestas post-electorales y, sobre todo, los acontecimientos políticos que tendrán un lugar de aquí a final de año.
Resultado sintomático en el que surgen nuevas propuestas, como el partido Podemos, que son fruto del descontento general. Resultado sorprendente porque no lo recogían las encuestas, como sí estaban anunciando cierto agotamiento del bipartidismo. Así, en los últimos barómetros políticos del Centro de Investigaciones Sociológicas, si se observaba el voto que directamente manifestaban los consultados, se veía que la cosecha de los dos grandes partidos no alcanzaba el 50%. Este mismo blog ha señalado algunas veces este síntoma.
Sin embargo, los sondeos preelectorales no captaron el avance de Podemos. Es precisamente aquí donde cabe ser más prudente y menos conclusivo en la proyección que se haga hacia el futuro. Tal vez sea el momento de las hipótesis, a la espera de más material empírico. Entre ellas, que esta formación política se ha alimentado de ciudadanos que se venían absteniendo en las últimas convocatorias; y, junto a esta especulación, la de que quienes fundamentalmente se abstuvieron en esta convocatoria europea han sido anteriores votantes del PP y del PSOE.
Una de las recetas más tradicionales en la cocina de las encuestas consiste en atribuir a los que dicen que no van a votar su voto en anteriores convocatorias. Un procedimiento que es recomendable renovar y, sobre todo, aquilatar en momentos de cambio e incertidumbre, como el actual. De esta manera, Podemos, que carecía de registros anteriores porque ésta era su primera convocatoria, no recibía ninguna atribución de quienes se declaraban abstencionistas. Sin embargo, PP y PSOE sí que recibieron sus dosis de abstencionistas, bajo el supuesto -discutible hoy más que nunca- de una tendencia a la fidelidad de voto.
¿Qué ocurrirá en las próximas elecciones autonómicas, locales o generales? No hay bolas mágicas y depende mucho de la gestión de la política en los meses venideros; pero uno de los potenciales supuestos es que los abstencionistas venidos de los dos grandes partidos pueden volver al redil del bipartidismo. Será el momento de constatar la capacidad de supervivencia del sistema político presente en España durante los últimos treinta años. Antes, de cara a la proyección futura de esos resultados electorales, el momento de renovar la cocina de los sondeos pre-electorales.