El líder del Grupo Wagner amenaza con llevarse a los mercenarios de Bajmut si no reciben munición
Yevgueni Prigozhin ha vuelto a cargar contra el alto mando de Moscú en un vídeo repleto de insultos y rodeado de cadáveres de soldados rusos.
Las horas más complicadas para el Ejército ruso vuelven a tener lugar en Bajmut, epicentro de la batallas en el frente del Donbás y enclave estratégico convertido en símbolo de la resistencia ucraniana, como en su día lo fueron Mariúpol y Soledar. Y, nuevamente, la mayor amenaza no proviene de las defensas del país invadido. El problema está en la propia cocina rusa.
Desde primera línea de fuego, el jefe del Grupo Wagner, Yevgueni Prigozhin, ha vuelto a cargar -como nunca lo había hecho hasta ahora- contra el alto mando de Moscú. Lo ha hecho por el mismo motivo que en ocasiones anteriores, denuncia que no llega suficiente munición al frente para sus tropas. En el enésimo ultimátum a la cúpula militar, Progozhin ha amenazado con llevarse a sus mercenarios de Bajmut si no reciben las municiones que reclaman, según han confirmado medios como la BBC o TVE.
Lo ha hecho sin tapujos, poniendo fecha -o lo que es lo mismo, más presión- a la retirada y dirigiéndose a los principales mandos militares y al mismísimo mandatario ruso, Vladímir Putin. El mismo del que fue íntimo amigo. Según sus mismas palabras, el repliegue del Grupo Wagner se realizaría el próximo miércoles, es decir, el 10 de mayo.
"En nombre de los combatientes de Wagner y de su comandancia que el 10 de mayo de 2023 estaremos obligados a entregar las posiciones en la ciudad de Bajmut a las unidades del Ministerio de Defensa y a reubicar a los mercenarios en la retaguardia para lamernos las heridas", zanjó en un comunicado.
"Retiro las unidades del Grupo Wagner de Bajmut porque con la falta de municiones están condenados a una muerte sin sentido", subrayó, en alusión directa "al jefe del Estado Mayor, Valeri Guerásimov, al ministro de Defensa, Serguéi Shoigú, al comandante en jefe, Vladímir Putin, y al pueblo de Rusia". Esa última mención a la sociedad rusa tiene más importancia y simbolismo de lo que pudiera parecer, puesto que Moscú está siendo opaco en cuanto a las cifras de bajas que están sufriendo durante la invasión.
Una fecha de retirada muy simbólica
También entra en juego la importante efeméride que se vivirá en Rusia, puesto que el próximo martes se conmemorará el Día de la Victoria sobre la Alemania nazi. Una fecha que llega enturbiada por los supuestos sabotajes ucranianos en infraestructura energética (refinería) y tras el presunto ataque con drones explosivos sobre el Kremlin por el que el Ejecutivo ruso culpa a Kiev y señala a Washington -de los que ambos reniegan-.
“Debíamos haber tomado Bajmut para el 9 de mayo -el propio Día de la Victoria-, pero, conocedores de esto, desde el 1 de mayo la burocracia cuasimilitar nos ha cortado el acceso a cualquier munición de artillería”, reflexionó, sobre una fecha que es literalmente el día anterior a la anunciada retirada. Otro síntoma clave de la presión que buscan ejercer sobre el Kremlin.
Tampoco ha ocultado que las victorias de sus tropas podrían haber sido mayores si desde Moscú realizasen un esfuerzo logístico mayor. “De 45 kilómetros cuadrados que tiene Bajmut, faltan 2,5 kilómetros”, lamentó, señalando que, frente a ese escenario, sus planes ahora pasan por esa mencionada frase de “lamerse las heridas en la retaguardia”.
El Kremlin calla ante el ultimátum
El demoledor anuncio de la retirada del Grupo Wagner ha sido tomada con cautela por el Kremlin. Esta mañana, tras conocerse la publicación del vídeo y el posterior comunicado, la pregunta era inevitable que saltase en la rueda de prensa diaria del portavoz del Gobierno ruso.
Con todo, Dimitri Peskov, se ha escudado en que se trata de información sensible para eludir la pregunta. "Por supuesto, hemos visto [el comunicado de Prighozin] en los medios, pero no puedo hacer comentarios porque es algo que afecta a la operación militar especial", ha resuelto, en declaraciones recogidas por el diario ruso Izvestia.
En anteriores ocasiones, el Kremlin acabó cediendo ante la diatriba y amenazas del Grupo Wagner redoblando el envío de municiones a sus tropas en primera línea del Donbás -el único 'trofeo' al que puede aspirar a corto plazo Moscú en una guerra -"operación militar especial" dijo Putin- que comenzó hace más de un año.
¿Qué puede suponer la retirada?
La realidad es que a Prigozhin no le falta razón en uno de sus argumentos. Son la punta de lanza en Bajmut y si se marchan la gran estrategia rusa de capitalizar esfuerzos en Donetsk y Lugansk puede venirse abajo. Y con ella los ingentes esfuerzos humanos y materiales invertidos en una batalla que ha sido descrita como una "picadora de carne".
De hecho, distintos expertos y analistas militares -así como las informaciones confirmadas tanto por el Ejército ucraniano como por el Grupo Wagner- apuntan a que los defensores ucranios han perdido ya tanto terreno que han tenido que atrincherarse en una pequeña porción en el oeste de la ciudad, tras ser expulsados del centro de la ciudad que lleva meses con una banda sonora constante de explosiones y disparos.
A ese escenario de posible abandono tan cerca de una victoria -bélica, pero sobre todo moral- en Bajmut se suma el inminente inicio de la contraofensiva ucraniana de primavera, una iniciativa con la que Kiev pretende recuperar terreno sobre todo en el sur -donde el desgaste de Rusia tras la huida de Jersón es cada vez más evidente-. Si los mercenarios del Grupo Wagner tiran la toalla en Bajmut, Moscú se verá obligada a reorganizar sus tropas en un contexto especialmente complicado.