Carta a Donald Trump desde México: no convierta nuestros sueños en pesadillas
¿Acaso quiere Estados Unidos tener un vecino en problemas, en las garras de la recesión en el que el desempleo se dispare y las presiones para irse al norte sean más fuertes que nunca? ¿Conseguir que vuelvan los empleos a Estados Unidos significa arrebatarlos a los mexicanos?
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Estimado Sr. Trump:
Le escribo desde México, donde su victoria ha sido recibida con sorpresa, temor, consternación y un tímido optimismo. No hay aspecto de la vida en México que no vaya a resultar afectado por su elección.
Esto es un terremoto político para el Gobierno mexicano que va a requerir una revisión masiva de cada aspecto de la relación entre nuestros dos países. En su discurso de victoria usted dijo: "Si bien pondremos los intereses de EEUU antes que los de nadie, vamos a tener un trato justo con los demás, con todos los pueblos y todas las demás naciones. Buscaremos una base común, no hostilidades; alianzas, no conflictos". Es momento de acercar más a nuestros países, no de separarlos.
El presidente Enrique Peña Nieto envió sus felicitaciones por Twitter a los Estados Unidos por su proceso electoral y la secretaria de Relaciones Exteriores declaró: "La campaña ya terminó, ahora se inicia un nuevo capítulo en la relación bilateral". Ella también dijo que un muro a lo largo de la frontera con EEUU no "aparece en el horizonte" y que México no pagaría por su construcción. En tanto, el peso se hundió más de 10%, alcanzando un valor mínimo histórico.
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Traiga la relación entre Estados Unidos y México nuevamente a un primer plano y haga de esta una prioridad.
Sr. Trump, su victoria impactará en nuestras elecciones de 2018. Hasta el 8 de noviembre, la candidata más adelantada, Margarita Zavala, aprovechaba para subirse a la ola de la elección de una mujer en la presidencia de Estados Unidos y apoyó públicamente a Hillary Clinton. Mientras tanto, Andrés Manuel López Obrador, quien resultó perdedor en las dos últimas elecciones a la presidencia y que marcha segundo en las encuestas, envió un mensaje tranquilizador. Dijo que no hay razón para preocuparse por una victoria de Trump y que los problemas migratorios se pueden resolver amigablemente, sin tener que recurrir a un muro. El mes pasado, miembros de partidos opuestos lo compararon con Trump, diciendo que "ambos son como dos gotas de agua".
No olvide señor Trump que gracias a una invitación de México usted visitó el país, y que en la conferencia de prensa televisada el 31 de agosto con el presidente Peña Nieto fue la primera vez que usted recibió un trato presidencial fuera de su país. Luis Videgaray, el arquitecto de esa visita, fue destrozado por la opinión pública y obligado a renunciar de su puesto como secretario de Hacienda. Las oportunidades de Videgaray de contender como gobernador del Estado de México se han avivado y se habla de una candidatura presidencial para el único político mexicano que se puso de su lado.
Rumbo a la elección, los caricaturistas y comentaristas políticos en México se volvieron locos llamándole a usted fascista y comparándolo con Hitler, Mussolini y Berlusconi. A ellos les enfurecieron sus comentarios sobre los mexicanos. En junio del año pasado, usted dijo: "Cuando México envía a su gente, no nos envía a los mejores. No los envía a ustedes. Nos envían a gente que tiene muchos problemas y nos traen dichos problemas con ellos. Nos traen drogas. Nos traen crimen. Son violadores. Y algunos, asumo, que son buenas personas".
En tanto usted pueda conocernos mejor, se dará cuenta de que los mexicanos y los estadounidenses comparten muchos valores, como la familia, el trabajo duro, aspiraciones, un deseo por la justicia y fuertes creencias religiosas. No juzgue o castigue a 122 millones de personas por el comportamiento de unos pocos miles de criminales.
Señor Trump, no convierta el sueño de jóvenes inmigrantes en Estados Unidos en una pesadilla. Su llegada a la presidencia es una versión política del prototípico mito de Horatio Alger. A los dreamers les inspira el mismo mito. No haga como la Reina de Corazones, que gritaba: "Que les corten la cabeza".
Durante el debate entre George H.W. Bush, Bill Clinton y Ross Perot el 15 de octubre de 1992, tres semanas antes de la elección y 14 meses antes de que entrara en efecto el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, Perot profirió que: "Si le pagas doce, trece, catorce dólares la hora a trabajadores de una fábrica y puedes llevarte tu planta al sur de la frontera y pagar un dólar la hora y contratar jóvenes, pagarles un dólar por su trabajo y no (darles) seguro médico y no tener controles ambientales, ni controles de contaminación, ni planes de retiro, y nada de eso te preocupa, sino solo ganar dinero, entonces habrá un enorme succión hacia el sur".
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Bush, su compañero republicano, estaba negociando el TLCAN con México y Canadá, y en el debate dijo: "Queremos tener más empleos acá y la forma para conseguirlo es incrementando nuestras exportaciones... Yo creo en el comercio libre y justo".
Sin embargo, usted ha dicho que el TLCAN es "el peor acuerdo comercial en la historia". Más de 80% de las exportaciones de México son a los Estados Unidos, y 7 millones de empleos en México dependen del TLCAN. En 2015, México exportó 316 mil millones de dólares de productos y servicios a los EEUU. México es el tercer socio comercial de EEUU en productos y el segundo socio de EEUU en exportaciones. Millones de empleos en EEUU dependen de este intercambio.
Si usted continúa con su amenaza de demoler el TLCAN, será un terrible golpe para la economía mexicana. ¿Acaso quiere Estados Unidos tener un vecino en problemas, en las garras de la recesión en el que el desempleo se dispare y las presiones para irse al norte sean más fuertes que nunca? ¿Conseguir que vuelvan los empleos a Estados Unidos significa arrebatarlos a los mexicanos?
Las remesas que se envían a México han reemplazado al petróleo como la principal fuente de recursos foráneos de México, debido a la reducción en el volumen de las exportaciones y a la enorme caída de los precios de los hidrocarburos. Su plan de secuestrar las remesas hasta que México ponga el dinero para pagar el muro hundiría la economía y dudo que sea legal.
Como usted sabe, una barrera de bardas y muros, en donde se cuentan enormes huecos y mallas virtuales ya abarca más de mil kilómetros de los poco más tres mil de la frontera entre México y EEUU, la cual cruza ciudades y desiertos, desde el Océano Pacífico al Golfo de México. Su principal objetivo es detener a los inmigrantes indocumentados y el tráfico de drogas hacia EEUU. Sin embargo, de acuerdo a la DEA, los cárteles mexicanos envían la mayor parte de las drogas como carga o escondida en vehículos, y es casi imposible llevar a cabo revisiones exhaustivas. El mejor muro es la prosperidad económica a ambos lados de la frontera, sin necesidad de que hombres, mujeres y niños desesperados arriesguen todo para alcanzar la tierra de las oportunidades.
El muro actual también interrumpe la conectividad del hábitat y el movimiento libre de especies animales como el lobo mexicano, el borrego cimarrón, el antílope de Sonora, el ocelote y el oso negro americano -cuyas poblaciones no saben nada de fronteras- y destruye la integridad del desierto de Sonora, que es hogar de pumas, jaguares, puercoespines, tejones, bisontes, perritos de la pradera, los coyameles, los pumas yaguarundí, los zorros y cientos de especies vegetales, incluyendo el cactus saguaro. Esta maravilla de la naturaleza es uno de los ecosistemas desérticos más importantes del mundo y es un lugar en el que cientos mueren cada año al tratar de entrar a su país. Es hora de una reforma migratoria comprensiva que beneficie más que criminalice a las personas a ambos lados de la frontera. Señor Trump, reconozca el vital rol que los inmigrantes juegan en la sociedad estadounidense actual y asegúrese de que los traten con decencia, como corresponde a los principios democráticos de su país.
Y, hablando de fronteras, ¿cómo va a lidiar con la cercana expiración de los cruciales acuerdos sobre derechos sobre las aguas a través de los cuales se comparte el agua del Río Colorado entre Arizona, Colorado, Nevada, Nuevo México, Utah y Wyoming con México y el tratado que actualmente se negocia con la Comisión Internacional de Fronteras y Aguas. ¿Sabe usted que el agua fluvial ha disminuido debido a la sequía que ya abarca varios años?
Señor Trump, cualquier cosa que sucede en su país tiene repercusiones globales. Sería de esperar que en su discurso de toma de posesión admitiera que la ciencia reconoce el cambio climático y nuestro rol en las causas que lo provocan. En lugar de salirse del Acuerdo Climático de París, como ha amenazado, debería prometer que EEUU se haga responsable de su parte en las emisiones de carbono y promover una revolución en su política energética. Recuerde, lo que es bueno para el planeta, es bueno para EEUU.
Tal vez debería comenzar con un reemplazo de las barreras entre EEUU y México por un muro de paneles solares que se extiendan por toda la frontera para suministrar a ambas naciones energía solar. Eso sí que sería un muro hermoso, y estoy seguro de que mi país con gusto pagaría su mitad.
En febrero de 2001, George W. Bush eligió México para su primera visita internacional y se reunió con el expresidente Vicente Fox en su rancho de Guanajuato. En una conferencia de prensa, Bush dijo: "Nuestros países están unidos por la historia, por las familias, los valores, el comercio y la cultura. Hoy, esos lazos nos dan una oportunidad sin parangón. Tenemos la oportunidad de crear una alianza que mejore las vidas de los ciudadanos en ambos países". Los presidentes reconocieron que la migración es uno de los lazos que más unen a nuestros países, pero debieron haber añadido que también es uno de los conflictos que más nos separan.
Después del 11 de septiembre, Estados Unidos puso a México en un segundo plano. Señor Trump, ponga esa relación al frente y que sea una prioridad.
Nuestra historia y destinos están entrelazados de muchas maneras. La migración juega un enorme papel en nuestra realidad compartida. A principios de los 90, yo propuse que la mariposa monarca fuera el símbolo del TLCAN, pues nada encarna de mejor manera la necesidad de una cooperación ambiental regional que la espectacular migración por Canadá, EEUE y México de las frágiles mariposas.
Las ballenas grises, que migran entre Baja California y Alaska, están en riesgo por las alteraciones en el Mar de Bering, donde se alimentan durante el verano. Señor Trump, cuide a las ballenas, así como a los osos polares, los caribús, las aves migratorias y toda la riqueza animal de la región por medio de la oposición a que se sigan buscando hidrocarburos en el Mar de Bering. No permita la apertura del Refugio Nacional del Ártico para la extracción de petróleo y gas natural.
No desperdicie estos ecosistemas únicos e irreemplazables para obtener volúmenes irrelevantes de un combustible fósil que no resolverá las necesidades energéticas de su país. No escuche el canto de las sirenas que dice: "Perforen, vamos, perforen".
Para demostrar su compromiso en el combate contra los cárteles de las drogas, cuyas actividades en México y EEUU son mortales para la gente de ambos países, debería poner freno al vergonzoso tráfico de armas de EEUU a México por medio del endurecimiento en la aplicación de las leyes que controlan su exportación al sur del río Bravo. Eso probará su disposición para apoyar la guerra de nuestro Gobierno contra el violento crimen organizado que nos atosiga con una epidemia de feminicidios, secuestros, asesinatos brutales y la trata de adultos y niños.
Ha habido una presencia mexicana muy significativa en EEUU en tres momentos históricos: cuando había una enorme población viviendo allá y se anexionaron los territorios que pertenecían en México, en 1948; cuando la gente llegó allá para escapar de la violencia de la Revolución Mexicana, en 1910; y en esta actual migración económica. Los inmigrantes indocumentados no lo tienen fácil. A pesar de la barrera actual, cientos de miles de mexicanos (y gente de América Central y del Sur) cruzan cada año en busca de trabajo y un mejor futuro. El aumento de ellos no solo representa una bonanza para los traficantes de personas, sino que también evidencia el empobrecimiento de nuestras zonas rurales y la falta de oportunidades de empleo en nuestros pueblos y ciudades.
Todos sabemos que México debe cambiar para que mucha de la riqueza de sus recursos naturales y el trabajo duro de su gente no sigan siendo ordeñados por políticos corruptos y líderes empresariales ambiciosos. Debemos erradicar de raíz la corrupción y la impunidad, exigir más rendimiento de cuentas y reducir drásticamente el índice de pobreza, de alrededor del 45%, corrigiendo la grotesca desigualdad en el ingreso que tiene a casi la mitad de la población viviendo con precariedad.
Señor Trump, con los republicanos controlando la presidencia, la Cámara de Representantes, el Senado y la mayoría de los gobiernos estatales, usted tendrá un enorme poder. Es tiempo de hacer un nuevo acuerdo con México, y usted puede hacerlo. Eso sería un gran acto de justicia histórica.
Este post fue publicado originalmente en la edición internacional de The Huffington Post y luego en la edición mexicana