Independencia en Mauricio, yin y yang
El que crea que establecer paralelismos con la situación actual en Cataluña es un ejercicio carente de sentido probablemente no se equivoque; en cierto modo la historia de la independencia de Mauricio siguió un camino diametralmente opuesto al que se nos plantea a nosotros.
Dos meses atrás prometí escribir sobre la independencia de Mauricio, el país en el que resido, y como suele decirse lo prometido es deuda. El que crea que establecer paralelismos con la situación actual en Cataluña es un ejercicio carente de sentido probablemente no se equivoque; en cierto modo la historia de la independencia de Mauricio siguió un camino diametralmente opuesto al que se nos plantea a nosotros; pero a los que consideren la idea interesante pese a todo les animo a comentar el artículo.
En el primer post de este blog ya expliqué que antes de la llegada de los primeros colonos europeos el único habitante de la isla era el dodo, un palomo gigante producto de millones de años de evolución y del que los colonos holandeses darían buena cuenta apenas un par de generaciones después de haberse establecido en la isla.
La independencia de Mauricio no se fundamentó por lo tanto en razones históricas, dado que Mauricio no había existido más que como colonia. El Mauricio independiente empieza a fraguarse una vez aprobada por los ingleses la primera Constitución en 1947, por la que se permitía votar a todos los isleños alfabetizados. La Asamblea legislativa se componía de 34 miembros, tres propuestos por los ingleses, 12 por el gobernador de la isla y 19 miembros electos. Las primeras elecciones se celebraron en 1948 y el Partido Laborista logró únicamente cuatro asientos, el resto de miembros electos de la Asamblea eran básicamente independientes pertenecientes a la élite franco-mauriciana, al igual que los propuestos, por lo que los laboristas eran la única oposición visible. Además los laboristas empezaron a identificarse poco a poco con la mayoría hindú, por lo que en las siguientes elecciones lograron una clara mayoría de 13 de los 19 miembros elegidos democráticamente.
En 1959 se aprobó una nueva Constitución que aumentaba a 40 los miembros de la Asamblea elegidos por sufragio universal y en las elecciones que siguieron los laboristas lograron 23 representantes que a partir de 1961 apostaron por la independencia dentro de la Commonwealth, siendo contrarios a la misma todos los miembros restantes de la Asamblea. Los laboristas abrazaron la causa de la independencia como el medio más directo de consolidar el creciente poder de la mayoría india en relación a la tradicional élite franco-mauriciana, claramente hostil a la independencia.
Por su parte los ingleses eran cada vez más proclives a la independencia, ya que ésta les permitiría aliviar la creciente carga financiera que suponía Mauricio y en 1965 llegaron a un acuerdo con los laboristas para abrir la veda. Los ingleses consiguieron que los laboristas renunciaran a la soberanía del archipiélago de Chagos, considerado de interés estratégico por los militares británicos -Mauricio no tiene ejército- y que dependía hasta entonces de Mauricio mediante una curiosa estratagema: Inglaterra renunciaba a plantear un referéndum sobre la controvertida cuestión de la independencia, que los laboristas no estaban seguros de poder ganar, a cambio de conservar las islas. Concretamente planeaban ceder Diego García a los americanos para que la usaran como base militar y durante la infausta era Bush cabe recordar que Diego García fue un segundo Guantánamo.
Más de mil chagosianos, por cierto, fueron expulsados por la fuerza de sus hogares a Mauricio, lo que demuestra que los ingleses son unos caballeros la mayor parte del tiempo pero no siempre. Mauricio obtuvo por su parte garantías de acceso al mercado británico para sus productos agrícolas, lo que haría posible el posterior desarrollo. Una vez todo quedó firmado en un nuevo acuerdo constitucional, en 1966 se convocaron elecciones para elegir una Asamblea de 60 miembros y se formaron dos grandes bloques, uno alrededor de los laboristas favorable a la independencia y otro bloque contrario a la misma liderado por los socialdemócratas del PMSD. Las elecciones se celebraron en 1967 y el bloque independentista logró poco más del 55% de los votos -un resultado peor al previsto- y la Asamblea hizo formalmente una petición de independencia a Inglaterra en un ambiente cada vez más enrarecido: pocos meses antes de que los ingleses aceptaran la independencia en marzo del 68 los enfrentamientos entre comunidades causaron docenas de muertos y cientos de heridos. El muy reverenciado Sir Seewoosagur Ramgoolam -que da nombre al aeropuerto- fue el primer primer ministro (y es el padre del actual, el Dr Navinchandra Ramgoolam), mientras que la reina Isabel II conservó la Jefatura del Estado hasta 1992, año en el que se proclamó la República.
44 años después, a Mauricio no le han ido mal del todo las cosas pero muchos mauricianos lamentan haber perdido el pasaporte británico que les permitía moverse con mucha mayor libertad. Y Mauricio reclama hoy la soberanía sobre las islas Chagos pese al acuerdo de 1965. De hecho, cualquiera que quiera saber qué hubiese sido de Mauricio en caso de no optar por la independencia puede hallar la respuesta fácilmente en la vecina isla de La Réunion, que con razón es llamada la île Soeur por los mauricianos.
La Réunion es una de las regiones de la UE con mayor paro, lo que se explica fácilmente si se tiene en cuenta que con una economía muy similar a la de Mauricio en La Réunión el salario mínimo es de más de 1.400 euros, como en cualquier provincia francesa.
Mauricio tiene sin duda una energía y una proyección internacional que le faltan a La Réunion, pero La Réunion se beneficia del maná de las ayudas francesas y un porcentaje importante de la población cobra la renta mínima de inserción, lo que llevó a Ramgoolam Jr a señalar el año pasado que La Réunion era un país de asistidos, creando un pequeño terremoto diplomático muy similar a la controversia que desató Duran i Lleida y sus comentarios sobre el PER.
Y ambas polémicas invitan a pensar que dependencia e independencia son como el yin y el yang: la una no puede existir sin la otra.