"Una red para combatir una red": la cruzada de la UE contra la entrada de droga por sus puertos
Bruselas lanza la Alianza Europea de Puertos, una asociación público-privada para mejorar la coordinación y la comunicación contra las mafias y localizar lagunas. En los muelles se decomisa el 70% de los narcóticos que llegan al viejo continente.
"Hace falta una red para combatir a una red". La comisaria de Interior europea, Ylva Johansson, lo tiene clarísimo: las mafias de la droga han tejido una tela de araña inmensa, fuerte y casi invisible, por la que traen estupefacientes a la Unión Europea, sobre todo desde América Latina, y perseguirlas en puntos concretos, con recetas nacionales, no sirve. Hay que tejer otra trama igualmente extensa, resistente y tupida que las pare. Esa es su nueva Alianza Europea de Puertos.
La iniciativa, puesta de largo recientemente en Amberes (Bélgica), trata de unir a administraciones públicas y agentes privados, desde la seguridad al comercio, para cerrarles las puertas a los narcos en los muelles. Se calcula que son el escenario de casi el 70% de todos los decomisos por droga realizado por las autoridades aduaneras en la Unión.
La Comisión entiende que combatir a los criminales en un puerto sólo hace que se vayan a otro. Es lo que ha ocurrido con la presión ejercida por el Gobierno de Países Bajos en Róterdam, que ha acabado desplazando a las mafias a Amberes. De las más de 300 toneladas anuales de cocaína -la droga más preciada- que se localizan como media al año en el viejo continente, 121 se encontraron el año pasado en el puerto belga, un 10% más que un año antes, subida que ha venido acompañada de ajustes de cuentas y vendettas que han dejado hasta niños muertos por el camino.
Por eso, ha decidido crear esta Alianza, a la que se han sumado de inicio 16 de los principales puertos de Europa, para que actúen en común, en bloque, a una, sin dejar espacio a los traficantes. Por parte de España, el Ministerio del Interior ha confirmado la participación de los de Valencia, Barcelona y Algeciras, este último cercano al escenario del asesinato de dos guardias civiles en Barbate, embestidos por una narcolancha en 9 de febrero pasado.
"La complejidad del paisaje criminal no para de aumentar. Para mí, es evidente que no conseguimos frenarlo si nos concentramos únicamente a nivel nacional", expone la ministra de Interior belga, Annelies Verlinden, cuyo país ostenta la presidencia de turno del Consejo europeo y que ha hecho de esta apuesta una de sus ejes centrales, desesperados como están por lo que entra por Amberes en sus 12 millones de contenedores anuales.
Es extremadamente fácil para los malos entrar por estas infraestructuras mastodónticas y es extremadamente difícil, por lo mismo, descubrirlos. "Debemos ser muy listos haciendo nuestro trabajo (...), ellos han evolucionado en escala, en sofisticación y en consecuencias violentas", ahonda la comisaria Johansson, que confirma además que los precios de la cocaína siguen bajando en la calle, "lo que demuestra que esta droga está presente" que lejos de bajar el flujo "hay más que nunca", que es "inmune a la inflación", literalmente. De ahí nace esta unión de navieras, autoridades aduaneras, cuerpos policiales que quiere aportar "resiliencia" a los puertos frente al ataque callado de los narcos.
Un objetivo que, según se explicó en la presentación de la iniciativa en la ciudad amberina, se intentará lograr con una triple estrategia: movilizar a los servicios aduaneros, incrementar las operaciones policiales a través de Europol o plataformas como la Multidisciplinar Europea contra las Amenazas Delictivas (EMPACT) y fomentar la cooperación entre administraciones y empresas para involucrarlas activamente en la lucha contra el crimen organizado.
Con la nueva herramienta, se pretende "identificar las vulnerabilidades, compartir las mejores políticas y encontrar soluciones prácticas" entre todos, añaden. Ponen como ejemplo la alianza entre Países Bajos y Bélgica que, ante las cifras récord de coca localizadas en sus puertos, firmaron un acuerdo con cinco de las principales navieras del mundo (MSC, Maersk, CMA CGM, Hapag-Lloyd y Seatrade) para luchar contra el "narcoterrorismo". Está empezando a funcionar y desplazando a las mafias al norte, a países como Suecia, de donde procede justamente la comisaria Johansson, no sólo en cuestión de narcóticos, sino de trata de personas, otro flanco del acuerdo.
Este "esfuerzo colaborativo" se concretará en intercambio de información y de buenas prácticas por parte de los distintos puertos, una cartografía de los flujos de la droga hacia Europa, para ver cómo actúan las redes cuando se ven presionadas, y actuaciones directas para desmantelar esas redes. Con la Alianza, incide Interior, se van a reforzar las operaciones policiales en los 16 puertos seleccionados, implicando desde los operadores de terminales a las empresas navieras y de logística. Habrá que investigar mejor, a su vez, las finanzas de las redes, de dónde les viene el dinero y cómo lo mueven en este mundo digital, afinando el rastreo. Para ello, los países se apoyaran en los jueces y fiscales especializados y en las alertas del sistema de información de Schengen.
El nuevo marco de trabajo, aunque descansa en los hombros de los estados miembros, también lleva una partida económica: se destinarán 200 millones de euros a la compra de equipos de última generación para escanear los contenedores de forma más precisa.
Los Veintisiete se reunirán cada año a nivel ministerial para examinar cómo avanzan los trabajos de una iniciativa que, pese a todo lo bueno que promete aportar, también nace con alguna sombra: como ha indicado el digital POLITICO, quedan fuera de la red de puertos aquellos que son propiedad o están parcialmente controlados por estados no miembros, y eso deja fuera, por ejemplo, al puerto del Pireo, en Grecia, en manos del gigante naviero estatal de China, COSCO, con dos tercios del consorcio. No es que venga del este la ruta de droga más importante, pero se generan "dudas sobre la capacidad de mantener la seguridad en infraestructuras críticas de propiedad extranjera", señala la información.
Droga es igual a crimen
Desde la Comisaría europea de Asuntos de Interior detallan que es "esencial" movilizar a la comunidad aduanera, en lo privado y en lo público, contra la presencia de la droga, que es una apuesta personal de la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, contra la criminalidad en la UE, que ha cristalizado en una hoja de ruta que se espera completar en la próxima legislatura y que busca el desmantelamiento de redes instaladas en Europa, la prevención de la delincuencia organizada y la colaboración con socios internacionales.
Y es que la mitad de los homicidios en los Veintisiete, detallan, están hoy relacionados con el tráfico de drogas y las redes, "cada vez más", están infiltradas en las economías nacionales. La droga es, en la mayoría de los casos, la principal fuente de ingresos de los delincuentes de toda naturaleza. Son grupos fuertes, internacionales, profesionales y violentos, en expansión, que hasta se dedican a captar menores. "Son como niños soldados", expuso la comisaria, dejando en silencio al auditorio. Vienen a la cabeza los informadores y vigilantes de alguna playa española.
La Alianza de Puertos, más allá de lo meramente policial, tiene un fondo ideológico del que su comisaria se siente orgullosa: es la "defensa de la democracia" que subyace a la iniciativa y la impregna. Lo explica claro: las mafias, con sus ramificaciones locales, no dudan en corromper a los estibadores, a los transportistas, a los agentes de aduanas o a los propios policías, desgastando el sistema incluso con servidores públicos. Eso degrada la sociedad y su capacidad de toma de decisiones. Se llega al poder, también, con sobornos, amenazas o corrupción. Las bandas explotan las debilidades del sistema.
Pone como ejemplo el caso de Ecuador, donde los narcos están detrás de los recientes brotes de violencia contra el Gobierno y hasta se han permitido matar a candidatos presidenciales como Fernando Villavicencio. Un ataque directo a las instituciones en busca de un narcoestado o, al menos, un Ejecutivo satélite que obedezca a las mafias. Justo con Ecuador se quiere firmar pronto un acuerdo de cooperación, como el que Bruselas tiene ya con Colombia, porque este país latinoamericano se ha convertido en el principal exportador de cocaína producida en Colombia y Perú y enviada a la UE. De nuevo, la presión en los puertos colombianos ha trasladado al sur, a Guayaquil, su base de operaciones.
Los puertos, siempre los puertos, también para la economía: contribuyen al 75% del volumen del comercio exterior de la UE y al 31% del volumen de su comercio interior, por eso no hay que arrojar sombras sobre ellos, sino protegerlos. El llamamiento de Europa a la contraparte privada en esta defensa es cristalino: la corrupción aparejada a la droga que se asienta en parte de la estructura de los puertos es "también un riesgo para el comercio legal". Toca arrimar el hombro.
Las rutas y los miedos
En este momento, la principal ruta de la droga procede del sur de América, puertos del otro lado del charco conectados con estos grandes puertos europeos, pero también hay una segunda rama potente, hacia el norte o el oeste de África, donde la droga se carga en embarcaciones más pequeñas -sin contenedores- que se llevan, especialmente, a la costa española.
La comisaria sueca, aparte de destacar el "obvio" poder de la coca en el mercado, puso el acento también en la "preocupación" que generan las drogas sintéticas, como ya apuntaba el Informe Europeo sobre Drogas de 2023. Anfetaminas y éxtasis están haciendo nace "una nueva red criminal europea". La UE denuncia, en este caso, Europa no es que sea receptora, sino que es productora de drogas sintéticas, un "exportador neto" al resto del mundo. "Desmantelamos 400 laboratorios cada año, es algo que realmente me preocupa", reconoce Johansson.
Los traficantes de aquí, añade, "han adquirido de los cárteles de México el conocimiento necesario" como para empezar a traer fentanilo, la droga que está matando a miles en Estados Unidos y que fue introducida desde su frontera sur. No obstante, aún su presencia a este lado del Atlántico es "muy débil".