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Se activan los 'búnkeres del miedo' en España ante la temida llegada de Rusia a Occidente

Se activan los 'búnkeres del miedo' en España ante la temida llegada de Rusia a Occidente

El temor a un conflicto global activa el interés sobre los refugios en todo el país.

Uno de los pasillos del búnker del parque del Capricho, en Madrid.Ricardo Rubio

El reciente lanzamiento de un misil hipersónico por parte de Rusia ha elevado la tensión en Europa, despertando temores sobre un posible conflicto de escala mundial. Vladímir Putin, con sus amenazas de atacar una base estadounidense en Polonia con “armamento avanzado”, ha intensificado el clima de incertidumbre, llevando a varios países a tomar medidas preventivas.

En este contexto, Finlandia, Suiza y Noruega ya han comenzado a distribuir manuales de guerra a sus ciudadanos. Ahora, España se suma a este enfoque preventivo con el anuncio de su primer manual de riesgos de guerra, una iniciativa destinada a preparar a la población para eventuales escenarios de conflicto. Sin embargo, esta medida no ha pasado desapercibida, y ha generado cierta preocupación entre los españoles.

El resurgir de los búnkeres en España

Ante el miedo a una posible guerra nuclear, los búnkeres de España, muchos de ellos construidos durante la Guerra Civil, vuelven a captar atención. Aunque diseñados originalmente para proteger a la población de bombardeos, estas estructuras han adquirido un renovado interés como posibles refugios en caso de emergencia.

En Madrid, uno de los búnkeres más destacados se encuentra en el Palacio de La Moncloa, sede del Gobierno. Este refugio subterráneo, de tres pisos y 7.500 metros cuadrados, está preparado para resistir ataques nucleares y químicos. Equipado con cámaras frigoríficas, puertas secretas y hasta un pequeño cementerio, se perfila como uno de los más avanzados del país.

Otra instalación relevante es la base aérea de Torrejón de Ardoz, también en Madrid, con capacidad para albergar a 600 personas en un refugio de 10.000 metros cuadrados. En Toledo, bajo el Hotel Ébora de Talavera de la Reina, se encuentra un búnker privado que, aunque menos conocido, destaca por su tamaño y funcionalidad.

Más allá de los refugios adaptados a amenazas modernas, España conserva búnkeres históricos que reflejan su pasado bélico, como el búnker de El Capricho en Madrid, situado en un parque de 2.000 metros cuadrados; el búnker del Carmel y de Santa Susana en Barcelona; el de Cap Negret en Altea (Alicante); el de Los Muertos en Cabo de Gata (Almería); el de Villa del Río en Córdoba; el de Santa Úrsula en Tenerife, y el de Colmenar de Arroyo, también en Madrid.

Aunque la mayoría de estos refugios no están diseñados para resistir explosiones nucleares, su existencia genera cierta sensación de seguridad en tiempos de incertidumbre.

El creciente temor a una guerra global ha devuelto al primer plano las preocupaciones sobre la seguridad civil. Aunque los expertos coinciden en que un ataque nuclear sigue siendo poco probable, las medidas preventivas, como la actualización de manuales de guerra y la revisión de búnkeres, reflejan el esfuerzo de las autoridades por estar preparadas para cualquier eventualidad.

En un mundo donde las tensiones internacionales parecen aumentar día a día, los búnkeres no solo representan una posible protección física, sino también un alivio psicológico para quienes prefieren estar prevenidos ante lo peor.