¿Para qué sirven las instituciones europeas? Una guía para no perderse y apreciar su valor
Que si el Parlamento, que si el Consejo, que si la Comisión, que si no sé qué hace cada uno, que si no sé para qué están, que si no llega nada de eso a mi vida...
Lamentablemente, uno de los rasgos más distintivos en las acciones de las instituciones europeas es su invisibilidad. Hacer, hacen, y muchísimo por la vida de los más de 450 millones de ciudadanos de sus 27 estados miembros. El problema es que el mérito y el crédito se quedan con frecuencia por el camino.
El desconocimiento de las instituciones comunitarias, su funcionamiento y su valía, alejan a veces a los ciudadanos de su actuación, de su verdadera razón de ser, ahora aún más puesta en tela de juicio por partidos de ultraderecha que no creen en la Unión. ¿Para qué sirve, pues, la Unión Europea? ¿Qué hace cada una de sus partes? ¿Por qué es necesario que haya más Europa y no menos?
Para qué vale la UE
¿Sirve o no sirve la Unión Europea? Nina Leroy, documentalista del lobby de Mujeres Europeas, responde con un rotundo "sí". "Todo es mejorable, obviamente, pero si no existiera, habría que inventarla. Por más repetida que esté esa frase no es menor verdad", zanja. Se duele de que "la mayor parte de la información que leemos en la prensa se centra en el difícil camino hacia alcanzar un compromiso viable entre los miembros" cuando, "entre bastidores, se está trabajando arduamente para mejorar muchos aspectos de nuestras vidas".
Vamos con los ejemplos concretos. Empieza con la paz y la seguridad. "Los socios llevan más de 70 años viviendo juntos en paz. Nos hemos acostumbrado tanto a esto que lo damos por sentado, pero no debemos olvidar que la UE es producto de dos sangrientas guerras mundiales. O incluso tres, si nos remontamos antes al choque entre Francia y Alemania en 1870", indica.
"El objetivo principal de la temprana cooperación económica europea después de la Segunda Guerra Mundial fue prevenir conflictos. Sí, es verdad que su visión era más económica que política, pero se entendía que si los países comercian entre sí, se vuelven económicamente dependientes unos de otros y, por lo tanto, son menos propensos a entrar en conflicto. Mirando a este año, 2024, podemos decir que la misión se ha logrado", enfatiza la investigadora belgo-italiana.
Luego está el prosaico e indispensable dinero. "El mercado interno único favorece los intercambios mutuos entre los estados y contribuye a nuestra prosperidad, la de todos. El euro, usado en 20 países, presenta también ventajas para las empresas a la hora de hacer negocios o pagos. Los precios son claros y no es necesario realizar ninguna conversión. ¿Podemos acaso recordar cómo eran las cosas antes?", se pregunta.
La UE, defiende, "toma muchas medidas en favor del empleo, de la estabilidad y la dignidad de los puestos de trabajo", que si no se hubiera luchad de forma colectiva "podrían no haber llegado a los estados menos competitivos". En la economía, sobre todo, "los grandes tiran de los pequeños". "El mercado interior significa que la UE constituye una zona única y amplia en la que se puede iniciar una empresa en cualquier lugar. Puede ofrecer sus productos o servicios a los 446 millones de consumidores de la UE. Los bienes, las personas y los capitales pueden circular libremente entre todos los países de la UE. La UE ofrece formación, financiación y prácticas para emprendedores en ciernes", detalla.
Gracias a Europa, tenemos "libertad para viajar sin tener que mostrar pasaporte o documento de identidad", ya no hay "que pagar cargos de roaming en tu teléfono móvil y las tarifas de transacción de su tarjeta de crédito son las mismas en todas partes, como tu permiso de conducir". "Eh, claro que tienes que pagar y que aprobar, pero ¿cuántas puertas se te abren?", dice con complicidad.
Leroy insiste en que el "capítulo de libertades" ya de por sí "vale toda la UE". Al movimiento o ciertas gestiones añade el programa Erasmus+, que "permite a todos los jóvenes de la UE estudiar, formarse, ser voluntarios o participar en un programa de intercambio en 33 países dentro y fuera de Europa", o la libertad para trabajar en otro país de la UE, ya sea como voluntario, en prácticas, por cuenta propia o por cuenta ajena.
"La UE incluso te ayudará a encontrar el puesto de trabajo adecuado. Gracias a la legislación de la UE, siempre estarás cubierto por un sistema de seguridad social. Europa ha definido los derechos de un trabajador hasta el más mínimo detalle, como las cuatro semanas de vacaciones o las prestaciones si pierdes tu trabajo", enumera. "Esto es de de Europa, no de cada estado", recuerda.
Ser 27, y los que vendrán, nos ha dado también libertad de residencia. "No hace falta decir que ir a vivir a cualquier otro país de la UE es fácil. Estés donde estés en la UE, tienes derecho a una conexión básica a Internet. Y como ciudadano de la UE, puedes utilizar los servicios de salud pública de cualquier otro país de la UE en las mismas condiciones que los residentes de ese país. A mí me parece milagroso todo eso, a poco que lo comparemos con potencias mundiales como Estados Unidos, sin ir más lejos. Por eso, la salida del Reino Unido con el Brexit se hace muy complicada de entender", añade.
Para la analista, es "a veces duro de asumir" que todas estas bondades "no se vean o se entiendan menores", en un mundo "cada vez más ansioso, inconformista en el peor de los sentidos e irritable". Pero al segundo siguiente le vuelve el optimismo y sigue con su lista. "Europa garantiza leyes verdes para todos, una acción climática común o normas iguales que me permiten saber que la comida que compro será tan buena y garantista en Lisboa como en Bucarest", y ahora, además, esa idea de seguridad se está trasladando a un escenario nuevo, el de la defensa, poco tocado habitualmente en el pasado pero en primera página de la agenda ahora, por culpa de la invasión rusa de Ucrania.
"Vamos hacia una Europa más solidaria, capaz por primera vez de unirse para financiar y armar a un aspirante, en el mismo continente, un igual agredido por Moscú. Con mucho esfuerzo, la UE ha servido para el consenso, el que Vladimir Putin no quiere, y es nos da una fortaleza insólita. Frente a las amenazas que quieren desbancar los pilares elementales del orden europeo, la unidad que da una colaboración constructiva y pacífica. Nadie está solo en esta Unión, porque todos los demás van a defender sus valores fundacionales, como la democracia o los derechos humanos", algo que con los años ha convertido a Bruselas, también, "en un poderoso interlocutor mundial, a tener en cuenta, de influencia creciente".
Europa, concluye, "es más fuerte que la suma de sus partes" porque se mantiene junta y los beneficios crecen, "sea emitiendo deuda conjunta para superar la pandemia, sea aportando asistencia común a un aspirante a la UE como Ucrania". Y todo eso lo hace a través de instituciones coordinadas, complementarias y necesarias.
El Parlamento...
A menudo hablamos de "Bruselas por aquí" y "Bruselas por allá". ¿Pero quién o qué es "Bruselas"? Las cosas van mucho más allá de la maravillosa capital belga y comunitaria. En parte, es aquí donde están las instituciones europeas, los lugares en los que políticos de todos los países de la UE pueden reunirse para trabajar conjuntamente y lograr resultados concretos. Otras están en otras ciudades. Y cada cual tiene su cometido.
El Parlamento Europeo, por ejemplo, es la única institución de la UE elegida por sufragio directo, la voz colectiva de los ciudadanos. Sus miembros son elegidos directamente por los ciudadanos europeos cada cinco años. Cualquier persona con ciudadanía de la UE tiene derecho a voto en estas elecciones. En algunos países de la UE en los que los no ciudadanos pueden, en ocasiones, votar en elecciones regionales y locales, las personas que cumplan otras condiciones de residencia (como los no ciudadanos que viven legalmente en el país) también pueden votar en las elecciones al Parlamento Europeo.
Las principales reuniones de la Eurocámara son los plenos o sesiones plenarias, que se celebran 12 veces al año en Estrasburgo (Francia) y hasta seis veces al año en Bruselas (Bélgica).
El Parlamento Europeo contará en la nueva legislatura con 720 eurodiputados que vienen de todos los estados miembros, 15 más que en las anteriores elecciones de 2019. El número de diputados por país varía: los países más poblados tienen más miembros que los países más pequeños y menos poblados. Los parlamentarios de toda la UE con opiniones políticas similares trabajan juntos en grupos políticos unidos, al igual que en los parlamentos nacionales, en lugar de formar grupos en función de su nacionalidad.
El Parlamento comunitario decide sobre la legislación europea juntamente con el Consejo de la Unión Europea. Si el Parlamento y el Consejo no logran un acuerdo sobre un acto concreto, no se aprobará. El Parlamento elige al presidente de la Comisión Europea y tiene derecho a aprobar o destituir a toda la Comisión Europea. Además, aprueba el presupuesto de la Unión Europea.
... el Consejo...
Hablemos de esos Consejos y de esa Comisión. El primero, en Consejo Europeo, agrupa a los dirigentes electos de los países de la UE, es decir, a los jefes de Estado o de Gobierno. Estos dirigentes se reúnen al menos cuatro veces al año. Estas reuniones suelen denominarse "cumbres europeas" o euromítines. El Consejo establece las principales prioridades políticas de la UE y su dirección política general. Está dirigido por un presidente que se elige cada dos años y medio. Importante: este Consejo no adopta la legislación de la UE. De esta labor se encargan el Parlamento Europeo y el Consejo de la Unión Europea.
El Consejo de la Unión Europea, por su parte, representa a los Gobiernos de los países de la UE. En el Consejo se reúnen los ministros de todos los países de la UE para debatir y adoptar decisiones sobre las políticas y la legislación de la Unión. En función del tema que se debata, asistirán unos ministros u otros. Por ejemplo, si la reunión se centra en la contaminación, se reunirán los ministros de Medio Ambiente. Si se centra en el desempleo, asistirán los ministros de Empleo y Asuntos Sociales.
El Consejo es uno de los dos órganos legislativos de la UE. Así pues, sin los ministros de todos los países de la UE no se puede hacer nada en el club comunitario. Son los países de la UE quienes fijan las normas por las que se rigen las votaciones en el Consejo. El Consejo toma la mayor parte de sus decisiones por mayoría de votos, y en algunos casos por unanimidad. En los ámbitos en los que los países de la UE han acordado que las decisiones se adopten por unanimidad (por ejemplo, en cuestiones fiscales o de seguridad), esto significa que todos los ministros deben estar de acuerdo para que se adopte una decisión.
Son proximadamente el 80 % de las propuestas legislativas las se deciden por una mayoría cualificada de votos, también denominada "mayoría doble". En una votación por mayoría cualificada, cada ministro emite un voto a favor o en contra de una propuesta, o se abstiene. Dado que el número de personas representadas por cada ministro varía en función de la población de su país, es necesaria una "mayoría doble" para adoptar una decisión de manera justa: al menos el 55 % de los países de la UE (15 de 27) que representen, al menos, el 65 % de la población total de la UE (alrededor de 447 millones) deben votar a favor de la adopción de una ley. Así es más garantista.
La Presidencia del Consejo la ejerce un país distinto de la UE cada seis meses. España la ocupó en el segundo semestre del año pasado y actualmente está en manos de Bélgica. En julio pasará a Hungría.
Y va un bonus track sobre Consejos: El Consejo de Europa (que no el Europeo ni el de la Unión Europea) no forma parte de la Unión, sino que es una organización internacional de ámbito regional y ajena a la UE. Su objetivo es la defensa, protección y promoción de los derechos humanos (en particular los civiles y políticos), la democracia y el Estado de Derecho. Tiene su sede en Estrasburgo y cuenta entre sus miembros con 46 países europeos y por eso también habrás escuchad hablar de él, sobre todo por sus informes, pero es otra cosa.
... y la Comisión
Los Estados miembros, a través del Consejo Europeo, proponen al presidente o a la presidenta de la Comisión Europea, a quien el Parlamento Europeo nombra de manera oficial. Los demás comisarios son propuestos por el Gobierno de su país y nombrados por el Parlamento Europeo. Los comisarios, algo así como los equivalentes a ministrs, no representan las opiniones de su país de origen, sino los intereses comunes de toda la UE. El presidente asigna a cada uno de los miembros de la Comisión la responsabilidad de un ámbito político específico, como la energía, la economía o el medio ambiente.
La Comisión Europea, al fin, es la institución que propone nueva legislación y nuevos programas que revierten en el interés general de la UE. Antes de realizar una propuesta, la Comisión solicita la opinión de los parlamentos nacionales, los gobiernos, los grupos de interés, los expertos y la población en general, a quienes se invita a formular sus comentarios en línea.
El Parlamento Europeo y el Consejo examinan detalladamente las propuestas de la Comisión. Son estas dos instituciones las que adoptan la decisión final sobre toda la legislación de la UE. Pueden modificar las propuestas o rechazarlas por completo. La CE también gestiona las políticas y el presupuesto de la UE y garantiza que los países de la UE apliquen correctamente la legislación de la UE.
Las otras instituciones
Aunque son menos citados, hay otros órganos esenciales para la labor de la UE con esa "unidad de criterio y respeto de valores" que destacaba la analista Leroy. Uno de ellos es el Tribunal de Justicia de la Unión Europea.
Durante los últimos 70 años, los países miembros han redactado conjuntamente numerosos actos legislativos de la Unión y dicho tribunal vela por que estos actos legislativos se interpreten y apliquen de manera uniforme.
Si un tribunal nacional tiene dudas sobre la interpretación de cualquiera de estos actos legislativos, puede solicitar una aclaración al Tribunal de Justicia. Los países de la UE no siempre aplican plenamente los actos legislativos de la UE. En este caso, la Comisión u otro país de la UE pueden llevar el caso ante el Tribunal. El Tribunal tiene su sede en Luxemburgo y está compuesto por un juez de cada país de la UE.
Luego tenemos al Banco Central Europeo (BCE), que gestiona la moneda, el euro, y formula y aplica la política monetaria única de la Eurozona. Su principal objetivo es mantener la estabilidad de precios y contribuir de este modo al crecimiento económico y la creación de empleo dentro de la zona euro, pero hace más: desde autorizar la emisión de billetes de banco a supervisar a las entidades de crédito. Esta institución fue creada en 1998 y tiene su sede en Frankfurt (Alemania).
Para ayudar con las cuentas está, además, el Tribunal de Cuentas Europeo, el auditor externo de la UE desde su entrada en funcionamiento en octubre de 1977. Su objetivo es mejorar la forma de gestionar las finanzas de la Unión y contribuir a la rendición pública de cuentas por lo que respecta a los ingresos y gastos del presupuesto de la UE a través de la fiabilidad y el asesoramiento.
El TCE vela por los intereses de los contribuyentes europeos. Aunque el TCE no tiene capacidad jurídica, contribuye a mejorar la gestión del presupuesto de la UE por parte de la Comisión e informa sobre las finanzas de la Unión. La sede del Tribunal se encuentra en Luxemburgo.