21 millones de euros en obras benéficas gracias a un Ferrari muy especial
La venta de este Ferrari por esta cantidad vuelve a demostrar lo que llevamos viendo en los últimos tres lustros: la inversión en vehículos históricos de ciertas marcas concretas se ha convertido en una inversión en valores tan segura como las que se realizan en arte.
Puede que, si no eres un auténtico friki del mundo del motor, el elaborado nombre de Ferrari 275 GTB/4*S N.A.R.T. Spider no te diga gran cosa. Para contarte esta historia, primero he de colocarte en posición de entender lo especial de esta máquina.
Corría el año 1966 cuando Luigi Chinetti, propietario de un concesionario Ferrari en Estados Unidos y también dueño del equipo de carreras NART, viajaba a Maranello para hablar con Enzo Ferrari.
Chinetti, conocedor del apetito voraz de los estadounidenses por los descapotables europeos y la creciente popularidad de Ferrari allí, quería que la casa de Maranello fabricase para sus clientes una variante descapotable del precioso 275 GTB/4 cupé convencional diseñado y carrozado por el maestro Scaglietti.
Enzo entendió rápidamente la oportunidad en las palabras de Chinetti y accedió a venderle diez unidades carrozadas como descapotables todas ellas, de la mano de Scaglietti.
Luigi tenía así entre sus manos una exclusiva que ofrecer a sus mejores clientes. Para dar más solera al modelo en cuestión, el primer Spider tomaba un papel protagonista en la película de Steve McQueen The Thomas Crown Affair en 1967 (de la que Pierce Brosnan protagonizaría un remake en 1999). McQueen quedaba enamorado del coche, y se compraba uno.
Pero la unidad protagonista de nuestra historia de hoy era otra de las diez creadas originalmente. Un acaudalado hombre de negocios, Eddie Smith Senior, acababa de comprarse la variante cupé cuando Luigi le animó a comprar la variante descapotable.
Eddie dudó... Perdería dinero si lo hacía, pero Luigi, sabedor del gusto de su cliente, le ofreció el dinero que le había costado nuevo el cupé para que Smith adquiriese su nuevo descapotable.
Así acabó el señor Smith con su 275 GTB/4 NART Spider en su garaje. Le sería entregado en 1968 (pero con número de bastidor fechado en 1967). Desde ese momento, aunque Eddie Smith cambiaba de coche como tú y yo de ropa interior, el 275 GTB/4 NART Spider permaneció en su garaje, en un estado impecable, pero disfrutando también de kilómetros en manos de un conductor ávido de disfrutar del sonido de sus doce cilindros y sus 300 caballos, capaz de llevar el coche hasta los 266 km/h.
A medida que pasaban los años, el valor del NART iba ascendiendo. El primer intento de compra llegaría del propio Steve McQueen. El famoso actor norteamericano estrellaba su propio Ferrari e intentaba comprar el coche de Steve "por la cantidad que haga falta". Pero Steve no quería vender su joya.
Y si no se la vendía a McQueen, menos la iba a vender a cualquier otro desconocido. Llegaban los años ochenta y la cotización de la máquina se disparaba por los cielos, con toda la erupción de la locura Ferrari entre los Yuppies. Con menos de ocho NART conservados, y todos ellos en colecciones privadas de personalidades con economías saneadas, cazar uno de estos coches era todavía más complicado que hacerse con un carísimo Ferrari 250 GTO (que por entonces ya tonteaba con el privilegio de ser "el coche más caro de la historia vendido en una subasta").
En 2007 fallecía Eddie Smith, y el coche pasaba a ser propiedad de sus herederos. Estos, durante estos seis años que han transcurrido desde su defunción, se habían dedicado a mantener en perfecto estado al viejo Ferrari. De hecho, Eddie Smith Junior, el hijo mayor del coleccionista, también es otro afamado coleccionista de Ferrari, y sabía mantener adecuadamente el coche.
Pero en el seno de la familia todos tenían una extraña necesidad de hacer con el coche algo que realmente hiciera justicia a la figura de Eddie.
El millonario difunto se había granjeado en vida una fama de filántropo. Muchos millones de su fortuna habían sido destinados a los más necesitados.
Así, a través de un genial vídeo de Petrolicious (a continuación y en inglés), se anunciaba que el coche saldría a subasta esta semana pasada, en la subasta de RM Auctions de Monterey, California, con la recaudación que se obtuviera por él destinada a los más necesitados.
RM Auctions, casa especializada en subastas de coches de lujo, y en especial de Ferrari, sabía que tenía una joya entre manos, joya que tasó entre los 14 y los 17 millones de dólares.
Pero no estaba nadie preparado para ver volar al 275 GTB/4 Spider NART como lo iba a hacer. Y es que en la noche del sábado las pujas se empezaron a acelerar hasta que el coche terminó vendiéndose en una asombrosa cifra de 27,5 millones de dólares (al cambio de hoy, 21 millones de euros).
Foto: Autoblog
Esto lo convertía en el segundo coche más caro de la historia de las subastas de automóviles clásicos, sólo por detrás de un Fórmula 1 de Juan Manuel Fangio, un Mercedes W196 del 54 que cambió de manos hace pocos meses por 29,7 millones de dólares.
Pero al lado de aquel Mercedes W196, el Ferrari NART tiene para sí un logro mucho más bonito. Y es que en la subasta todos ganaron. Su nuevo propietario no sólo compró una joya histórica de Ferrari, sino que además destinó 27,5 millones de dólares a obras benéficas.
En los tiempos que corren, con crisis y problemas económicos por todos los lados, ver cómo semejante cantidad van a parar a obras sociales siempre es una noticia que es bonita de contar. Pero no podemos perder otro punto importante de toda esta historia.
La venta de este Ferrari por esta cantidad vuelve a demostrar lo que llevamos viendo en los últimos tres lustros: la inversión en vehículos históricos de ciertas marcas concretas se ha convertido en una inversión en valores tan segura como las que se realizan en arte.
Y en cierto modo, ¿no son coches como este una obra de arte mecánico sobre ruedas?
Sólo esperamos y deseamos, como apasionados del motor, que este Ferrari no se quede ahora parado en un garaje oscuro climatizado, y siga pudiendo verse en eventos, con su motor V12 en marcha. Porque estas joyas merecen ser conducidas, no sólo para el disfrute personal de sus dueños, sino también para que el resto de aficionados podamos disfrutar en su presencia.