Putin se pone al nivel de la Alemania nazi con el colectivo LGTBI
El Tribunal Supremo de Rusia ha reconocido al movimiento como una “organización extremista”.
El Tribunal Supremo de Rusia ha prohibido este jueves el movimiento internacional LGTBI en la totalidad del país al considerarlo una “organización extremista” a petición del Ministerio de Justicia.
En concreto, según informa la agencia rusa Interfax, el juez Oleg Nefédov ha dictaminado “reconocer el movimiento internacional cívico LGTBI como una organización extremista y prohibir sus actividades en territorio de Rusia”.
De esta forma, el país presidido por Vladímir Putin se pone al nivel de la Alemania nazi de 1935, donde se trataba a los miembros del colectivo como individuos de la más baja clase social y se les perseguía abiertamente.
La decisión judicial del Tribunal Supremo de Rusia, que tiene efectos “inmediatos”, hace que se prohíba la propaganda, la publicidad, el generar interés y animar a integrar las filas del movimiento LGTBI.
No obstante, según asegura Interfax, el fallo judicial “no afecta al derecho de los ciudadanos a la vida privada”, ya que la homosexualidad dejó de ser un delito en Rusia en el año 1993.
La vista ha transcurrido a puerta cerrada y únicamente ha contado con la presencia de representantes del Ministerio de Justicia, que remitieron la demanda el pasado 17 de noviembre.
Activistas LGTBI han creado en el último momento la organización Movimiento Internacional Cívico LGTBI, que hasta entonces no existía, con el fin de defender los derechos del movimiento, pero (como cabía esperar) no han sido invitados a la vista.
El Ministerio de Justicia argumenta “tendencias extremistas”
El demandante, el Ministerio de Justicia, ha argumentado que se han detectado “tendencias extremistas”, lo que incluía “la incitación al odio social y religioso”, en las actividades de dicho movimiento.
Organizaciones de derechos humanos rusas se dirigieron la víspera al Supremo para que no reconociera el movimiento LGTBI como extremista, aduciendo que “es imposible” considerar un movimiento cívico a una serie de personas que pertenecen a un grupo social o están unidas por cualidades personales concretas.
“Esto sería tan absurdo como, por ejemplo, llamar movimiento social a todos los pensionistas o a la gente que pertenece a una particular etnia”, subrayaron. Además, acusaron al Estado de querer “controlar las creencias” de los rusos, al tiempo que inculcan “los valores familiares ‘tradicionales’, supuestamente incompatibles con las actividades de dicho movimiento”.