Rusia cuela un barco 'fake' en Europa y desconcierta a todos los radares
Las autoridades de Estonia descubren un sofisticado engaño con un barco ruso que nunca llegó a atracar en Tallin, a pesar de lo que afirmaban los radares.
Las autoridades marítimas de Estonia reaccionaron con rapidez el pasado martes cuando los radares internacionales indicaron que el buque de investigación ruso Akademik A. Karpinski había atracado en el puerto de Vene-Balti, en Tallin. Como cualquier barco ruso tiene prohibida la entrada a los puertos europeos como consecuencia de las sanciones de la UE impuestas a Rusia por la guerra en Ucrania, las autoridades se dirigieron al lugar. Sin embargo, al llegar, no había rastro del barco detectado por los sistemas de seguimiento.
Lo que en un principio parecía un error técnico, la investigación abierta tras el incidente ha revelado que se trata de un sofisticado engaño. Al parecer, el buque de investigación ruso habría manipulado su sistema de identificación automática (AIS), obligatorio para todos los grandes barcos o que, en su lugar, habría utilizado un sistema W-AIS, diseñado específicamente para buques militares y que permite alterar la posición real en el mapa. Esta versión, según el tabloide finlandés Iltalehti, explicaría que el Akademik A. Karpinski simulase estar atracado en un puerto europeo sin abandonar su punto de origen en Rusia. El navío, al parecer, nunca había salido de San Petersburgo.
Jaak Viilipus, jefe del Departamento Marítimo del Ministerio de Medioambiente de Estonia, ha mostrado su preocupación sobre las derivadas que pueda tener el incidente: "Cuantas más alteraciones haya del GPS, mayores serán los riesgos para la seguridad en el mar", señala al periódico finés. Y es que este no es un caso aislado. Las interferencias en el GPS han ido en aumento en el golfo de Finlandia y el mar Báltico, especialmente desde el estallido de la guerra en Ucrania, según han confirmado las autoridades locales.
Los expertos sugieren que este tipo de maniobras puede estar relacionada con sistemas de interferencia rusos diseñados para combatir drones, pero que también puede afectar a la navegación. En los últimos meses, este tipo de incidentes también se han registrado en otros ámbitos. Aerolíneas como Finnair también han informado de problemas con la localización de sus vuelos sobre la región, lo que ha elevado la preocupación respecto a las consecuencias que puedan tener estas interferencias en la seguridad aérea.
Por otro lado, el Mar Báltico se ha convertido en el foco de muchas tensiones entre Rusia y la OTAN desde que estalló la guerra en Ucrania. Estonia, como miembro de la Alianza Atlántica, ha intensificado la vigilancia marítima, pero incidentes como este demuestran lo complicado que es prever las acciones militares rusas. La capacidad de volver locos a los radares añade una nueva dimensión al ya delicado equilibrio en la región.