Por qué lo que pase en las elecciones de EEUU influirá en lo que pagues por la vivienda o en el precio de la compra
La Reserva Federal estadounidense acaba de anunciar una rebaja de los tipos de interés, una decisión que Donald Trump teme que beneficie a los demócratas.
El pasado mes de julio, Donald Trump recibía en su lujoso club de golf Mar-a-Lago, en Palm Beach, a la revista Bloomberg Businessweek para una entrevista sobre economía. Quedaban apenas dos días para el ya famoso debate que auguró el fin de Joe Biden. En el transcurso de la conversación, el expresidente estadounidense lanzaba una advertencia a Jerome Powell, presidente de la Reserva Federal (Fed), a quien aconsejaba no anunciar una rebaja de los tipos de interés antes de las elecciones de noviembre. “Es algo que saben que no deberían hacer”, dijo Trump.
Pues dicho y hecho. En la reunión anual que hace unos días mantuvo la flor y nata de la banca y la economía mundial en el bucólico valle de Jackson Hole, al resguardo de las Montañas Rocosas, Jerome Powell proclamó el peor de los augurios para el aspirante republicano: “Ha llegado el momento de ajustar la política monetaria”, pronunció. O lo que es lo mismo: es la hora de bajar los tipos de interés. ¿El objetivo? Impulsar la economía, el empleo y evitar la recesión.
Este propósito, en definitiva, es lo que molesta a Donald Trump y a sus partidarios. Si bien en los últimos meses su campaña se centró en las capacidades de Biden debido a su edad, ahora, con Kamala Harris, el republicano confía en convencer a los votantes de que los demócratas llevarán la ya maltrecha economía estadounidense al hoyo. Pero si en septiembre la Reserva Federal anuncia una primera bajada en los tipos de interés - el primer recorte desde marzo de 2020 -, la economía podría mejorar y, por tanto, el Gobierno actual verse beneficiado. O al menos eso teme Donald Trump, quien considera que la Reserva Federal le está haciendo la campaña a los demócratas.
¿Pero están realmente las elecciones estadounidenses detrás de la decisión de su Reserva Federal? Donald Trump siempre ha tratado de politizar el organismo. Son incontables los cambios de opinión sobre la figura de Powell. En su día, anunció que no lo nombraría si fuera elegido presidente; luego llegó a sugerir que podía despedirlo y, hace un mes, que permitiría su continuidad “si pensara que está haciendo lo correcto”. En 2019, tras el discurso del presidente de la Fed en Jackson Hole en el que advertía de los riesgos que suponía la guerra comercial con China iniciada por Trump, este se preguntó en lo que entonces aún era Twitter: “¿Quién es el mayor enemigo? Jay [Jerome] Powell o Chairman Xi [Jinping, presidente de China]?”
A principios de agosto, también desde Mar-a-Lago, Trump propuso que el presidente debería tener voz y voto en la Reserva Federal cuando se vayan a tomar decisiones respecto a las tipos de interés. “Lo creo firmemente”, afirmó: “En mi caso, gané mucho dinero, tuve mucho éxito y creo que tengo un mejor instinto que, en muchos casos, las personas que estarían en la Reserva Federal o el presidente”. Interpelada sobre estas palabras, Kamala Harris reprendió a Trump: “No podría estar más en desacuerdo, la Reserva Federal es una entidad independiente y, como presidenta, nunca interferiría en las decisiones que toma”.
Aunque es innegable que esta decisión supone un respiro para Harris, lo cierto es que, según los analistas, la rebaja de los tipos de interés no podía demorarse. “El presidente de la Fed no está anunciando algo electoralista, lo que hace es no suicidar la economía de Estados Unidos”, resume José Manuel Corrales, profesor de Economía y Empresa de la Universidad Europea de Canarias, quien entiende que “no tiene sentido mantener los tipos a unos niveles que provocarían una verdadera recesión y un resentimiento en los niveles de empleo”. Lo ve igual Antonio Gallardo, responsable de Estudios de la Asociación de Usuarios Financieros (ASUFIN): “Se trata de una decisión acorde a la situación de noviembre. La inflación está controlada y lo que hay es un temor a un parón del consumo y, por tanto, a la creación de empleo, por lo que no pueden esperar a que pasen las elecciones de noviembre”.
Si bien ambos expertos reconocen que la bajada de los tipos no podía esperar, también distinguen que el recorte beneficia, sin duda, a los demócratas. “Es cierto que tiene implicaciones políticas, pero es acorde a lo que dice la economía, por muchas repercusiones que tenga”, apunta Gallardo, que explica por qué esto es mejor para Harris: “Para los demócratas es mejor que los tipos sean más bajos, porque genera empleo y mueve el consumo. Además, las clases medias y bajas son las que más se benefician de los tipos bajos, mientras que las clases más altas están mejor con los tipos de interés altos”. “Si se produjese una situación de desaceleración de la economía en estos meses, Trump saldría beneficiado”, argumenta Corrales, que además dirige un proyecto de investigación en la universidad sobre las elecciones.
En The New York Times, el Premio Nobel de Economía Paul Krugman lleva varios días tratando de explicar los últimos movimientos en la economía estadounidense, sobre todo a raíz del anuncio de la Reserva Federal. Para Krugman, las palabras de Powell suponen, “por supuesto, una muy buena noticia para los demócratas”. Pero va más allá. No es que la bajada de los tipos sea positiva para Harris, sino que el control de la inflación también “exculpa implícitamente a la administración Biden”. “Muchas personas, como Elon Musk, atribuyen la inflación al gasto gubernamental de la era Biden”, escribe el profesor: “Sin embargo, el análisis de Powell sugiere que la política fiscal jugó, como mucho, un papel claramente secundario”. Este análisis se refleja en las encuestas, que muestran “que la relevancia política de la inflación y de la economía en general ha ido disminuyendo. Probablemente sea demasiado tarde para convencer a los votantes de que los demócratas han hecho un buen trabajo en la gestión de la economía [...] pero esta se parece cada vez menos a la carta de triunfo con la que contaban los republicanos”.
Respecto a la politización del organismo, Krugman piensa que “los presidentes y sus funcionarios deberían guardar silencio sobre la política monetaria”, es decir, “mantener sus manos alejadas de la Reserva Federal”. Pero el columnista del Times no es ingenuo y recuerda algunas ocasiones en las que el Gobierno presionó a la Fed para tomar una u otra decisión. “¿Alguien imagina que si Trump todavía estuviera en la Casa Blanca [...] no estaría gritándole a la Reserva Federal que recortara los tipos en año electoral?”, se pregunta Krugman. Bien, pues eso es justo lo que está sucediendo, pero son otros los que gobiernan. Aunque en este caso, algo que también defiende Krugman, la Reserva Federal no tenía alternativa. Es más, llega incluso tarde.
El asunto es relevante ya no solo en Estados Unidos sino también allende sus fronteras. Todo lo que suponga que la Reserva Federal rebaje los tipos de interés ayuda a que también el Banco Central Europeo (BCE) insista en esa línea. De hecho, el organismo europeo, ante la perspectiva de una rebaja de tipos a nivel global, ya anunció un primer recorte el pasado mes de junio cuyas primeras consecuencias comienzan a notarse. Este mes, el Euríbor ha afrontado su mayor bajada desde 2009. Una de las razones de este descenso, según analiza Gallardo, “es el anuncio de que Estados Unidos bajará los tipos”. Habitualmente, cuando en el país norteamericano se suben o bajan los tipos, “Europa suele ir a remolque, más que nada por mantener un tipo de cambio euro-dólar que se aceptable y lo más paritario posible”, señala el responsable de ASUFIN.
La Fed y el BCE, en palabras de Corrales, “son vasos comunicantes”. “No significa que lo que haga la Reserva Federal se replique de manera inmediata aquí o allá, pero sí existe una relación”, considera. Para el profesor de la Universidad Europea de Canarias, en el caso de Europa, habría países que de no bajar los tipos podrían verse en una situación peor incluso que Estados Unidos: “Si el BCE no se hubiera anticipado, Alemania no tendrían una recesión, sino algo mucho peor, una crisis económica de caballo”.
En un sistema económico globalizado todo está conectado, también las políticas monetarias. Por eso el asunto ya no es si la decisión de la Fed juega un papel o no en las próximas elecciones estadounidenses de noviembre, sino qué hará la Fed en el futuro si gana uno u otro candidato. Aunque todo análisis no sea más que un vaticinio, sobre todo si lo que se estudian son las promesas electorales, muchos economistas creen que la inflación sería mayor si gobernara Trump, según una encuesta de The Wall Street Journal que recoge Krugman. El Nobel, de hecho, avisa de “que la mayoría de los analistas todavía subestiman el grado de inflación que podría generar un segundo mandato de Trump”. ¿Por qué? “Porque no creo que ni siquiera la mayoría de los economistas comprendan plenamente las posibles interacciones entre el amor de Trump por los aranceles, su deseo de politizar la Reserva Federal y su deseo expreso de un dólar más débil”.
Pese a que para Krugman la inflación “no está en el primer lugar de la lista de cosas” que le “preocuparían si Trump volviera al poder”, no duda: la “Trumpflación es una amenaza”.