Un experto define lo que supone que EEUU permita a Kiev usar armas estadounidenses dentro de Rusia

Un experto define lo que supone que EEUU permita a Kiev usar armas estadounidenses dentro de Rusia

Y hace proyecciones sobre lo que puede suponer en la ofensiva de Jarkov, donde Moscú ha avanzado en pocos días más que en dos años largos de guerra. 

Soldados de Ucrania revisan los daños causados por Rusia en un edificio civil de Jarkov, el pasado 27 de mayo.Vlada Liberova / Libkos / Getty Images

El presidente estadounidense, Joe Biden, ha dado permiso a Ucrania para utilizar armas suministradas por su país para atacar objetivos en suelo de Rusia, pero sólo cerca de la región de Jarkov

Kiev había pedido reiteradamente usar armas estadounidenses con "fines de contraataque" para "contraatacar a las fuerzas rusas que los atacan o se preparan para atacarlos". Las fuerzas rusas han logrado avances en la región de Jarkov en las últimas semanas, después de una ofensiva sorpresa en la zona, cerca de la frontera con Rusia, lanzada el 10 de mayo y que apenas ha empezado a controlar Kiev. 

Un funcionario estadounidense ha afinado a la BBC: "Nuestra política con respecto a la prohibición del uso del Sistema de Misiles Tácticos del Ejército [ATACMS] o ataques de largo alcance dentro de Rusia no ha cambiado". "Nunca les hemos dicho [a Ucrania] que no pueden derribar un avión ruso sobre suelo ruso que viene a atacarlos". 

En un análisis de urgencia mientras EEUU aún duerme, John E. Herbst, director senior del Centro Eurasia del Atlantic Council y exembajador de Estados Unidos en Ucrania, ha expuesto su primera lectura de este ansiado paso. "Ante la presión del presidente ucraniano Volodimir Zelenski y los aliados de la OTAN, la administración Biden ha cambiado de rumbo", confirma, pero lo ha hecho de una manera "excesivamente cautelosa", en consonancia con la actitud general de la Casa Blanca desde que la guerra se inició, en febrero de 2022, afirma.

"Ucrania sólo puede utilizar las armas en territorio ruso que limita con el noreste de Ucrania", recuerda. Además, los ataques "sólo pueden dirigirse a tropas concentradas en la frontera y a sistemas de armas que ataquen o se preparen para atacar a Ucrania". Según Herbst, eso parece descartar que Ucrania utilice el Sistema de Misiles Tácticos del Ejército (ATACMS) de 300 kilómetros de alcance, que Estados Unidos envió por primera vez a Ucrania en marzo y en secreto, por lo que se entiende que la penetración no será muy profunda. Añade el especialista que "no está claro" si a Ucrania se le permitirá utilizar el ATACMS de 150 kilómetros de alcance, una versión más limitada.

Según indica en su análisis, "la urgencia de corregir el rumbo tiene que ver con el actual avance de Rusia sobre Jarkov", que es la segunda ciudad más grande de Ucrania, hasta un día fue su capital, y "se encuentra a sólo 30 kilómetros de la frontera rusa". El propio Vladimir Putin ha dicho que no tiene intención de conquistarla, pero nadie sabe realmente las intenciones del presidente de Rusia.

Járkov "ha sido golpeado sin piedad por artillería y bombas lanzadas por aviones rusos justo al otro lado de la frontera", señala el Council. Allí, las fuerzas rusas disfrutaban de un "santuario" bajo las reglas anteriores de la administración Biden, que bloqueaban los ataques ucranianos contra Rusia con armas estadounidenses. Se calcula, dice la Inteligencia ucraniana, que puede haber 30.000 soldados enemigos al otro lado esperando para atacar a lo grande. Se calcula que, de hecho, han penetrado unos siete kilómetros ya en suelo ucraniano, el mayor avance en la zona en dos años de contienda. 

La decisión de la Casa Blanca "hace lo mínimo para ayudar a Ucrania en su difícil situación en el noreste", eliminando "una carga importante para los esfuerzos de Ucrania por defender a los civiles en Jarkov y detener la ofensiva rusa", concluye el experto . Al mismo tiempo, "hace pública una serie de restricciones que parecen diseñadas para moderar la reacción de Moscú".  "Este medio paso es ciertamente mejor que ninguno", añade, pero "no envía el mensaje necesario de determinación estadounidense al Kremlin", concluye.