Entrevista a María José Jiménez, feminista, gitana y candidata de Podemos al Congreso
"A día de hoy, en cada ciudad de España podemos encontrar escuelas y barrios gueto, donde la inmensa mayoría de la población es gitana, y esto obedece a un plan de diseño urbanístico de segregación racial que ha propiciado una estructura de marginalidad y pobreza crónica".
María José Jiménez ha sido el último fichaje de Podemos para encabezar la lista del partido por Salamanca de cara a las elecciones a Cortes Generales que se celebrarán el siguiente domingo 20 de diciembre. Su vínculo político e intelectual con esta capital europea de la cultura se remonta a sus años de estudiante universitaria; donde se licenció en Trabajo Social y Humanidades.
La trayectoria biográfica, profesional y política de María José desafía todas las expectativas que la sociedad proyecta sobre una mujer gitana; y es que esta "gitana feminista", tal y como ella misma se define, ha roto todos los techos de cristal que de manera invisible condicionan su doble posición de subalternidad como segundo sexo y como minoría invisibilizada. María José pasó su infancia en un asentamiento chabolista situado en el extrarradio de Ourense. No empezó a ir a la escuela hasta los nueve años; pero nos cuenta que trabajó muy duro para comprimir varios años de estudio y acceder con dieciséis años a BUP (Bachillerato Unificado Polivalente en el sistema de enseñanza de su época). Asegura que cuando aprobó la selectividad tenía muy claro que quería ser trabajadora social; y tras acabar sus estudios universitarios, su sueño se hizo realidad: desde el año 2000, María José comenzó a trabajar en diferentes proyectos de intervención social en distintas comunidades gitanas. Su trabajo le ha permitido "entrar en la cocina de muchas casas gitanas", donde asegura, "he sido testigo tanto de la profunda hospitalidad de las familias gitanas como de sus carencias". Hace dos años, María José consiguió por oposición una plaza como funcionaria en el Samur Social de Madrid. Además de cumplir con su trabajo vocacional como trabajadora social, desde 2004 colabora como profesora invitada en el Máster en Género, Educación, Políticas de Igualdad y Liderazgo que se imparte en la Universidad de Vigo.
Una de las principales críticas que enfrenta Podemos es su falta de experiencia en el campo de la política profesional. En tu caso, ¿cuál ha sido tu formación política? ¿Cómo ha contribuido Podemos a tu educación como candidata al Congreso?
Claramente, mi educación política no se ha fraguado dentro del partido; hay que tener en cuenta que Podemos es un partido muy joven y que éste es el primer año que se presenta a unas elecciones; por lo tanto, aún no hemos desarrollado una escuela de formación política como la que tienen los partidos tradicionales. Mi caso, como el de otras muchas personas que forman parte de Podemos, es el de una activista que ha aprendido el significado de la política en las luchas por los derechos sociales; concretamente, en la lucha por los derechos de las mujeres, y en particular, por el reconocimiento de los derechos de las mujeres gitanas. Respondiendo a tu pregunta, podría decirte que mi escuela de formación política ha sido la Asociación de Gitanas Feministas por la Diversidad. Esta asociación se creó hace dos años y se compone de un grupo de quince mujeres gitanas de distintos puntos de España, quienes de manera permanente hemos venido organizando seminarios de formación sobre feminismo gitano y acciones de denuncia, tanto contra la violencia machista como contra el racismo antigitano. Ha sido dentro de este grupo de mujeres gitanas donde he construido mi discurso político y he desarrollado una noción de justicia que me gustaría trasladar al Congreso si soy elegida.
¿Es el feminismo gitano algo más que la lucha de las mujeres gitanas por la igualdad de género? ¿Qué aportaciones originales trae el feminismo gitano?
Tanto por su discurso político como por su estructura organizativa y su estrategia de intervención social, el feminismo gitano es mucho más que la lucha por la igualdad de género. Por supuesto, el feminismo gitano persigue como objetivo la igualdad de oportunidades entre diferentes géneros; pero, además, el feminismo gitano cuestiona la estructura social de privilegios que se legitiman no solo en base a diferencias de género, sino también en base a diferencias socioeconómicas y étnico-raciales. El feminismo gitano desafía la posición de privilegio de la que disfrutan las mujeres payas, y obliga a nuestras compañeras feministas a hacer un ejercicio de autocrítica. Lo que dice el feminismo gitano es que si bien es cierto que las mujeres en general sufren discriminación y desigualdad respecto a la posición de poder de los hombres, las mujeres gitanas sufren una doble discriminación como mujeres y como gitanas. Cuando se habla de derechos de las mujeres, generalmente no se incluye un análisis de la jerarquía de posiciones que existe entre las propias mujeres. Por otro lado, en el plano organizativo, las gitanas feministas hemos tenido siempre muy claro que no queremos reproducir un modelo de poder centralizado, sino que nos hemos preocupado de poner en marcha una estructura en red abierta a la participación de mujeres gitanas de cualquier punto de España. Por último, el feminismo gitano ha llegado a aquellos lugares que se consideran inaccesibles a ojos de la sociedad mayoritaria. Me refiero a los barrios gueto del extrarradio y a los asentamientos de chabolas. Pues bien, el feminismo gitano ha llegado hasta ahí, y ha hecho de estos lugares un objetivo principal de su estrategia de intervención y transformación social: nosotras, las feministas gitanas, creemos que un verdadero cambio social ha de transformar todos los estratos de la sociedad. En este sentido, el feminismo gitano implica un nivel más profundo de crítica a la jerarquía social que el que alcanza el feminismo de las mujeres payas. Nosotras, las feministas gitanas, nos consideramos hermanas del feminismo negro y de los feminismos indígenas, pues entendemos que el elemento de estratificación étnico-racial y socio-económico es tan importante como el elemento de estratificación de género a la hora de justificar y reproducir privilegios sociales.
¿Crees que el feminismo payo proyecta prejuicios sobre las gitanas feministas?
Mi experiencia de dos años con el grupo de Gitanas Feministas por la Diversidad me ha demostrado que las gitanas feministas suponemos un desafío tanto para el establishment payo como para el establishment gitano; porque en ambos lados cuestionamos posiciones de autoridad y denunciamos privilegios. Es muy significativo que tanto la sociedad paya como la comunidad gitana conciban como contradictorio ser gitana y feminista: generalmente se tiene la idea de que una gitana no puede ser feminista. Obviamente, nosotras pensamos que sí es posible ser gitanas y ser feministas. De hecho, pensamos que muchas madres y abuelas gitanas en su día a día son feministas, pues luchan de manera incansable para que sus hijas y nietas prosperen y tengan acceso a una educación de calidad y a un trabajo digno en igualdad de condiciones con los hombres; y eso es feminismo. Además, hay muchas mujeres gitanas que se solidarizan con las mujeres víctimas de la violencia machista, y la solidaridad entre mujeres contra la violencia machista es feminismo. En nuestros dos años de experiencia, Gitanas Feministas por la Diversidad hemos encontrado gitanas feministas en cada ciudad, en cada barrio, en cada asentamiento de chabolas. Por parte de las feministas payas muchas veces hemos escuchado que deberíamos cortarnos el pelo como un modo de emancipación de los roles estéticos impuestos por el machismo; pero para nosotras el feminismo trasciende lo estético: el feminismo es una lucha por la justicia social y la igualdad de oportunidades.
¿Crees que la identidad gitana supone un hándicap mayor a la hora de encontrar trabajo que la identidad de ser mujer?
Creo que, aunque aún queda mucho por hacer, las políticas de género en nuestro país están más desarrolladas, bastante más desarrolladas, que las políticas de gestión de la diversidad cultural. Respecto al caso de la comunidad gitana, a día de hoy en cada ciudad de España podemos encontrar escuelas y barrios gueto, donde la inmensa mayoría de la población es gitana, y esto obedece a un plan de diseño urbanístico de segregación racial que ha propiciado una estructura de marginalidad y pobreza crónica. Además de este factor de segregación geográfica, a nivel cultural existe un ambiente cargado de estereotipos y prejuicios contra la comunidad gitana que yo interpreto como una forma de violencia invisible: las personas gitanas cargan con una mochila de prejuicios que los sitúa en clara desventaja respecto a las personas payas en el acceso al empleo. Pero si la propia Real Academia de la Lengua nos define como trapaceros y ningún partido ha reaccionado ante eso, ninguna institución pública nos ha defendido... Siento la responsabilidad de llevar al Congreso un discurso de dignidad para la comunidad gitana de este país y confío en que Podemos va a apoyar mi lucha.
Desde mi punto de vista, precisamente, uno de los vacíos discursivos de Podemos lo encontramos en su vaga definición de la configuración de los nuevos antagonismos sociales, valiéndose de términos tan ambiguos como "la casta" contra "la gente"; o "los de arriba" contra "los de abajo". En ese esquema discursivo hay pocos matices sobre las diferencias de clase, género o etnia de las que tú hablas. ¿Qué opinas a este respecto?
El discurso de Podemos básicamente se abandera de la lucha del 99% (la gente) contra el 1% (la casta). Este discurso parte de la premisa de que la igualdad es la base de la democracia. Es decir, que sin igualdad no hay democracia real. Creo que la creciente desigualdad entre una minoría, mejor dicho, una élite económica muy poderosa y el resto de la sociedad pone en riesgo el funcionamiento de la democracia; no puede ser que el 1% gobierne sobre el 99%. Yo estoy de acuerdo con este discurso de Podemos, pero creo que más allá de la igualdad, la democracia real implica la participación ciudadana en todas las áreas que generan conciencia pública y, en última instancia, creo que la participación significa participar en los espacios de toma de decisiones. Y es en el ámbito de la participación política donde las categorías arriba / abajo no permiten describir con precisión los procesos institucionales de inclusión / exclusión que durante muchos años han privilegiado a determinadas identidades sociales por encima de otras. En mi caso, yo entro en Podemos para defender un discurso que desafía muy claramente los privilegios sociales que se justifican en base a diferencias de clase, género y / o etnia. Y en este sentido, la verdad es que me he sentido muy respaldada por el equipo de Podemos Feminismos. Yo puedo decir que si Podemos cuenta conmigo es porque es un partido que apuesta por dar voz, por un lado, a las minorías, y, por otro lado, a los movimientos sociales y las iniciativas de activismo crítico. En mi caso, el movimiento que yo represento es el de Gitanas Feministas por la Diversidad y han sido las mujeres feministas de Podemos quienes han abierto un espacio para nosotras, para que nuestra voz se escuche en el Congreso.
¿Para cuándo una mujer (gitana o no gitana) candidata a la presidencia del Gobierno?
Ese momento yo cada vez lo veo más cerca... ya ha ocurrido lo imposible, y es que las dos ciudades más importantes de España, Madrid y Barcelona, se vistieron de morado en las últimas elecciones municipales y estén siendo gobernadas por dos mujeres, Manuela Carmena y Ada Colau. No sabría decirte para cuándo, pero lo que sí puedo decir, partiendo de mi propia experiencia, es que la política siempre abre un espacio para lo impredecible, y hay mujeres muy formadas en Podemos que podrían desempeñar cualquier cargo político.