"No quiero reivindicar nada con mis espectáculos, quiero contar emociones"

"No quiero reivindicar nada con mis espectáculos, quiero contar emociones"

Entrevista a la bailaora Belén Maya, que acaba de estrenar en Madrid su último montaje, Romnia un trabajo dedicado a las mujeres gitanas de Europa, en el que los elementos significantes externos al baile, la narración, la música, el vestuario, la construcción del escenario y la interacción con el público, forman parte esencial del espectáculo.

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En el marco del festival ellas crean, el 9 de marzo la bailaora Belén Maya estrenó en Madrid su último montaje, Romnia (mujeres en romanés); un trabajo dedicado a las mujeres gitanas de Europa, en el que los elementos significantes externos al baile -la narración, la música, el vestuario, la construcción del escenario y la interacción con el público- forman parte esencial del espectáculo. Tras una intensa interpretación en solitario, que condujo al público desde la conmoción a la risa, Belén nos recibió en su camerino y nos pidió un día de descanso para realizar esta entrevista, en la que hablamos de los nuevos horizontes creativos que la bailaora está explorando, en un intento de responderse a sí misma por las claves de su gitanidad y su feminidad.

En tu trabajo anterior, Los invitados (2014), representabas una fiesta flamenca costumbrista, en la que bailabas acompañada por un cuadro de cante, guitarra y palmas. Sin embargo, en Romnia apareces tú sola en un escenario minimalista, y combinas el flamenco con diferentes danzas gitanas de Europa central y del este, para representar la resistencia de las mujeres gitanas frente a la opresión y persecución sufrida en el siglo XX. ¿A qué se debe este giro estético y temático?

Desde hace tres años vengo trabajando con dos formatos, uno para el circuito flamenco, con guitarra, cante y coreografía tradicional, y otro para un circuito alternativo, que lo suelo interpretar en dúo o en solitario, y éstos son para mí dos mundos separados. Por eso, Los invitados y Romnia son espectáculos muy distintos, son como mis dos personalidades. Mi próximo estreno, que será en abril, se llama Bipolar, y ahí por primera vez voy a intentar unir estos dos mundos: voy a bailar una soleá y la voy a deconstruir con música pop y rock. Este giro estético, por el que me preguntas, tiene que ver con los límites que he encontrado en los códigos rítmicos y en los códigos de movimiento del flamenco. Aunque a mí me sigue gustando bailar por soleá, por tarantos, por seguiriya... cada vez más me apetece experimentar con otros formatos menos rígidos, en los que me siento más libre y puedo experimentar con los movimientos, el ritmo, la música, el vestuario, la escenografía...

¿Quiénes han influido en esta manera tuya de entender la danza?

Me ha influido mucho Marta Graham, me ha influido también Pina Bausch... y he viajado, me he movido para aprender: he estudiado danza contemporánea en Nueva York y danza oriental en Nueva Delhi. Dentro del flamenco, me gusta la gente que no se adapta a unos códigos de expresión rígidos, y en este sentido he aprendido muchísimo tomando clases de composición e improvisación con Israel Galván y Juan Carlos Lérida. Y recientemente, me interesa el modo en que Fernando López está trabajando en una línea que explora la relación entre danza y género.

En Romnia podemos observar un diálogo entre el flamenco y otras danzas gitanas de Europa: ¿cómo ha sido el proceso de investigación que te ha permitido conectar con la gitanidad europea?

Mi conexión con el mundo gitano europeo ha sido sobre todo a través de la música, y por eso toda la música de Romnia está compuesta de canciones gitanas de Europa central y del este. Además, he construido la estética de Romnia viendo muchos videos de danzas regionales y de bodas gitanas, y también viendo las pelis de Toni Gatlif. Respecto a la parte histórica, me he informado principalmente a partir de dos libros, el de Isabel Fonseca, Enterradme de pie, y el de Angus Fraser, Los gitanos. Especialmente, hay algunos episodios históricos de mucho dolor relacionados con las esterilizaciones forzosas de gitanas en Suecia y Checoslovaquia, y con el Holocausto, que me hacen pensar en la identidad gitana como una identidad enraizada en su enorme capacidad de resistencia, en la capacidad de trascender el dolor y los intentos de exterminio. Y esto es para mí lo gitano, especialmente cuando bailo puedo conectarme con este sentimiento de gitanidad.

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¿Para cuándo la gira de Romnia por Europa central y del este?

Me gustaría que Romnia pudiese presentarse en Rumanía y Hungría en primavera, tengo mucha curiosidad por ver cómo se va a recibir en estos países, y por conocer lo que otras artistas gitanas están trabajando en esos países respecto al género.

He escuchado que estás trabajando en un nuevo montaje, Medusa. ¿Puedes adelantarnos de qué se trata?

Medusa es mi interpretación de la ira femenina, y personalmente es mi forma de curar la ira... Mi forma de curar las cosas es bailarla, y Medusa me ha curado de un proceso de separación devastador, por el que pasé hace dos años, que despertó en mí la ira. El estreno lo tengo programado para la Bienal de Sevilla, no en el circuito flamenco, sino en el Off Bienal (en el circuito alternativo). Medusa es para mí el arquetipo de la ira femenina ancestral, simboliza la capacidad de la mujer de expresar la ira. En mi interpretación de este mito represento la relación entre la ira interiorizada, que se traduce en autodestrucción, y la ira exteriorizada, que o bien puede traducirse en distintos usos de la violencia contra los demás, o bien puede canalizarse en formas controladas de expresión de la ira sin llegar a matar a nadie (risas).

¿Consideras que tu trabajo tiene una dimensión de arte comprometido?

Honestamente no puedo decir que me preocupe hacer un arte comprometido, ni tampoco un arte provocador... pues no busco generar una reacción determinada en el público o un posicionamiento respecto a un tema. No quiero reivindicar nada con mis espectáculos, es decir, no hay una intención de reivindicación, lo que quiero es contar emociones con las que me siento personalmente conectada. Pero a parte de mis montajes, últimamente me estoy vinculando con grupos de mujeres gitanas en Barcelona y en Sevilla; y estoy participando en un proyecto para niños y niñas, poniéndole baile a un número de cuentacuentos flamenco con Sebastián Porras, que hace parte de un proyecto de difusión de la cultura gitana dentro del marco de la Fundació Pere Closa.

Próxima representación de Romnia: 21 de abril en El Dorado, Barcelona

Las imágenes han sido cedidas por Prisca Briquet