Oreja de cerdo al estilo Fdez. Díaz: las escuchas o el Dr. No

Oreja de cerdo al estilo Fdez. Díaz: las escuchas o el Dr. No

Es comida de interior o exterior, tanto da, pero dada las fechas en que nos encontramos y el caso que nos ocupa, que ni Val Kilmer en el Santo, mejor fuera, a la vista de todos y sin ocular nada, que la intimidad mueve en ocasiones a mirar y escuchar más de lo que toca. Que la mesa esté bien dispuesta y mejor surtida de vino para acompañar y realzar, más si cabe, la exquisitez del plato.

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Lo de Jorge Fdez. Díaz, las escuchas y sus supuestas conspiraciones tiene algo de peliculero que hace que la realidad se perciba como una película de espías donde ésta, como siempre, supera a la ficción. Como en todas ellas hay un malo que maquina e intriga para acabar con el mundo, con el orden establecido o con algún proyecto de vital importancia para el país o la humanidad, sea este un remedio contra una enfermedad o un proyecto soberanista. Porque sin un Dr. No empeñado en ello, que haga de antagonista de los buenos, el filme se hace bola y no triunfa.

El problema con la película del ministro es que el argumento ha dado supuestamente un giro de 180º y, al parecer, el Dr. No, el malo, se encuentra a este lado de la ley y el papel protagonista lo encarna él mismo, una circunstancia que el espectador, el ciudadano de a pie, acostumbrado a las tramas banales de la tele, no termina de asimilar porque confundir es un error imperdonable. Es más, se siente estafado y engañado, pues creía ver una cosa y luego era otra. Considera que el juego sucio, conspirar, intrigar, crear falsas pruebas y alimentar mentiras contra los adversarios políticos y las personas, son prácticas que solo se conciben al margen de la ley, propias de los malos de verdad, de los delincuentes y los mafiosos, y nunca debe ser el modus operandi (como dicen en las pelis) de la propia ley. De ahí la decepción y el cabreo mayúsculos. Porque así la ficción no funciona. La realidad tampoco. Los crímenes siempre tienen que tener su castigo. Y los culpables pagar por ellos. Pero cuando los malos son los que encarnan los papeles del bueno no hay condena ni justicia posibles y el villano siempre queda impune. Y eso confunde y desalienta mucho y cabrea más, mucho más al espectador.

Que dos titiriteros fueran a la cárcel por no hacer nada, en aplicación de la ley de Seguridad Ciudadana (o de Vagos y Maleantes), y que al mismo tiempo el ministro que la pone en vigor, por conspirar quede en la más absoluta impunidad, es indignante. Debe ser por tener una legión de santos detrás. Ventajas de su intercesión. De hecho, no va ni a comparecer ante el congreso para dar explicaciones. Al menos de momento. Porque no va a haber más consecuencias que el probable encausamiento de quien desveló el escándalo. Es lo que tiene el poder y trabajar en las cloacas del estado. Puedes conspirar y mentir y no pasar nada, porque la guerra sucia es lícita en aras del país y el bien común, sobre todo cuando no salen a la luz los trapos sucios. Porque la ética y la moral no existen en esas realidades sucias.

Entre los de mi clase a eso le llaman "meter mierda", creo. Y a quienes lo hacen, metemierdas, tengo entendido. Claro que yo pertenezco a la clase media trabajadora, la clase titiritera, y como que casi no cuenta para personas de esta calaña.

En fin, habrá que seguir a la escucha y ver cómo va evolucionando la película. Poner la oreja y no perder ripio. Creo que al ministro le gusta mucho. Parece una persona que sabe escuchar y seguramente le gusta que le escuchen. Lo que ya no sé es si en abierto o en cerrado; si en público o en privado. Sea como sea, esta receta le viene como anillo al dedo y se la dedicamos: Oreja de cerdo al estilo Fdez. Díaz. Una delicia de la casquería que, no por más que comas te va a hacer oír mejor, pero que está tan buena que te pondrás hasta las orejas de comer. No podrás parar hasta verle el fin, te lo aseguro. Una oreja finamente cortada, con un velo leve de rebozado, que unida a la sutileza de la salsa que la acompaña, hace de ella un bocado difícil de olvidar.

Que la disfrutes.

NECESITARÁS (para 4 personas)

  • 2 orejas de cerdo.
  • Sal y pimienta.
  • 1/2 cucharadita de pimentón.
  • Agua.
  • Aceite.
  • 2 huevos.
  • Harina.
  • Pan rallado.
  • Salsa romesco.

ELABORACIÓN

  1. Lava muy bien las orejas bajo el agua del grifo. Mételas en una olla con agua hirviendo y sal y cuécelas hasta que estén bien tiernas (aproximadamente 40', una vez arranque a hervir de nuevo, pero ve probando). Sácalas, déjalas enfriar y sécalas muy bien. Que reposen un par de horas en la nevera.
  2. Sácalas y córtalas en tiras de 2 o 3 cm de grosor. Sálalas un poco por encima.
  3. Bate los huevos con la sal, un poco de pimienta y la ½ cuchradita de pimentón. Pon un poco de harina en un bol para rebozar y en otro pan rallado. Pasa los trozos por harina, huevo y pan rallado un par de veces para que queden bien cubiertos y en ese orden. Fríelos en abundante aceite, bien caliente, hasta que estén bienn dorados por todos sus lados.
  4. Emplatado: Sírve la oreja bien caliente acompañada por la salsa romesco.

Sencillo, económico y una auténtica delicia. A disfrutar.

NOTA

Yo la he acoompañado con salsa romesco, en este caso comprada. Le viene que ni al pelo. Pero con una salsa de tomate picante, salsa argentina o simplemente una picada de ajo y perejil por encima está para no parar de comer hasta que no queden ni los restos.

MÚSICA PARA ACOMPAÑAR

Para la elaboración: James Bond 007: Theme

Para la degustación: España va bien. Ska-P

VINO RECOMENDADO

Luna Lunera 13 tinto roble. VT: Tierra de Castilla

DÓNDE COMER

Es comida de interior o exterior, tanto da, pero dada las fechas en que nos encontramos y el caso que nos ocupa, que ni Val Kilmer en el Santo, mejor fuera, a la vista de todos y sin ocular nada, que la intimidad mueve en ocasiones a mirar y escuchar más de lo que toca. Que la mesa esté bien dispuesta y mejor surtida de vino para acompañar y realzar, más si cabe, la exquisitez del plato.

QUÉ HACER PARA COMPENSAR LAS CALORÍAS

La oreja es puro cartílago y gelatina, así que, poca cosa; tal vez con comerle la oreja al de al lado con el tema de las escuchas, una vez acabada la del plato, sea actividad suficiente. Y si te ha sabido a poco, pues, Lázaro, levántate y anda.