Un experto revela el momento exacto en el que Europa se quitará los frenos y entrará en guerra directa con Rusia
Nada ha podido convencer a la UE de dar un paso adelante, dejando a Putin en la posición que quiere estar, es decir, con grandes sectores del continente indefensos ante Moscú, afirma Keir Giles.
La guerra entre Rusia y Ucrania no ha logrado convencer a Europa de que Moscú representa una amenaza existencial para el continente, por lo que no se ha tomado en serio su gasto en Defensa, en líneas generales. Esa es la mala noticia. ¿La buena? No hay ninguna. Lo afirma Keir Giles, autor de Russia's War on Everybody y Who Will Defend Europe? y consultor sénior en Chatham House, el Instituto Real de Asuntos Internacionales de Londres, de referencia en política exterior.
En una entrevista exclusiva con Euromaidan Press, afirma que, a menos que se produzca un ataque contra un país europeo que afecte directamente a los intereses de Francia o Alemania, la Unión Europea seguirá dormida. Sobre todo, dice, porque muchos líderes europeos están dispuestos a aceptar el posible alto el fuego de Donald Trump, el presidente electo de EEUU.
Giles cree que las "vacilaciones" de la OTAN "no tendrán fin". "Si escuchamos lo que dijo el presidente Zelenski al ofrecer formas en que Europa podría salvaguardar su futuro otorgando membresía en la OTAN a las partes libres de Ucrania, creo que lo hizo porque sabía que no sucedería", indica. "En primer lugar, la OTAN no actúa de inmediato y, en segundo lugar, hay miembros importantes de la OTAN que se oponen rotundamente a resolver los problemas de seguridad de Europa de esa manera. Creo que fue una manera de poner en evidencia a la OTAN. La Alianza no está dispuesta a hacer todo lo que sea necesario para proteger el continente europeo, aunque ese sea su propósito original", remata.
Países como Estados Unidos o Alemania se oponen vehementemente a la adhesión de Ucrania. ¿Por qué? El analista dice que son "psicopatologías muy específicas que hay que explorar en la oposición de cada país". "Algunos países están subvertidos por intereses prorrusos, como Hungría y, en cierta medida, Eslovaquia. Alemania, por supuesto, tiene sus propias razones históricas y políticas actuales para no poder abordar los problemas que enfrenta. Poniendo todo junto, lo que tenemos es un fracaso en la resolución de la situación".
Ante el debate de si la entrada en la OTAN permitiría a Ucrania adquirir armas nucleares o seguir el camino de Israel o Suiza en cuanto a la construcción de su modelo de defensa, el especialista indica con claridad: "No conozco a nadie que se tome en serio la discusión sobre la rápida adquisición por parte de Ucrania de sus propias armas nucleares".
"Creo que ese es el resultado lógico para varios países que han observado el éxito de la intimidación nuclear rusa a los Estados Unidos. Pero los pasos para llegar a ese resultado lógico y hacerlo realidad no son tan simples como comprar una bomba nuclear lista para usar. En cuanto al modelo del erizo y a lograr que Ucrania sea lo suficientemente resistente como para soportar por sí sola la presión rusa, es un proceso largo y difícil, siempre y cuando se ponga fin a los combates", dice .
Pero también es un arma de doble filo, avisa. "Rusia utilizará cualquier cese del fuego o acuerdo negociado para construir su propia fuerza militar aún más rápido porque Ucrania no está ocupada erosionándola y abordándola tan rápido como Rusia puede construirla", sostiene.
"No es de extrañar que a mucha gente en toda Europa le gustaría que todo el problema desapareciera y tomara el alto el fuego como una prueba de que el problema se ha solucionado en lugar de simplemente archivado o pospuesto, y que volviera a la normalidad. La gente, incluso en muchos centros de toma de decisiones europeos, aún no está convencida de que la guerra en Ucrania no sea una crisis temporal, sino una prueba del desafío sistémico y existencial que enfrenta Europa", ahonda.
A la pregunta de qué hace falta entonces para que cambien de opinión los líderes europeos, vista la amenaza, Giles es rotundo: "Sólo un desastre", resume. "Tiene que haber un resultado suficientemente catastrófico. Eso es lo que hace falta para que despierten y se den cuenta de que una respuesta europea unificada es lo único que nos mantendrá a todos a salvo".
Un ataque a otro país que afecte directamente a los intereses de Francia o Alemania ya vale de supuesto. "O Rusia intensifica su campaña contra la infraestructura o los aviones de pasajeros de una manera que afecta indiscriminadamente las vidas de ciudadanos europeos de varios países diferentes que piensan que lo que está sucediendo en Ucrania es un problema de otros".
Afina el analista que "no es culpa de Trump" que tantos gobiernos de toda Europa hayan "eludido sus responsabilidades de proteger a sus sociedades", economías y países durante tanto tiempo. "Todo lo que ha hecho Trump es poner de relieve las consecuencias de ello, de modo que el pánico se apoderó de varias capitales europeas cuando fue reelegido porque saben que tendrán que enfrentarse a las consecuencias de las decisiones que tomaron durante décadas", destaca.
Pero hay una gran diferencia entre la percepción de la gente y la de algunos funcionarios de rango medio. "Hemos visto en varios países que algunos ministros y jefes de inteligencia están dando la voz de alarma, pero el nivel de toma de decisiones más alto no actúa en consecuencia".
Hay ejemplos de "cambios de actitud" y de "enfoque exitosos" por parte de altos dirigentes europeos, matiza. "Como Macron, quien, como lo describieron sus allegados, se radicalizó por la decepción porque pensó, como muchos antes, que sería capaz de trabajar con Moscú. Lo intentó, fracasó por razones obvias y, como resultado, se convirtió en un halcón en contra de Rusia", expone.
"El problema es que, en cuanto se han dado cuenta del problema de Rusia, los dirigentes europeos suelen ser reemplazados, porque vivimos en democracias. Lo mismo ocurre con las empresas, los militares y los medios de comunicación, donde también hay rotación", denuncia.
Regresa, pues, a su idea de fondo: "Hasta que algo suficientemente dramático se presente ante los líderes europeos y los obligue a actuar, parece que hay pocas perspectivas de que algo cambie. El inconveniente de esto es que, cuando sucede, suele ser a costa de las vidas de buenas personas".
Hay quien ya ha asumido la realidad. "Ya no nos preguntan qué ocurrirá después de Putin porque la gente entiende que lo que ocurrirá después es más de lo mismo". Por tanto, "el optimismo se ha desvanecido", y en algunos aspectos es más fácil explicar que Rusia es un problema de largo plazo, no una crisis actual. "La otra forma de optimismo, que sostiene que existe algún tipo de oposición significativa que podría marcar una diferencia, es más difícil de erradicar".
"Hasta que se demuestre que no es así, creo que persistirá, porque a los occidentales creyentes en una democracia liberal les resulta muy difícil aceptar que no existe una oposición significativa a la visión de Rusia que defiende Putin", dice.
Sobre la oferta de negociación lanzada por Trump, que no ha regresado a la Casa Blanca y ya ha llamado a Putin, cree que "no hay duda de que Putin ayudará a Trump a conseguir algo porque Rusia quiere que su hombre en la Casa Blanca quede bien". Otra cuestión es cómo será eso en realidad. "Sería relativamente fácil organizar algo que Trump pudiera proclamar como una victoria, pero que no cambiaría mucho la situación sobre el terreno. Aunque un alto el fuego es desastroso para la seguridad futura de Europa, podría ser bien recibido no sólo por Trump sino también por algunos políticos europeos", augura.
"Deberíamos recordar el período inmediatamente anterior a la invasión a gran escala de Ucrania, cuando todo el mundo sabía que iba a ocurrir. La suposición generalizada en muchos análisis occidentales y, aparentemente, también en los gobiernos occidentales de que no habría una resistencia efectiva y que Ucrania pronto estaría bajo el dominio ruso", recuerda.
"El peor escenario al que nos enfrentamos en este momento es que Trump, de alguna manera, genere una situación en la que Ucrania se vea obligada a someterse a un alto el fuego o no lo haga y sea efectivamente invadida porque el apoyo de los Estados Unidos se evapore por completo", afirma. Aún no sabemos exactamente qué influencia cree que tiene sobre Ucrania para intentar que este país deje de luchar.
Sobre el Gobierno ucraniano, cree que es difícil hacer más de lo que se ha hecho en estos dos años largos de invasión. "Ha trabajado muy duro y con gran eficacia para transmitir el mensaje". "No es culpa del gobierno ucraniano ni de los miembros más activos de la coalición que lo respalda que el mensaje simplemente no haya calado. O que los estados occidentales no aumenten su apoyo a Ucrania o fortalezcan su propia defensa", explica.
"Los gobiernos europeos siguen considerando que la idea de gastar más en defensa es más arriesgada que dejar a su país más o menos indefenso y potencialmente derrotado en un conflicto, lo que arruinará el futuro de sus hijos y nietos durante generaciones. Cuando esa decisión se ponga a prueba –como probablemente ocurrirá en un futuro no muy lejano, cuando Rusia dé su siguiente paso en Europa–, las personas que tomaron esas decisiones estarán jubiladas o muertas", avisa.
A esto hay que sumarle las decisiones tomadas hace décadas, en las que los países de Europa occidental, en particular, "partieron del supuesto de que la guerra era algo que le sucedía a otros pueblos y que nunca afectaría a su patria". "Esto ha dejado a Rusia con un gran número de blancos fáciles en toda Europa, si quiere dar su siguiente paso para debilitar a la OTAN después de que la situación en Ucrania quede aparcada temporalmente", lamenta.
"Todo esto, por supuesto, deja a Putin precisamente en la posición que quiere estar, es decir, con grandes sectores de Europa indefensos ante él", concluye.