Cómo frenar la guerra del terrorismo de ISIS con tolerancia
"Francia está en guerra". Estas cuatro palabras pronunciadas por François Hollande recuerdan al humo y al ruido de un disparo. Si fuera francés, habría aplaudido su determinación. A Francia le han dado un golpe y el moratón tiene que hincharse y luego curarse. Pero las consecuencias de este ataque para el resto del mundo serán importantes.
"Francia está en guerra".
Estas cuatro palabras pronunciadas por François Hollande recuerdan al humo y al ruido de un disparo. Recuerdan a la Segunda Guerra Mundial.
El "está" de "Francia está en guerra" demuestra al mundo que no se trata de una mera intención, sino de pasar ya a la acción, de buscar venganza. Son palabras de guerra que se dicen al mismo tiempo que caen bombas en los campamentos del Estado Islámico de Siria. No queda nada por imaginar o analizar. En tiempos de guerra sólo hay sitio para la guerra.
Los enfrentamientos de la guerra del Golfo se emitieron en directo en televisión. El mundo entero pudo contemplar el escenario de los ataques terroristas del 11S. Pero los ataques de París sentaron como un jarro de agua fría. Las declaraciones de Hollande atraen la atención de todos.
Si fuera francés -pero no simpatizante de Émile Arnaud, quien acuñó el término "pacifismo"- habría querido y habría esperado que mi presidente hiciera exactamente lo mismo que hizo Hollande. Habría aplaudido su determinación. Y me habría puesto a la cola para presentarme voluntario.
París. Un hombre enciende velas en la plaza de la República. (AP Photo/Laurent Cipriani)
Aunque esto ni sorprende ni es importante. A Francia le han dado un golpe y el moratón tiene que hincharse y luego curarse. Lo importante son las consecuencias de este ataque para el resto del mundo. La guerra que ha proclamado Francia se ha convertido en una guerra mundial. Quizá es demasiado pronto para dar un nombre a esta guerra, pero llegará un momento, antes de lo que creemos, en el que este conflicto recibirá el nombre de Tercera Guerra Mundial.
Washington, Londres, Moscú, Pekín, Nueva Delhi, Tokio, Pretoria... todas se han unido a la guerra.
Ha nacido una nueva OTAN, esta vez con el objetivo de frenar el terrorismo.
Ahora todos somos Churchill, de Gaulle, Roosevelt, Stalin.
La única diferencia es que ahora no hay ningún Hitler o Mussolini. Ni siquiera un Tojo.
Pero eso da igual. En la Segunda Guerra Mundial nos enfrentábamos a las SS. Ahora el enemigo es ISIS. Es más que suficiente.
Aparte de las primeras declaraciones de solidaridad, esta nueva OTAN dice cosas distintas. El mundo entero sigue los pasos de Francia, ya sea en la cumbre de ASEAN (Asociación de Naciones del Sudeste de Asia) en Kuala Lumpur o en las próximas negociaciones sobre el cambio climático en París, donde el terror va a competir con el clima por el papel protagonista.
La matanza de París ha tocado la fibra sensible de muchos, mayores y jóvenes, y los ha unido. Estados Unidos con Rusia, China con Estados Unidos y Rusia. El Cáucaso, el volátil Valle de Ferganá, Uzbekistán, Kirguizistán y Tayikistán llevan tiempo dándole sustos a Moscú. El impacto de una bomba contra un avión el mes pasado les ha hecho reaccionar. Las tensiones de China con la población musulmana en las regiones de Gansu, Sinkiang, Yunnan y Qinghai ahora se publican en mayúsculas. Toda Europa y el Reino Unido saben que los ataques de París se pueden repetir en una de sus capitales. Allí, hay muchos de "esos".
Nunca antes los musulmanes residentes en un entorno no musulmán se habían sentido tan cohibidos y vulnerables.
Es una situación peligrosa y perturbadora.
Un grupo de musulmanes expresa su solidaridad con Francia en una manifestación en Bombay (India). (AP Photo/Rafiq Maqbool)
La Constitución de la República de la India garantiza a todos sus ciudadanos el derecho a profesar y practicar cualquier religión. Y este derecho se ha estado ejerciendo, no sin dificultades, desde que la República existe (un logro que enorgullecería a sus artífices). Pero el terrorismo lo ha puesto a prueba. Y, teniendo en cuenta que el terrorismo se ha convertido en el enemigo declarado de la Tercera Guerra Mundial, este derecho se va a enfrentar a su prueba más dura hasta ahora.
El Gobierno de la India organiza cada año su fiesta nacional, el Día de la República, a la que acude siempre un invitado de honor. Tanques de verdad, armas y vehículos de guerra salen en procesión en el desfile frente al palacio presidencial. Los militares del Ejército indio, de las Fuerzas Aéreas y de la Marina salen a desfilar con precisión. Y un avión de combate sorprende a los asistentes con un gran espectáculo acrobático. Todos los ciudadanos lo contemplan asombrados y orgullosos. Ningún invitado de honor es capaz de ignorar el militarismo patente del Día de la República, el orgullo nacional creciente y el aumento de confianza que forman una inyección de adrenalina patriótica.
¿Quién será el invitado de honor del próximo Día de la República? François Hollande. La persona que ha declarado la guerra al terrorismo se encontrará en el corazón de una India marcada por el terrorismo. Sin duda estará satisfecho. Pero también comprobará que la guerra de Francia, a la que India se ha unido, tiene para la India una dimensión completamente diferente a la de Francia.
Desde la primera guerra entre India y Pakistán entre 1947 y 1948, recurrir al militarismo ha estado al alcance del seno nacionalista de ambos países. Los pacifistas de los dos lados han intentado cambiar esta situación, pero no lo han conseguido. El terrorismo, Pakistán y el Islam se conciben como la misma cosa, como resultado de una generalización peligrosa.
Sólo una mente flexible puede darse cuenta de que el terrorismo de origen pakistaní no viene solamente de Pakistán, sino de elementos anti-India de Pakistán o de grupos terroristas no identificados que cuentan con un refugio seguro en Pakistán. Los grupos terroristas no identificados de la India son una realidad. Y ahora que ISIS participa en todos ellos y que Hollande ha declarado una guerra que la India apoya totalmente, se avecina una nueva crisis para la India.
Se puede provocar a ISIS y a los grupos terroristas relacionados con ISIS para que ataquen a la India, aunque ese no fuera su objetivo original. Podemos llegar a ser testigos de un espectáculo tan cruel que nadie se parará a preguntar qué papel ha jugado la política de Washington en el auge de ISIS. Y lo que en otro lugar podría haber sido una cuestión de acción-reacción -uno atacando y otro contraatacando, casi como en una guerra convencional-, en India puede complicarse todavía más. Un ataque calculado y despiadado contra la India por parte de ISIS otorgará a las relaciones hindú-musulmanas un carácter tenso sin precedentes y podría provocar que los extremistas musulmanes y los hindúes jingoístas participaran en una simulación de la Tercera Guerra Mundial dentro de la propia India.
Podría. Lo he dicho a propósito. Pero las mentes maduras de las dos comunidades y el sentido común innato de los ciudadanos de a pie de la India no van a dejar que el país se vea envuelto en una guerra global e interna. Les hará falta valentía, pero se manifestarán y se harán oír.
Detrás de la declaración de guerra de Francia y del apoyo internacional de la misma, ambos completamente justificados, existe un peligro enorme. Se trata del peligro de confundir a los musulmanes con ISIS de manera generalizada. Francia, el Reino Unido y Estados Unidos pueden, técnicamente, comprobar las relaciones con terroristas de todos los musulmanes en sus respectivos territorios. Pero India no puede, no albergando más de 180 millones de musulmanes. Además, la idea es repugnante. Los musulmanes de la India han optado por quedarse en la India y no ir a Pakistán. Y no ha sido una decisión fácil. En Pakistán se les ha tachado de "malos musulmanes". En la India, de "malos indios" y se les ha dicho que se vayan a Pakistán.
Aamir Khan, actor, director y productor indio, habló el 23 de noviembre en Nueva Delhi sobre los ataques terroristas de París. Aamir declaró que su mujer le preguntaba a menudo si sería o no buena idea irse a vivir fuera de la India: "Aparte del nerviosismo, existe una sensación de inquietud que va en aumento y el desánimo crece. Uno entiende por qué pasan estas cosas. Es algo que te deprime".
Al principio, las reacciones fueron más de carácter reflexivo. Pero la respuesta tenía que llegar y acabó llegando con fuerza a las pocas horas. Otro actor, Anupam Kher, que no ha ocultado su simpatía por los grupos nacionalistas de la India (Hinduvta), tuiteó, dirigiéndose a Aamir, que a qué país tenía pensado ir su mujer.
El cinismo y el odio de Kher no pueden justificarse. Otro actor con ideología de derechas tuiteó que si Aamir creía que ellos eran intolerantes, le iban a demostrar lo que era la intolerancia.
La barbarie que ISIS ha cometido en París ha hecho que todos los musulmanes del mundo se vean obligados a dar explicaciones y a definirse. Ha colocado a los musulmanes de la India en la horrible situación de temer una reacción violenta local contra ellos por culpa de lo que hace ISIS como parte de su plan global. Es una tragedia cotidiana, una tortura continua. Ver la felicidad aparente de los musulmanes que siguen haciendo su vida en la India como si no les preocupara lo que está pasando enmascara la ansiedad persistente que les sobrecoge al pensar en su futuro.
No creo que la intolerancia prevalezca en la India. El pueblo de la India no es estúpido. Pero sí que vive en una vorágine de emociones en constante movimiento. Y es allí donde ciertas personas quieren obtener su dosis de diversión macabra.
Gracias a sus sangrientas masacres, puede que ISIS convierta la guerra de Francia en la Tercera Guerra Mundial. A diferencia de las dos primeras guerras mundiales -y, teniendo en cuenta la capacidad del terrorismo para ocultarse, disfrazarse, sorprender, matar y morir- podría ser una guerra eterna. Aunque el resto del mundo se una a la lucha contra el terrorismo, los grandes mandatarios de la India han de asegurarse de que la Tercera Guerra Mundial no consiga provocar que sus propios combatientes empiecen un nuevo y sangriento capítulo de la historia del país.
Y a ningún Gobierno de la India se le permitirá despojar al país de sus principios éticos y morales. Eso ayudará a la India a atravesar sana y salva los campos de minas que la esperan.
Este post fue publicado originalmente en la edición estadounidense de 'The Huffington Post' y ha sido traducido del inglés por Irene de Andrés Armenteros