El bipartidismo sigue cuesta abajo
El apoyo electoral y demoscópico al partido en el Gobierno es escaso, incluso entre sus anteriores votantes. De hecho, menos de la mitad (43,8%), de los anteriores votantes del PP volverían a votarle si se produjeran unas elecciones mañana.
El Barómetro del CIS del mes de julio ofrece la estimación que hace el instituto demoscópico público de la intención de voto de los españoles. Unos resultados que vuelven a dejar muy tocado el bipartidismo. De seguir así, ni entre los dos partidos mayoritarios obtendrían la mayoría absoluta, puesto que tanto PP como PSOE mantienen su continua caída desde hace un año.
El Partido Popular obtendría el 32,5% de los votos válidos. Lo que supone doce puntos porcentuales por debajo de los obtenidos en noviembre de 2011 (44,6%). Si nos vamos a la declaración directa de voto, es decir a los que directamente en la encuesta dicen que votarían al PP si el día siguiente al de la encuesta se celebrasen elecciones, sólo el 13,2% de los encuestados así lo manifiesta. Sin embargo, este último dato supone un pequeño avance con respecto al obtenido en el Barómetro del mes de abril (12,5%).
Los socialistas siguen bajando. El CIS estima que conseguirían el 27,2% de los votos válidos. A más de cinco puntos de los populares y por debajo de los resultados de las últimas Elecciones Generales. Es más, en lo que va de año, el PSOE ha bajado casi tres puntos en estimación de voto y, tal vez el dato más preocupante, cuatro puntos y medio en intención directa de voto.
Los relativamente más beneficiados de este panorama siguen siendo IU y UPyD, que obtendrían respectivamente el 11,5% y el 8,8% de los votos válidos, casi duplicando en ambos partidos los resultados de 2011. Hay que hacer notar que, desde que UPyD consigue tan buenos pronósticos, Rosa Díez ha dejado de pedir la desaparición del CIS, lo que es un alivio, tanto para sus profesionales, como para la sociedad en general. Además, la lideresa de esta formación es la más valorada, con una media de 4,12 (siendo 0 el mínimo y 10 el máximo). Rajoy obtiene un 2,45 y Rubalcaba un 3,14. Como puede apreciarse, ninguno está para sacar mucho pecho. Las valoraciones de los ministros, bajo mínimos. Sólo Arias Cañete, con su populismo de yogurt caducado y aspecto de buen comer obtiene un discreto 3,25; cerrando, nuevamente, la lista de calificaciones Wert con un 1,58. Con esta nota no alcanzaría para beca. Ni para el autobús de vuelta a su casa.
Es importante destacar cómo el 68,9% de los encuestados opinan que la gestión del Gobierno del PP es mala o muy mala. Este porcentaje se queda en el 35% entre los que votaron al PP en las últimas elecciones generales. Entre éstos, sólo el 23% opina que tal gestión es buena o muy buena. Es decir, el apoyo electoral y demoscópico al partido en el Gobierno es escaso, incluso entre sus anteriores votantes. De hecho, menos de la mitad (43,8%), de los anteriores votantes del PP volverían a votarle si se produjeran unas elecciones mañana. Si mal de muchos, consuelo de... al PSOE le volvería a votar el 45% de sus anteriores votantes. Indicador de que el principal partido en la oposición está aún muy lejos de la senda de la recuperación electoral. Aun cuando haya que ser prudente y esperar a la publicación de los microdatos de la encuesta, los ofrecidos en el avance ofrecido por el CIS apuntan hacia una mayor inclinación hacia la izquierda del anterior votante del PSOE. Cuestión que tal vez explicaría la posición crítica de éstos con respecto a la labor de oposición de Rubalcaba, ya que el 48,6% la valora de mala o muy mala.
Ahora bien, la mejoría en la economía española, de la que nos intenta convencer con verdadero ahínco este Gobierno en su conjunto, no la ven los españoles por ningún lado. El 89,9% sigue percibiendo la situación de la economía española como mala o muy mala. En noviembre de 2011, cuando el PP ganó las elecciones, tal percepción la compartía el 86,7% de los españoles. No puede decirse que se haya avanzado mucho. Van a tener razón, lo que nos preocupa es esto, la economía. Pero, lo otro, la corrupción, también, pues no están tan desligadas ambas causas.