El espejo cóncavo de la conferencia política
El PSOE se ha situado en el centro en todos los debates políticos recientes. Entre mercado y política, plantea más política frente al mercado. Pero ¿cuánto más de política? En el debate de las pensiones, hay que reformar; pero ¿cuánto menos hay que reformar? En política territorial, ni centralismo, ni independentismo pues plantea una vía intermedia a la que denominan federalismo. El centro. Una especie de vacío. De silencio. Donde ha estado ubicado el PSOE durante estos tres o cuatro últimos años.
Una conferencia política de un partido político tan importante para la democracia española como el PSOE es una oportunidad para el propio partido; pero, también, para el conjunto de la sociedad. El partido verá cómo los focos de los medios de comunicación se ponen sobre su organización y sus líderes, con la inevitable tendencia a que la actualidad, el presente más inmediato, impida ver el fondo. Sin embargo, la oportunidad para la sociedad se encuentra en las proyecciones a largo plazo y en las reflexiones que pueden considerarse profundas. Al fin y al cabo, en esta reunión de los dirigentes socialistas podrá verse una propuesta de sociedad, el cómo ésta es dibujada en su presente y, sobre todo, en su futuro. Puede que no guste el dibujo, que ni siquiera se esté de acuerdo con él. Pero ha de agradecerse el esfuerzo en momentos en que siquiera perfilar cómo será el día de mañana parece un ejercicio visionario.
Si en lugar de la reflexión general sobre la relación entre sociedad y estado, entre los distintos agentes sociales, entre política y mercado, entre individuo y sociedad, entre hombres y mujeres o entre dominantes y dominados, la conferencia queda en la actualmente anecdótica lucha por quién se pone al frente del barco, la conferencia política será un fracaso. Ya sé que un partido político es una máquina de poder. Está hecha para alcanzar el poder, empezando por su organización. Pero precisamente ha de utilizar la conferencia política para poner entre paréntesis tal lógica y plantear finalidades a ese poder: ¿un poder para qué? ¿qué es lo que se quiere cambiar? ¿qué es lo que se quiere mantener? ¿un poder para qué sociedad?
Son demasiadas las incógnitas que tiene la sociedad española como para que la cosa quede en qué nombres ocupan los puestos relevantes y quienes han de marcharse. Buena parte de la sociedad española, como muestran continuamente los barómetros del Centro de Investigaciones Sociológicas, se muestra en el centro-izquierda de la escala ideológica; incluso puede decirse que, según diversos estudios de la propia institución demoscópica (estudios pre-electorales, post-electorales, sobre la opinión pública fiscal, etc.), proporciones mayoritarias de nuestros ciudadanos comparten valores que pueden calificarse de socialdemócratas. Sin embargo, en las últimas convocatorias electorales esta mayoría ha callado -formando lo que puede considerarse una mayoría silenciosa, muy distinta de la que alardea el PP- o ha pasado su apoyo a los conservadores. Tal vez responsabilizando al PSOE de la gestión de la crisis económica. Tal vez deprimida y perdida políticamente.
Las expectativas son muchas; aunque he de reconocer que algunas de las propuestas que se han puesto a circular antes de su inicio no acaban de gustarme. Tal vez si vinieran acompañadas de una mayor explicación... Pero, al menos, son propuestas. Como la de suprimir el IRPF a algunas categorías sociales. No me parece bien desfiscalizar a la gente, porque la conciencia de colectividad y, en definitiva, de país, empieza con la contribución económica de todos a su sostenimiento. Parece mandarse así el mensaje de que unos tienen obligación de mantener al Estado y otros sólo el derecho de ser mantenidos por el Estado. Sigo creyendo en esa vieja fórmula marxista: cada uno en las medidas de sus posibilidades, a cada uno en la medida de sus necesidades. Pero todos formando parte. Repito, a lo mejor es que me lo tienen que explicar mejor. Y de eso se trata en la conferencia política. De que nos expliquen mejor cómo el PSOE entiende esta sociedad y lo que quiere hacer con ella.
El solo hecho de la convocatoria de este acontecimiento ha mostrado otra cara de los socialistas. Bueno, para ser más exactos, ha mostrado una cara de los socialistas que apenas se veía en el ruedo político desde hace tiempo. Casi desde los inicios de la transición. Como si los años en el poder hubiera puesto sobre sus espaldas una mochila muy pesada, con deudas con la sociedad, con incumplimientos y con más de un comportamiento penalmente condenable entre sus filas. En los últimos, como si estuvieran en una especie de trinchera para refugiarse de lo que está cayendo. Al menos, ahora se sabe que han estado reflexionando, como esos niños a los que se manda a la esquina a pensar, tras una travesura. Desde este punto de vista, la conferencia quiere reivindicarse como una especie de ceremonial de renovación, de renacimiento. Tal vez esto sea esperar mucho.
Me temo que su margen de maniobra es escaso, condenado a una posición central y de responsabilidad de Estado; con el peligro de que tal posición se convierta en la de un moderador sin identidad, neutral y seguramente sin proyecto. Atrapado en la red de intereses -empresas y sindicatos, distintos territorios, distintas categorías sociales- tiene difícil la elaboración de un proyecto común. Tal falta de proyecto no quiere decir que no puedan ser alternativa electoral e incluso ganar unas elecciones. Pero lo harán más como refugio ante incertidumbres, que como proyecto; más por temor individualista que por solidaridad; más como reacción a las políticas conservadoras, que desde la ilusión.
El PSOE se ha situado en el centro en todos los debates políticos recientes. Entre mercado y política, plantea más política frente al mercado. Pero ¿cuánto más de política? En el debate de las pensiones, hay que reformar; pero ¿cuánto menos hay que reformar? En política territorial, ni centralismo, ni independentismo pues plantea una vía intermedia -por mucho que quieran llamarle tercera vía- a la que denominan federalismo. El centro. Una especie de vacío. De silencio. Donde ha estado ubicado el PSOE durante estos tres o cuatro últimos años. Un buen profesor de instituto de historia decía que el centro político no existe, que es una forma de denominarse las derechas algo más moderadas. Eran los tiempos en que las elecciones las ganaba UCD. Ya sabemos lo que pasó con ese centro. Esperemos que el espejo cóncavo no se convierta en una especie de embudo hacia la nada.