Un partido en busca de alma y liderazgo: los posibles aspirantes demócratas tras la derrota de Harris

Un partido en busca de alma y liderazgo: los posibles aspirantes demócratas tras la derrota de Harris

La formación está aún en duelo, encajando la aplastante victoria de Trump que no se vio venir. Mientras hace examen, repasa sus errores y los enmienda, surgen ya los primeros nombres de quienes, en 2028, podrían pelear por la Casa Blanca. 

Gretchen Whitmer, Kamala Harris, Josh Shapiro, Wes Moore, Pete Buttigieg y Gavin Newsom, en imágenes de archivo.Getty Images

En el Partido Demócrata de Estados Unidos están aún buscando entre los restos del naufragio. No sólo necesitan tablas de salvación a las que aferrarse para mantenerse a flote, sino algo que les haga de remo para, llegada la sanadora calma, poder avanzar. 

La derrota de su candidata, Kamala Harris, en las elecciones del pasado 5 de noviembre ante el republicano Donald Trump, inesperadamente contundente, ha dejado a la formación noqueada y haciéndose muchas preguntas. Qué ha pasado, por qué, quién es el culpable, cómo se puede superar esta crisis. Tienen que reflexionar sobre sus estrategias y reevaluar su rumbo político, lo que incluye de las ideas al liderazgo. 

Las elecciones han dejado a muchos demócratas en estado de shock no por la derrota en sí, porque ya lo anunciaban las encuestas, augurando un empate técnico durante meses, sino porque han entendido "que tanto las ha ganado Trump como las han perdido ellos, que no han hecho todo lo que estaba realmente en su mano para conservar la Casa Blanca", explica el americanista sevillano Sebastián Moreno. 

Han reparado, dice, en que "los temas que enfatizaron, como los derechos reproductivos, el aborto o la defensa de la democracia, no han resonato tanto como las preocupaciones económicas e inmigratorias de los ciudadanos, que han sido prioritarias a la hora de coger una papeleta o la otra". Ahí están los latinos, por ejemplo, que han dado a Harris un 53% de sus votos, pero venía de un 65%, mientras Trump se ha disparado, del 32 al 45%. Misma dinámica en clases medias, en trabajadoras, algo menos entre los afroamericanos, pero también. 

"Estoy devastada y preocupada", afirmó la congresista texana Verónica Escobar, co-presidenta de la campaña de Harris. "Hay un peligro real e inminente para muchas personas aquí, incluidos muchos estadounidenses que votaron por Trump", constata. Y ese peligro no se ha visto porque el bolsillo y la seguridad han estado por encima. "El partido está más enfocado en temas de identidad que en la economía de los votantes comunes, y eso debe cambiar", afirma el senador Bernie Sanders. 

Para Moreno, el examen que debe hacer el partido debe partir de ahí, de por qué no han podido movilizar ni a su base de siempre. Pero tiene muchas más ramificaciones, en lo ideológico, en lo programático, en la comunicación, en las personas. "Harris ha sido víctima de cierta misoginia y hasta de racismo, pero ha arrastrado también la enorme impopularidad de la Administración Biden sin despegarse de ella, es víctima de ese continuísmo en un Gobierno que visceralmente disgustaba a muchos ciudadanos, sobre todo por no contener la inflación", indica. 

La actual vicepresidenta, añade, no ha tenido mucho tiempo para prepararse y eso ha sido igualmente "determinante", pero incluso con más tiempo, ha habido "errores de fondo" que han impedido que el entusiasmo de las primeras semanas tras su nominación se diluyan. "No se ha sabido desligar del pasado cuando los sondeos pedían cambio, no se ha acercado al centro tanto como debía, no ha explicado a fondo su programa y, menos, se ha centrado en quienes más lo necesitan y los descontentos, que han lamentado su abandono", enumera. Hoy, demócrata es más sinónimo de casta que de pueblo. 

"Biden -prosigue- tiene parte de culpa por empeñarse en la reelección, que no se le podía negar a un presidente en ejercicio, y luego aumentó su responsabilidad al irse demasiado tarde. También lo es por no convocar primarias, porque no se pulieron ideas ni apuestas y sí, en contra, quedó la imagen de dedazo sobre Harris. ¿Quién se iba a oponer si lo decía el presidente y apenas había margen?", se pregunta. 

El fracaso es, pues, colectivo, del que se va, la que llegó y el aparato de partido que no ha estado al pie de la calle, o no lo suficiente, hasta el punto de no dar respuesta ni a sus correligionarios progresistas, con lagunas como el apoyo a la comunidad LGTBI o el apoyo a Israel en las guerras de Gaza y Líbano. 

¿Qué le hace falta al Partido Demócrata? El historiador habla de "reinvención". "Gente joven, una nueva generación, otros nombres, de otras edades, más latinos, gente capaz de conocer los problemas reales de los ciudadanos y buscar soluciones para ellas". Así dicho, con el diagnóstico claro, parece sencillo. No lo es. "Es una limpieza a fondo lo que hace falta, no maquillaje. Si no se aborda, los problemas, o sea, las derrotas, seguirán. El trumpismo se ha hecho fuerte y necesita un combate a la altura", resume. 

Si se van los responsables de la derrota, la pregunta es quién se hará con el timón, con el relevo. Queda mucho hasta las primarias de 2028 y todo estará en sordina hasta el 20 de enero del año próximo, cuando formalmente se produzca el cambio de Administración. Pero pasado ese día, entonces sí, empezará la pelea interna. Con navajazos o con argumentarios, veremos. De momento, ya surgen los primeros nombres de la era postBiden -¿será también postHarris?-, quemables y cambiables, pero son. 

Josh Shapiro

El gobernador de Pensilvania, Josh Shapiro, el 21 de agosto de 2024, en la Convención Demócrata de Chicago que nominó a Kamala Harris.Andrew Harnik / Getty

El gobernador de Pensilvania, Josh Shapiro (Kansas City, Missouri, 1973), es el hombre que lidera todas las apuestas en los medios norteamericanos en estos días. Carismático, con una formidable oratoria, es comparado con el Barack Obama de sus inicios, todo energía y entusiasmo. 

Parecía tener asegurado el puesto como número dos en la candidatura de Kamala Harris para este año, pero en el último minuto fue Tim Walz el que se convirtió en su compañero de fórmula y aspirante a la vicepresidencia. Fue una elección personal de la exfiscal, tras reunirse intensamente con ambos. Hay quien dice que ha sido uno de sus mayores errores de campaña, pese a que Walz ha funcionado bien. Shapiro, que pese a todo ha hecho campaña incesante por su jefa en estos meses, hubiera sido mejor. 

Gobernador de un estado clave, de los oscilantes, fue elegido para su cargo en las elecciones intermedias de 2022 y se ha ganado desde entonces una reputación de mandatario popular, al que los republicanos reconocen como un enemigo formidable pero al que respetan, del que valoran que defiende un ancho umbral para la colaboración bipartidista. 

Fue el primer gobernador en suceder a un miembro de su partido desde 1966, marcando un hito en su partido. Su victoria de hace dos años no sólo mantuvo intacta la línea de sucesión demócrata, con el valor que eso tiene, sino que también fue una importante victoria personal, ya que ostenta el récord de recibir la mayor cantidad de votos en una sola elección en Pensilvania.

Pensilvania fue otra mancha en el historial de Harris, ni su último día de campaña en el estado, intenso, fue suficiente para ponerla en la Casa Blanca: Trump se llevó los valiosísimos 19 votos electorales con un 50,5 % de los votos, frente al 48,6 % de Harris. Con Shapiro, quizá, podría haber tenido ventaja en un estado vital. Lo seguirá siendo dentro de cuatro años, por lo que presentar a su hoy gobernador no es mala idea. 

Criado en Upper Dublin Township, en los suburbios de Filadelfia, Shapiro fue asistente legislativo y luego jefe de gabinete de un congresista del condado de Montgomery, hasta que en 2004 se postuló para la Cámara de Representantes de Pensilvania. Salió y logró la reelección en 2006, 2008 y 2010, antes de ganar las elecciones para la Junta de Comisionados del Condado de Montgomery en 2011: fue la primera vez que los republicanos perdieron el control de la Junta de Comisionados del condado.

Shapiro, titulado en Derecho por Georgetown, lanzó una campaña para fiscal general de Pensilvania en enero de 2016 y derrotó por poco al senador estatal, John Rafferty Jr. Fue reelegido en 2020 antes de lanzar su campaña para gobernador en octubre de 2021. Como fiscal general, el demócrata heredó una investigación de acusaciones de abuso sexual perpetrado por miembros de la Iglesia Católica, que produjo un extenso informe de un gran jurado que alega el abuso sexual de más de 1.000 niños, a manos de más de 300 sacerdotes. Dejó su impronta en ese caso. 

Su oficina también encabezó esfuerzos para proteger el acceso a la atención médica para casi dos millones de habitantes de Pensilvania, y ayudó a negociar 1.000 para Pensilvania como parte de un acuerdo nacional por la crisis de los opioides, una de las cuantías más altas. Claramente, ha sido un defensor del aborto y ha prometido vetar proyectos de ley que prohíban o restrinjan este derecho en su territorio. 

El año pasado saltó a los titulares nacionales tras reconstruir rápidamente un puente derruido en una carretera crucial de Filadelfia, una importante victoria política para un gobernador en su primer mandato. Entre sus medidas estrella más recientes, un presupuesto de 47.600 millones de dólares para "aumentar la financiación de la educación pública, apoyar el desarrollo económico local y sostenible y brindar un impulso a los sistemas de transporte".

De ser elegido como candidato en 2028 y de ser votado por los ciudadanos, podría convertirse en el primer presidente judío de EEUU. 

Gretchen Whitmer

La gobernadora de Michigan, Gretchen Whitmer, en una reciente entrevista televisiva.Charles Sykes / Bravo / Getty

La gobernadora Gretchen Whitmer (Lansing, Michigan, 1971) es otra de las aspirantes que aparecen bien arriba en todas las listas de hipotéticos nuevos líderes demócratas. Fue elegida gobernadora de Michigan por primera vez en 2018 y fue reelegida en 2022 para un último mandato, que es el que ahora tiene en vigor. 

Aunque anteriormente se había planteado como una buena candidata a la vicepresidencia con Harris, ella misma se negó públicamente a dar ese paso y afirmó que no se iría de Michigan. Su nombre también surgió, antes, como posible reemplazo de Joe Biden, antes de que este eligiera a Harris para ocupar el puesto en 2020. Sin embargo, como su segundo mandato como gobernadora finaliza en 2026, Whitmer tendrá tiempo libre para dedicarse a la política a nivel nacional si es lo que desea. Su equipo lo ha dejado claro a medios como la CNN: ahora es Michigan, pero luego, nadie sabe. 

Su desempeño como gobernadora ha sido aplaudido por sus electores, pero podría ser una cartera difícil de presentar al electorado en general, pese a que tiene experiencia política más allá de su estado. Tampoco tiene ahora la mejor carta de presentación, porque la derrota del 5N le toca en lo personal: en su estado, otro de los péndulo, esta vez ha ganado Trump con el 49,7 % de los votos, frente al 48,3 % de Harris. 

Whitmer tiene una buena trayectoria a sus espaldas. Fue elegida para el Senado en marzo de 2006, tras haber sido antes miembro de la Cámara de Representantes de Míchigan, de 2001 a 2006. Durante su periodo como representante estatal demócrata ocupó un cargo en el Comité de Asignaciones de la Cámara. Como senadora, se interesó por materias como Justicia, Salud o Agricultura. En noviembre de 2010, sus colegas demócratas la eligieron por unanimidad como líder del partido del Senado, lo que la convirtió en la primera mujer en dirigir un comité de partido en esa cámara.

Whitmer tiene una historia de animadversión con Trump que data de la pandemia de coronavirus. El entonces presidente de EEUU actuó con negligencia, como el negacionista que es, a lo que ella respondió con políticas más severas. Hizo cumplir un estricto bloqueo en Michigan para evitar la propagación del virus y envió una carta a Trump solicitando una declaración de zona catastrófica para la zona. Él pasaba y se mofaba de ella, "esa mujer de Michigan". Uno acusaba de inacción, la llamaba "quejica". La otra, pedía "protocolos, guías, pruebas, equipos de protección personal y recursos rápidos" que no llegaban. 

Estuvieron meses peleando, mientras la gobernadora aguantaba protestas de trumpistas, serias, por sus medidas de cierre. Manifestantes armados. Cuando en 2021 los correligionarios de Trump tomaron el Capitolio hay quien recordó que antes había sido Michigan, de tan violenta que fue aquella crisis. Las cosas se calmaron un poco después de que en octubre de 2020 el FBI desvelara que había disuelto un "violento complot" de esa milicia anticovid para secuestrar a Whitmer, antes del día de las elecciones. El grupo discutió el uso de 200 hombres para "asaltar" el edificio del Capitolio del estado, en Lansing, tomar rehenes, secuestrar a la gobernadora y juzgarla por "traición".

La gobernadora acusó a Trump de "dar abrigo" a los supremacistas blancos y los grupos de odio en Estados Unidos. Desde entonces, el cruce dialéctico bajó, pero la animadversión prosigue. 

Gavin Newsom

El gobernador de California, Gavin Newsom, escuchando a Joe Biden en la Convención Demócrata de Chicago, el 19 de agosto de 2014.Tom Williams / CQ-Roll Call, Inc via Getty Images

Gavin Newsom (San Francisco, 1967) es el actual gobernador de California, la tierra de Kamala Harris, con la que ha tenido una buena relación en las décadas en los que los dos han ocupado cargos públicos en el estado. No es nuevo en las quinielas y es de los que, además, no niega que puede tener aspiraciones de llegar a la Casa Blanca, algo sobre lo que parece haber un tabú en el seno demócrata. Incluso se habló de que iba a desafiar a Joe Biden en las primarias, pero nunca dio el paso. 

Con ese pasado, también salió su nombre para reemplazar a Biden, el pasado verano, o para ser número dos de Harris, ya nominada. Newsom tuvo entonces mucho cuidado en dejar en claro que se sentía más cómodo siendo un "perro de ataque" para ambos que un reemplazo. 

Ahora las cosas pueden ser distintas. Sobre todo, porque su tiempo en California también se acaba. Llega al tope de mandatos consecutivos y tiene que decir adiós a su cargo, lo que ha hecho que ya haya empezado su propio proceso de relevo. Sus asesores dicen que no se ve "para nada" en la jubilación, por lo que Washington puede ser una aspiración entendible. 

Newsom se graduó en Ciencias Políticas de la Universidad de Santa Clara y comenzó en el sector privado como empresario dedicado a la administración de hoteles. Su carrera política inició en 1996, cuando el alcalde de San Francisco, Willie Brown, le dio un cargo en la Comisión de Estacionamiento y Tráfico. Al año siguiente, pasó a miembro de la Junta de Supervisores de San Francisco para reemplazar una vacante. En 1998, 2000 y 2002 fue electo para dicho cargo. En 2003, fue elegido para alcalde de San Francisco con apenas 36 años, siendo el alcalde más joven de la ciudad en más de un siglo. Renovó la confianza popular en 2007, con un aplastante 72% de los votos.

En 2010, ganó la elección para vicegobernador durante la gobernatura de Jerry Brown, cargo para el que fue reelecto en 2014. En las elecciones para gobernador de 2018 resultó vencedor. Durante su encargo como gobernador, enfrentó duras críticas por su gestión de la pandemia de covid, lo que le costó una moción de censura que superó, y renovó cargo en 2019, aún dejándose 16 puntos de apoyo. Entre sus méritos está el de haber trabajado para atraer a votantes más moderados, abordando la crisis de las personas sin hogar, por ejemplo, y tratando de detener la hemorragia fiscal que está experimentando su estado. Los ciudadanos respondieron.

Tras anularse en 2022 la sentencia ‘Roe contra Wade’, que protegía constitucionalmente el derecho al aborto desde 1931, el gobernador se afanó en convertir a California en “estado santuario” para que mujeres de todo el país tengan opción de interrumpir sus embarazos de forma legal allí y, paralelamente, que la comunidad LGTBI también pueda someterse a operaciones de transición de género. Además, California es el estado con mayor población migrante indocumentada, 1,9 millones de personas desde 2021, según la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza, citada por EFE, para los que ha legislado a favor de una estancia temporal protegida que les permita trabajar en ámbitos como la agricultura.

Newsom comparte un problema similar con Whitmer, en el sentido de que su historial al frente de California podría no ser bien visto fuera de los confines de un electorado profundamente demócrata. Siempre ha tenido el viento a favor en su tierra, quizá demasiado para una contienda federal. Frente a eso, ha reforzado su presencia internacional, con recientes viajes a Israel y China. 

Tiene que estar con un ojo en casa, por más que se marche, si quiere que California siga siendo un estado azul porque, primera vez desde 2019, más votantes desaprueban sus políticas (49 %) que las aprueban (44 %), según una encuesta de la Universidad de Berkeley de noviembre. Le pesan la inflación y el número de personas sin hogar más alta del país. De hecho, un grupo de activistas conservadores llamado Rescue California acaba de promover un nuevo intento para que Newsom tenga que enfrentarse a la posible revocación de su cargo alegando, entre otras causas, que sólo se está centrado "en sus ambiciones fuera de California".

Pete Buttigieg

El secretario de Transportes de EEUU, Pete Buttigieg, el 21 de agosto de 2024, en la Convención Demócrata, en Chicago.Jacek Boczarski / Anadolu via Getty Images

Pete Buttigieg irrumpió en la escena nacional en 2020, cuando se postuló por primera vez a la presidencia. La contienda duró poco, ya que se retiró de las primarias en marzo de ese año, pero incluso superó en aguante a la propia Harris, que tuvo que irse antes por falta de financiación y apoyos.

De pronto, aportó a la carrera demócrata su juventud (nació en South Bend, Indiana, en 1982), su homosexualidad declarada (está felizmente casado desde 2018 con un maestro de su pueblo) y su ambición, entre descarada y loca, de querer dar el salto desde una alcaldía como la de South Bend, de 100.000 habitantes, a lo más alto de la política mundial, sin metas intermedias. "Soy un zurdo-maltés-estadounidense-episcopal-gay-millenial-veterano de guerra", resumía entonces en sus perfiles de redes sociales. 

Tanto se habló de él, tanta valía le vieron en el partido, que más tarde se acordaron de él para el equipo de Biden y lo nombraron secretario de Transportes, puesto que ahora abandonará. Después de un comienzo inestable en su mandato, se acomodó en su cargo y ha desempeñado un papel importante en la campaña electoral. Se siente cómodo yendo a programas dominicales, incluido Fox News, algo de lo que hace gala, porque evidencia su talante negociador y abierto. No le importa, dice, discutir con los republicanos y ser una voz activa que se pronuncia en lugares espinosos. 

Aunque su nombre también se puso sobre la mesa para suceder a Biden, siempre ha ido con Harris, de una forma entusiasta. También con Walz, al que ha acompañado en numerosos actos. Incluso se lo apodó el "gurú del debate" del Partido Demócrata, cuando se informó que estaba entrenándolo antes de su debate vicepresidencial contra J. D. Vance.

Ha tenido una educación de élite: ha estudiado en Harvard, donde se graduó cum laude en Historia y Literatura, y en Oxford (Reino Unido), donde estuvo gracias a una beca durísima de lograr que le amplió sus estudios en Filosofía, Política y Economía, la triple que tienen David Cameron o Benazir Bhutto.

Aunque de pequeño quería ser piloto, Buttigieg orientó su carrera profesional a la política. "Su corazón estaba en el servicio público", como enfatiza su perfil oficial. Siendo aún estudiante, fue pasante en campañas de congresistas locales y ayudante de investigación en medios como la NBC. Trabajó, en escalafones muy bajos, en las campañas de John Kerry y Barack Obama, y luego se hizo consultor en bufetes cercanos al Partido Demócrata en Washington y en Chicago. En 2010 quiso ser Tesorero del Estado de Indiana por los demócratas, pero perdió. Apostó entonces por volver a casa e intentarlo desde abajo: en noviembre de 2011 fue elegido alcalde de South Bend. Cuatro años más tarde, ganó cómodamente la reelección con más del 80% de los votos.

Profundamente cristiano, en lo ideológico se muestra moderado y centrista, algo que le desmarca de la corriente más a la izquierda de Bernie Sanders o Elizabeth Warren. Hasta tal punto huye del binomio derecha-izquierda que en su web ni cita a los demócratas en portada ni usa el burro que es el símbolo del partido. Personalista, pues, y con un lema claro: "Pete, un nuevo tipo de líder que reúna a los estadounidenses para resolver nuestros desafíos urgentes".

Wes Moore

Wes Moore, gobernador de Maryland, durante un acto de la Fundación del Caucus Negro del Congreso de EEUU, en Washington, el 12 de septiembre de 2024.Leigh Vogel / Getty Images for Congressional Black Caucus Foundation

Wes Moore (Takoma Park, Montgomery, 1978), es el actual gobernador demócrata de Maryland. Lleva en el cargo desde 2022, cuando se convirtió en el primer gobernador afroamericano del estado y el tercer gobernador afroamericano del país.

Cuando Biden flaqueó en su debate con Trump en la CNN, el que lo acabó mandando a la lona definitivamente, Moore era una clara opción de reemplazo en boca de los conocedores de las triquiñuelas de su partido, aunque luego su nombre haya sido relativamente eclipsado por los anteriores. No hay que perderlo de vista, porque puede ser la reedición de un nuevo Obama. Él, leal, rápidamente cerró esas discusiones, insistiendo en que Biden era el futuro del partido. 

Luego, se sumó sin duda a la campaña de Harris y su participación en la Convención Demócrata fue sonada. Por dos gestos: uno, porque hizo de Pepito Grillo, recordando que el apoyo de la comunidad negra no estaba garantizado sin esfuerzo; y dos, porque dedicó su discurso a los trabajadores que murieron mientras reparaban el puente Baltimore, y que es uno de los hitos de su gestión. "Mientras dormíamos, ellos, gente nacida en otro país pero que sabía que EEUU tenía un espacio para ellos también". "Las ambiciones de este país no se pueden lograr sin su ayuda", dijo sobre los inmigrantes. 

Añadió que, como partido, es importante hacer hincapié en cuestiones cruciales para los miembros de esas poblaciones menos favorecidas, como el acceso al trabajo, los salarios y la riqueza. Justo lo que Sanders dice que la formación ha olvidado. Moore podría haber echado mano de su propio currículum. Hoy es el demócrata más joven que dirige un estado en el país y es el único gobernador negro y no viene de las altas esferas. 

Ha sido veterano del Ejército -sirvió en Afganistán-, empresario y productor de televisión. De 2017 a 2021, se desempeñó como director ejecutivo de la Fundación Robin Hood de lucha contra la pobreza, hasta ser elegido. Tiene varios libros publicados y ha trabajado para Oprah Winfrey. También es el fundador y director ejecutivo de BridgeEdU, una empresa social dedicada a ayudar a los estudiantes en su transición al primer año de universidad. Es, posiblemente, el aspirante con un corte más social, aunque siempre se ha distanciado de la dicotomía derecha-izquierda. 

La consigna de su campaña para gobernador era "no dejar a nadie atrás", para lo que prometió mantener los fondos para un potente plan de educación, con amplios objetivos de equidad, y aprovechar otras iniciativas para crear igualdad de oportunidades para los residentes de Maryland, dice AP. 

Además de este top cinco de posibles candidatos, conviene recordar -por si perdemos la apuesta- que también empiezan a ganar enteros otros nombres, como los de Mark Kelly, senador de Arizona; Andy Beshear, gobernador de Kentucky; Roy Cooper, gobernador de Carolina del Norte; Jay Robert Pritzker, gobernador de Illinois y multimillonario; los senadores Amy Klobuchar y Cory Booker -que ya aspiraron en su día a la presidencia y tienen cierto reconocimiento entre los demócratas- y su igual por Georgia, Raphael Warnock. 

Sin olvidar que hay una nueva entrada en escena: la mediática Alexandria Ocasio-Cortez, miembro de la Cámara de Representantes por Nueva York, ya cumplió el mes pasado los 35 años, la edad mínima que piden las leyes en EEUU para aspirar a la Presidencia. 

¿Y si Harris repite?

Pese a la derrota, Harris no está necesariamente descartada. El su discurso de asunción de la derrota, el 6 de noviembre, no cerró la puerta. Hizo un llamamiento general a la unidad y a aprender las lecciones de este proceso, pero aún entre el duelo y la incredulidad, dijo también: "Lo pillo", en referencia a las necesidades del electorado, a por qué no los había convencido. 

Ya antes que ella, el propio Joe Biden, por los demócratas, y Richard Nixon, por los republicanos, fracasaron en su pelea por la Casa Blanca, acabaron volviendo a presentarse y, esta vez sí, acabaron ocupando el Despacho Oval.

Kamala Harris, el 3 de noviembre pasado, en un acto de campaña en la Universidad estatal de Michigan.Adam James Dewey / Anadolu via Getty Images

De momento, tiene por delante unos dos meses de transición en los que tendrá que ponerse a disposición de Vance, el nuevo vicepresidente, y convocar al Congreso para ratificar los resultados electorales, esto es, su propio fallo. Será el día de Reyes. 

¿Y después? Para 2028 queda mucho, habrá que ver si va mostrando sus intenciones. Se especulan varios caminos posibles y alternativos para su futuro, como regresar a California, donde están su casa, su familia y sus raíces, para pelear como gobernadora, ahora que Newson cumple su ciclo en dos años; o también podría volverse a presentar al Senado, donde tuvo un buen desempeño, pero ahora mismo los puestos demócratas están ocupados y necesitaría el paso al lado de algún compañero. 

Eso, en lo político, pero Harris es exfiscal y puede tener también una nueva ocupación en el plano judicial, en algún organismo del sistema. Incluso, quien sabe, en la Corte Suprema, si se decide que algún magistrado veterano y demócrata presente su renuncia y, así, Harris entre, prometiendo más años de mandato, por ley de vida -los cargos son vitalicios en esta institución-. 

Titania
Titania
Santander

Mientras llega al cruce de caminos, Harris está centrada en su agenda diaria. Le quedan días en el cargo y en la mayor potencia del mundo todo puede ser grave e importante, cada día.  

MOSTRAR BIOGRAFíA

Licenciada en Periodismo y especialista en Comunicación Institucional y Defensa por la Universidad de Sevilla. Excorresponsal en Jerusalén y exasesora de Prensa en la Secretaría de Estado de Defensa. Autora de 'El viaje andaluz de Robert Capa'. XXIII Premio de la Comunicación Asociación de la Prensa de Sevilla.