Rusia se hunde en el mar
Moscú está librando una terrible guerra naval en el mar Negro, que obstaculiza sus ambiciones de gran potencia.
El conflicto actual entre Rusia y Ucrania, iniciado en febrero de 2022, se ha desarrollado en gran medida en tierra y aire. Es una guerra terrestre muy disputada y agotadora, acompañada de brutales ataques aéreos rusos contra infraestructura civil y una respuesta ucraniana lenta pero creciente.
Hay un foco menos apreciado pero vital de la guerra, no obstante, que también se desarrolla en el agua. Allí, la disputa por el control del mar Negro es clave y, en este flanco, "Rusia se ha visto derrotada de manera sorprendente". Es la afirmación que hace Colin Flint, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad Estatal de Utah (EEUU), en un análisis publicado en The Conversation.
Esta pérdida, dice, tiene consecuencias potencialmente "de largo alcance". "No sólo limita la capacidad de Moscú de proyectar su poder en todo el mundo a través de medios navales, sino que también ha dado lugar a una creciente cooperación de Rusia con China, donde Moscú está surgiendo como un partido menor de Pekín en alta mar", afirma.
Todavía existe una tendencia artificial a dividir el mundo en potencias terrestres y marítimas, acompañada de la idea de que la guerra naval y la guerra militar están en cierta medida separadas, indica, pero eso nos da "una falsa impresión del progreso de Rusia en la guerra con Ucrania".
"Si bien Moscú ciertamente ha tenido algunos éxitos en tierra y en el aire , eso no debería desviar la atención de la sorprendente derrota de Rusia en el mar Negro, "que ha obligado a Rusia a retirarse de la costa ucraniana y mantener sus barcos lejos del frente de batalla".
En su reciente reciente libro Aguas cercanas y lejanas: la geopolítica del poder marítimo, el profesor dice que los países marítimos tienen dos preocupaciones: "deben intentar controlar las partes del mar relativamente cercanas a sus costas, o sus aguas cercanas; mientras tanto, aquellos con la capacidad y el deseo de hacerlo tratan de proyectar poder e influencia en las aguas lejanas al otro lado de los océanos, que son las aguas cercanas a otros países".
El mar Negro es un mar relativamente pequeño y muy cerrado que comprende las aguas cercanas a los países que lo rodean: Turquía al sur, Bulgaria y Rumania al oeste, Georgia al este, y Ucrania y Rusia al norte. El control de las aguas cercanas al mar Negro ha sido disputado a lo largo de los siglos y ha jugado un papel en la actual guerra entre Rusia y Ucrania.
La toma de la península de Crimea por parte de Rusia en 2014 le permitió controlar el puerto naval de Sebastopol. Lo que antes eran aguas cercanas a Ucrania se convirtieron de facto en aguas cercanas para Rusia.
"El control de estas aguas cercanas permitió a Rusia perturbar el comercio de Ucrania, especialmente la exportación de cereales a aguas lejanas de África", afirma Flint. "Pero las acciones de Rusia fueron frustradas gracias a la colaboración de Rumania, Bulgaria y Turquía para permitir el paso de buques de carga a través de sus aguas cercanas y luego a través del Bósforo hacia el Mar Mediterráneo", ahonda.
El uso que hace Ucrania de las aguas cercanas a estos otros países "le permitió exportar entre 5,2 y 5,8 millones de toneladas de cereales al mes en el primer trimestre de 2024". Obviamente, es una disminución respecto de las exportaciones de Ucrania de alrededor de 6,5 millones de toneladas al mes antes de la guerra, que luego se redujeron a solo dos millones de toneladas en el verano de 2023 debido a los ataques y amenazas rusas.
"Pero los esfuerzos por limitar el control de Rusia sobre las aguas cercanas a Ucrania en el Mar Negro, y la falta de voluntad de Rusia para enfrentar las consecuencias de atacar barcos en las aguas cercanas a los países de la OTAN, significaron que Ucrania todavía podía acceder a aguas lejanas para obtener ganancias económicas y mantener a flote la economía ucraniana", argumenta.
Sensación de hundimiento
"Además de verse frustrada en su capacidad de interrumpir las exportaciones ucranianas, Rusia también ha sido objeto de ataques navales directos de Ucrania. Desde febrero de 2022, utilizando drones de ataque no tripulados, Ucrania ha hundido o dañado con éxito barcos rusos y ha reducido la flota rusa del mar Negro, hundiendo alrededor de 15 de su flota de antes de la guerra, compuesta por unos 36 buques de guerra, y dañando muchos otros", indica el analista.
Rusia se ha visto obligada a limitar el uso de Sebastopol y a estacionar sus barcos en la parte oriental del Mar Negro. No puede funcionar con eficacia en las aguas cercanas que obtuvo con la toma de Crimea. Y los reveses navales de Rusia contra Ucrania "son sólo los últimos de sus dificultades históricas para proyectar su poder marítimo y su consiguiente tendencia a centrarse principalmente en la defensa de las aguas cercanas". Hay antecedentes en las dos Guerras Mundiales, por ejemplo, o en la Guerra Fría. "Y ahora Rusia ha perdido el control del mar Negro y no puede operar en esas aguas cercanas, que antes eran seguras. Estas pérdidas reducen su capacidad de proyectar su poder naval desde el mar Negro hasta el mar Mediterráneo", sostiene el norteamericano.
Ante una "pérdida evidente en su patio trasero" y una "posición débil en sus aguas cercanas", Rusia sólo puede proyectar poder "en aguas lejanas mediante la cooperación con una China que está invirtiendo fuertemente en capacidad naval en aguas lejanas".
Pone como ejemplo los ejercicios navales conjuntos en el Mar de China Meridional en julio de 2024. Wang Guangzheng, del Teatro Sur de la Armada del Ejército Popular de Liberación de China, dijo sobre las maniobras que "la patrulla conjunta entre China y Rusia ha promovido la profundización y la cooperación práctica entre los dos en múltiples direcciones y campos". Y mirando hacia el futuro, afirmó que el ejercicio "mejoró efectivamente la capacidad de las dos partes para responder conjuntamente a las amenazas a la seguridad marítima".
"Esta cooperación tiene sentido en términos puramente militares para Rusia, un proyecto de proyección de poder marítimo mutuamente beneficioso, pero en gran medida beneficia a China", analiza el autor. "Rusia puede ayudar a China a defender sus aguas cercanas al norte y a garantizar el acceso a aguas lejanas a través del océano Ártico, un ámbito cada vez más importante a medida que el cambio climático global reduce el obstáculo que plantea el hielo marino, pero Rusia sigue siendo en gran medida un socio menor".
"Los intereses estratégicos de Moscú sólo serán apoyados si coinciden con los intereses chinos", es así. Más concretamente, el poder marítimo consiste en proyectar poder para obtener beneficios económicos. "Es probable que China utilice a Rusia para ayudar a proteger su actual alcance económico en aguas lejanas de África, el Pacífico, Europa y Sudamérica, pero es poco probable que ponga en peligro esos intereses en aras de los objetivos rusos", defiende.
Es cierto que Rusia tiene intereses económicos en aguas lejanas, especialmente en el Sahel y el África subsahariana, y la protección de los intereses rusos en África complementa la creciente presencia naval de China en el océano Índico para proteger sus propios intereses económicos y los de mayor alcance mundial, "pero la cooperación seguirá estando a instancias de China".
Como conclusión, expone que "Rusia, que se encuentra atrapada en aguas cercanas al mar Negro como resultado de su guerra en Ucrania, actualmente tiene como única vía para proyectar su poderío naval el acceso a aguas lejanas de África y el océano Índico como socio menor de China, que dictará los términos y condiciones". Incluso si Rusia logra la victoria en tierra en su guerra contra Ucrania, "no compensará su incapacidad actual para proyectar su poderío a través de los océanos por sí sola".