Ferrari vuelve a apostar por el talento técnico... Ya era hora
Las carreras de coches siempre han sido y siempre serán, afortunadamente, un deporte donde la técnica, el material, cuenta tanto o más que los pilotos que lo conducen en pista. Es el automovilísmo un deporte donde no se juzgan las manos del piloto, sino el resultado del conjunto coche-piloto-equipo.
Rory Byrne es el Adrian Newey de Ferrari, pero peina 69 años nada menos. Foto: Ferrari (2006).
El año pasado, cuando se terminaba la temporada de Fórmula 1, en una de mis columnas de opinión me dedicaba a criticar a Ferrari por su cabezonería en cuanto a la gestión del cuerpo técnico del equipo.
Las carreras de coches siempre han sido y siempre serán, afortunadamente, un deporte donde la técnica, el material, cuenta tanto o más que los pilotos que lo conducen en pista. Es el automovilísmo un deporte donde no se juzgan las manos del piloto, sino el resultado del conjunto coche-piloto-equipo.
No hace falta que te explique, amigo mío, que con un Minardi o un Marussia no se puede ganar un campeonato del mundo, apenas sí se puede ganar una carrera con un poco de suerte, con la excepción de aquella meteórica carrera de Vettel a los mandos de aquel Toro Rosso en Italia años atrás.
Por ello, ya que la técnica es una parte muy importante en esta ecuación, has de tener gente tanto o más buena al cargo de ella que la calidad de los pilotos que tienes para conducirla. Porque un piloto, por muy bueno que sea, no puede hacer a un coche mediocre un coche ganador. En cambio, un coche genial sí puede hacer que un piloto mediocre gane carreras (se me ocurre algún ejemplo concreto que no voy a entrar a comentar, para no herir sensibilidades).
Cuando Michael Schumacher dejó atrás la escudería Benetton para fichar por Ferrari en 1996, con Jean Todt tejiendo una reestructuración en la escudería italiana para hacerla de nuevo campeona, Schumacher pidió específicamente llevarse consigo al cuerpo técnico que le había rodeado en Enstone, con la idea de que ellos fueran los encargados de crear un cavallino ganador.
Schumacher se rodeó entonces de Rory Byrne, Ross Brawn y el propio Jean Todt para conformar lo que podríamos definir como el dream team de la Fórmula 1 del momento.
Byrne tardó tres años en crear un coche ganador, mientras Brawn, Todt y él trabajaban a pleno rendimiento para relocalizar todas las actividades de F1 de la escudería en Módena (parte se habían llevado a Reino Unido), y crear un método de trabajo óptimo que produjera coches ganadores de manera sistemática.
En 1999 Byrne creó el primer Ferrari campeón de constructores desde 1979, y si no fue candidato al título de pilotos fue porque Schumacher se rompió las piernas en él tras fallarle los frenos traseros en el arranque de una carrera. Pero entre 2000 y 2004 los diseños de Byrne barrerían el mundial.
En 2004 Byrne anunciaba que dejaba su cargo, pero Ferrari le convencía de quedarse como consultor externo hasta 2009, pero cada vez con menos participación en la dirección técnica del diseño del coche. Y los efectos de sus movimientos no tardarían en llegar. A esto se sumaba el hecho de que Ross Brawn también dejaba la escudería italiana en 2007.
2007 sería un año de transición para Ferrari. Viviendo de los restos creados por Brawn y Byrne, la escudería se llevaría el título de pilotos con un poco de suerte de la mano de Raikkonen, beneficiándose de las tortas entre Hamilton y Alonso.
De ahí a la actualidad, Ferrari se ha sumido en una generación de técnicos formados en la casa, supuestamente puestos a punto por Byrne y Brawn.
Pero el talento no se puede formar a estos niveles. Se tiene o no se tiene.
2012 empezaba con un coche que en los primeros test se mostraba con un montón de problemas para dar el rendimiento que debía. Ferrari estaba ya desesperada, y contrataba a Rory Byrne, que volvía de su retiro para echar una mano y arreglar el coche, de manera magistral, y convertirlo en un competidor apto.
La mano de Byrne se dejó notar tanto que Ferrari, tras seis años de experimentos con su "gente de dentro", ha decidido contratar al bueno de Rory Byrne ¡que tiene 69 años! para dirigir el diseño del monoplaza de 2014, al tiempo que echa una mano en el de 2013.
Y esto nos lleva a reflexionar sobre las necesidades de Ferrari. Red Bull tiene a Adrian Newey, un genio que lleva ganando desde que llegó a las carreras. Talento puro. Byrne es la respuesta de Ferrari para contrarrestar el efecto de Newey.
Pero lo que deberían plantearse en Maranello es invertir el mismo dinero y esfuerzo que hacen en contratar a los mejores pilotos para buscar al mejor ingeniero. Y no, no tiene por qué ser italiano... ya que esta parece una de las obsesiones recurrentes de Ferrari. Porque no pueden depender de un señor que, si bien es un genio, ahora mismo debería estar disfrutando a sus casi setenta años de una jubilación auténtica.
Sólo así podrán recuperar la senda de las victorias que tenían con Schumacher, y poner en bandeja a Alonso un coche consistente y vencedor desde el primer día.