Orbán, el europeo que estrecha la mano a Putin y pone contra las cuerdas el consenso sobre Ucrania

Orbán, el europeo que estrecha la mano a Putin y pone contra las cuerdas el consenso sobre Ucrania

Hungría no ha aplicado su veto y esta semana, con retraso, se ha aprobado un fondo de 50.000 millones para Kiev. El ultraderechista lo vende como una victoria porque ha logrado alguna condición. 

Viktor Orbán y Vladimir Putin se dan la mano en un encuentro en Pekín, el pasado octubre.Grigory Sysoyev, Sputnik, Kremlin Pool Photo via AP

Tres semanas antes de ordenar su "operación militar especial" sobre Ucrania, el presidente ruso, Vladimir Putin, recibió durante horas al presidente de Hungría, Viktor Orbán. Fue el último líder europeo con el que se encontró, porque la invasión, luego, lo rompió todo. Pero el pasado octubre, en Pekín, los dos mandatarios volvieron a verse las caras y a estrecharse las manos, rompiendo el bloqueo que los Veintisiete tiene con el Kremlin. 

Es un detalle que da cuenta de la inaudita relación que mantienen Orbán y Putin, incluso en tiempos de guerra. El húngaro ha sido, con diferencia, el jefe de estado o de gobierno comunitario que más cerca ha estado de Moscú, el menos crítico, el que más palos en las ruedas ha puesto a la hora de imponer sanciones a Rusia, el que las ha descafeinado de contenido o las ha retrasado, el que ha bloqueado hasta el final las ayudas a Ucrania. 

El último episodio se ha vivido esta semana: el Consejo Europeoha aprobado una partida de 50.000 millones de euros a cuatro años para evitar que Ucrania colapse y, si puede, venza a Rusia. Este paquete ya se debatió en diciembre pero Orbán, aprovechando que la decisión necesitaba de la unanimidad de los socios, vetó la partida. Que qué era eso de gastar dinero de la UE fuera de a UE, que cómo iba a justificar ante sus ciudadanos un desembolso así cuando ellos afrontan una inflación que ha llegado a superar el 25%, que cómo avalar a un Gobierno, el de Kiev, que maltrata a su minoría húngara. 

Al final, los Veintisiete se han puesto muy serios con el ultraderechista y su populismo en año de elecciones europeas y han amenazado con retener por más tiempo los 21.000 millones que aún le tiene retenidos por sus violaciones del estado de derecho, con quitarle el derecho a voto en el Consejo, con retirarle la presidencia del mismo del semestre que viene, con ensuciar con todo ello su imagen y generarle una crisis económica mayor. 

Al final, con Italia y Francia liderando los intentos de congraciarse con él, Orbán ha acatado el paquete de ayuda, a cambio de dos concesiones no especialmente grandes por parte de los 26 estados restantes: que cada año se debata sobre la ayuda y la posibilidad de que el Consejo Europeo reclame en dos años, por unanimidad, una revisión de esas ayudas, que los de Volodimir Zelenski quieren gastar desde ya

Es una especie de sistema de emergencia, por ver si Kiev cumplen con el uso del dinero, que no incluye lo que quería Hungría: que cada año se votase la renovación de la ayuda, lo que le conferiría de nuevo el poder de vetar las partidas si le convenía por coyuntura propia. Eso no, pero no ha evitado que Orbán, en sus redes sociales, se haya mostrado triunfal: "¡Lo logramos! (...) Misión cumplida", escribió el magiar.

Victor Orban, Giogia Meloni, Olaf Scholz, Emmanuel Macron y Ursula von der Leyen, reunidos antes del Consejo del jueves en Bruselas.EFEEFE/EPA/ZOLTAN FISCHER/HUNGARIAN PRIME MINISTER'S PRESS OFFICE

No lo ha puesto nada fácil en estos dos años de guerra. Orbán, por ejemplo, ha llegado a por oponerse a diversos nombres en las listas de rusos sancionados por Europa, como el patriarca Kirill; luego dijo no a las sanciones energéticas o a la retirada de diplomáticos por la matanza de Bucha y, más tarde, al embargo al petróleo ruso, botones que dan cuenta de su comportamiento. El mandatario ha calificado de "error" las más de 11.000 sanciones comunitarias, hace menos de dos semanas, unas palabras muy aplaudidas en la prensa afín al Kremlin. La división en los socios de Ucrania es lo que más puede agradar a Putin y él se la ha servido en bandeja. 

Es verdad que al final siempre ha acabado votando por los 12 paquetes de sanciones que ha pactado Europa, pero siempre ha sido el último en ser convencido, a regañadientes. Habitualmente, además, ha vinculado su sí a mejoras en las entregas a su país de ayudas de la UE, cuando es uno de los estados más dependientes de ellas y, a la vez, de los que tienen un empleo de ellas menos transparente, por lo que está siendo analizado. Quiere concesiones en áreas que le convienen a cambio de su apoyo a Kiev, pero el proteccionismo lo ha estirado tanto que se ha convertido en un compañero de cama incómodo. 

En Bruselas no olvidan que si hoy quisiera entrar en la UE, Hungría no podría, por la violación de derechos de minorías como los migrantes o la comunidad LGTBI, la persecución a la prensa libre o la separación de poderes con el judicial. El buen final de esta semana, además, no despeja los nubarrones de nuevas rabietas futuras. 

Su relación con Putin, más allá de su relato de puertas para dentro, es evidentemente más cercana que la de los demás líderes. En China se vieron en el contexto de un foro internacional organizado por el presidente chino, Xi Jinping, para conmemorar el décimo aniversario de la Nueva Ruta de la Seda. Dijo que estaba "orgulloso" de verse con el ruso. Antes que él, el austriaco Karl Nehammer se había visto con Putin en abril del pasado año, pero entonces fue para buscar una salida diplomática a la guerra y mantener las importaciones de gas ruso, sin éxito. 

Orbán lo que pide es un alto el fuego y negociaciones de paz inmediata, pero sin hablar de dónde empieza y acaba la soberanía de los ucranianos, que ya tienen territorios invadidos desde 2014, como Crimea. "También para nosotros los húngaros lo más importante es que cesen la avalancha de refugiados, las sanciones y los combates en nuestro país vecino", dijo un día el presidente, por ese orden. 

"Hungría nunca quiso enfrentarse a Rusia, siempre ha estado ansiosa de ampliar sus contactos", dijo en Pekín Orbán, según la traducción de los medios locales. Putin se felicitó de verlo cuando las posibilidades de mantener vínculos con países europeos son "limitadas" por "la situación geopolítica", que por eso era "motivo de satisfacción" que con los magiares se haya logrado "preservar y desarrollar" relaciones. 

Entre otras cosas, Hungría depende de Rusia para obtener gas natural, petróleo y combustible nuclear. Y por eso no ha hecho ni hará como otros estados europeos: cerrar ese grifo. También en octubre pasado, el ministro de Exteriores de Hungría, Péter Szijjártó, dijo que su país seguiría comerciando con Rusia en materia energética, a pesar de las medidas de la UE, porque durante décadas, el éxito de Europa se basó en una combinación de tecnología occidental y combustibles fósiles orientales, baratos y accesibles y no ve razones para cambiarlo.

"El lugar donde se compra la energía no tiene nada que ver con la política, y no se trata de una declaración política. Es una cuestión de realidad física. Puesto que la obligación y responsabilidad del Gobierno de Hungría es garantizar el suministro seguro de energía del país, y como está físicamente excluido, sin las fuentes rusas, continuaremos cooperando de manera 'pragmática' con Rusia... Como hacen muchos otros, pero no hablan de ello", declaró tras verse con su homólogo ruso, Sergei Lavrov, a quien los demás cancilleres de la UE ven en organismos internacionales, a la fuerza, pero sin interlocución. La cita fue en Bielorrusia, posiblemente el mayor estado satélite que tiene la Federación Rusa, y acabó con un compromiso de incluso ampliar las relaciones en el campo energético. 

La única planta de energía nuclear de Hungría se va a ampliar, además, de la mano de la corporación estatal rusa del ramo, Rosatom, más un préstamo de 10.000 millones de euros de un banco ruso para pagarlo. 

Orban y Putin comparten su retórica anti Estados Unidos, uno de los mayores enemigos de su partido, Fidesz, como han dicho sus dirigentes en alguna ocasión. Quiere hacer ver que no es un títere de la OTAN, donde Washington marca el rumbo. La cercanía a China los une, igualmente. Orbán se ha inspirado en Rusia en leyes como la de agentes extranjeros, para limitar las actividades de organizaciones que cuentan con redes transnacionales; los opositores dicen que va por el mismo camino, de acallar voces disidentes y frenar el trabajo de organizaciones y medios independientes.

Justamente sobre información, difunde constantemente informaciones que se entienden como equivocadas, tanto por la UE como por la OTAN, sobre los avances y retrocesos de la campaña ucraniana, por lo que en Bruselas se entiende que ayuda a "desinformar", lo que duele más en un año en el que el país se la juega. Necesita medios, dinero y claridad y unidad de acción, sobre todo desde Europa, porque en EEUU el dinero está estancado y más que puede estarlo si Donald Trump gana las elecciones. Por supuesto, Hungría no ha dado armas a Kiev en estos dos años e incluso ha impedido que el armamento de otros países aliados pase por su territorio y cruce por su frontera al país vecino. 

En lo defensivo, Hungría incomoda también a EEUU, no sólo a la Unión Europea, porque ha sido el país que más ha complicado la incorporación a la Alianza Atlántica de Suecia y Finlandia, proceso en el que ha puesto también muchos problemas Turquía y que ya se han resuelto. Los nórdicos, de neutralidad histórica, han dado el paso ante la amenaza expansionista de Putin y las amenazas recibidas. Han aprendido en cabeza ajena, ucraniana. 

Sin embargo, de nuevo ayudando a Moscú, Orban se ha ido negando. Da la casualidad de que Estocolmo y Helsinki son capitales muy criticas con el desgaste al estado de derecho que el derechista radical está ejecutando en su país y Orbán dice que han recibido hasta "insultos", por lo que les ha puesto las cosas complicadas. El pasado 23 de diciembre, el embajador de EEUU en Hungría, David Pressman, decía sin cortarse que Orbán se "abrazaba" a Putin con su renuencia. "Hungría se siente cómoda ignorando los intereses de esos mismos aliados y de nuestra Alianza", denunció. Hasta habló de "desprecio evidente" a ese esfuerzo de unidad proUcrania y recordó que la ayuda pendiente es "crucial" para Kiev y para la defensa occidental, por ende. 

Ahora está por ver si, tras el nudo resuelto de esta semana, vuelve a haber encontronazos serios para apoyar a los de Zelenski. Los ha habido en estos años y no se espera que de pronto Orbán se reconvierta, cuando forma parte de un cálculo interno, de su oposición a los extranjeros (aunque sean refugiados de guerra), de su escudo ante las críticas por la mala economía, de su proteccionismo o su discurso nacionalista sobre los Cárpatos ucranianos y sus habitantes de origen húngaro. Y en julio toma las riendas del semestre europeo. Muchas cosas pueden depender de él. 

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Licenciada en Periodismo y especialista en Comunicación Institucional y Defensa por la Universidad de Sevilla. Excorresponsal en Jerusalén y exasesora de Prensa en la Secretaría de Estado de Defensa. Autora de 'El viaje andaluz de Robert Capa'. XXIII Premio de la Comunicación Asociación de la Prensa de Sevilla.