La Eslovaquia de Fico preocupa a Europa con su imitación de la desobediencia húngara
El ultranacionalista comienza a desplegar su hoja de ruta: se carga la Fiscalía contra la corrupción y plantea reformar los medios públicos para su control total, mientras niega armas a Ucrania. Ahora hay presidenciales y Bruselas anhela un reequilibrio.
No había que ser adivino, porque se veía venir: Robert Fico ganó en septiembre las elecciones en Eslovaquia y ahora, como primer ministro, está desplegando la hoja de ruta que había anunciado. No hay caretas fuera. Su populismo fue el clavo ardiendo de los descontentos, como en tantos países, pero el mandatario es como es y como ya apuntaba, más edulcorado, cuando ocupó su cargo en dos etapas previas, entre 2006 y 2018.
El socialdemócrata reconvertido en populista y ultranacionalista está haciendo saltar las alarmas de la Unión Europea con sus primeras medidas en firme: eliminar la Fiscalía especializada en delitos de corrupción para proteger a sus compañeros procesados, remodelar los medios públicos para ponerlos bajo su manto y negar ayuda militar a Ucrania, rompiendo la unidad de acción de los Veintisiete y amenazando con bloquear futuras apuestas de asistencia a Kiev. Este sábado hay segunda vuelta de sus elecciones presidenciales y en Bruselas esperan como agua de abril un poco de reequibrio.
El temor es lógico: a que Fico dé pasoa alejados del estado de derecho, a que recorte la democracia y aplique un plan iliberal, como su admirado Viktor Orbán en Hungría, a que se ponga del lado de Rusia y a Europa aguante en su seno no ya a un líder poco proeuropeo, sino a alguien que use la propia UE para reducirla, rebajarla, debilitarla. Bratislava estará bajo la lupa por si hay que dar toques de atención, como la retención de fondos, porque hay consenso en que tanto en el caso húngaro como en el caso polaco se esperó demasiado tiempo. Y eso se paga luego con más tensiones e inestabilidad.
El ejemplo más claro de que Fico hace de su capa un sayo es la reforma del Código Penal, en la que no sólo reduce los plazos de la prescripción de delitos graves como el de violación -a la contra de la tendencia de los nuevos ordenamientos europeos- sino que rebaja las penas por corrupción y, de paso, acaba con la Fiscalía especializada. Aunque el Tribunal Constitucional se opone a parte de los cambios, el primer ministro sigue adelante, lo que hace que la oposición denuncie su "autocracia" y su "búsqueda de la impunidad de sus colaboradores", en palabras de Eslovaquia Progresista.
Y es que hay compañeros de su partido, el SMER, afectados por investigaciones potentes, al igual que aliados comerciales y empresariales del primer ministro. "Si los casos graves ya no tienen una oficina específica, acabarán en las fiscalías regionales, que no tienen ni personal, ni formación ni presupuesto suficiente para llevar los expedientes a término. Vamos hacia un estado mafioso", sostienen en el departamento de comunicación de la formación opositora, que comanda el exeurodiputado Michal Simecka, que fue vicepresidente del Europarlamento.
Por ejemplo, la Fiscalía investiga actualmente al exjefe de la Policía, Tibor Gaspar; el vicepresidente del Parlamento, Peter Ziga, así como al gobernador del Banco Central Peter Kazimir y el exresponsable de los Servicios de Inteligencia Peter Pcolinsky. Supervisa, además, investigaciones contra oligarcas sospechosos de prácticas corruptas con subvenciones agrícolas y contratas públicas, de delitos fiscales y de acosar a periodistas.
Acabar con su enemigo era uno de sus objetivos claros al regresar al cargo porque la oficina, que abrió en 2004, ya ha condenado con contundencia a políticos de alto perfil cercanos a Fico, vinculados al Smer durante sus mandatos anteriores como primer ministro. Los escándalos aún persiguen a la formación y por eso la fiscalía sigue actuando contra sus números, hasta que la paren.
Fico dice que es un "sabotaje" y defiende su reforma porque, dice, ayudará a modernizar el sistema judicial del país centroeuropeo. Incluso acusa a la estructura que había hasta ahora de poco garantista con los procesados. "La institución contribuyó significativamente a la violación de derechos humanos", insiste.
Al mandatario le ha dado igual que Bruselas le pidiera expresamente que no eliminase la Fiscalía. Lo hizo en diciembre pasado el Comisario de Justicia de la UE, Didier Reynders, quien envió una carta a Eslovaquia pidiendo a las autoridades que no la suprimieran. La jefa de la Fiscalía Europea, Laura Codruța Kövesi, también ha escrito otra misiva, en su caso a la Comisión Europeo, afirmando estar "muy preocupada" por el paso dado. La independencia judicial y la separación de poderes son principios fundacionales de la Unión Europea, a la que Eslovaquia se adhirió en 2004, por lo que su vulneración genera inquietud, por el caso eslovaco y por las líneas coincidentes con Polonia y Hungría, sancionadas con fondos congelados e investigadas por Bruselas por no respetar esos principios.
No es sólo la Justicia. También son los medios de comunicación, que vienen en la siguiente acometida. La ONG Reporteros Sin Fronteras (RSF) lleva ya meses alertando de que se "ha atacado a periodistas, restringido el acceso a la información y cuestionado la independencia de los medios públicos" con este Ejecutivo, hasta el punto de que ha impulsado la Plataforma de Eslovaquia para la promoción de la libertad de prensa y la seguridad de los periodistas locales. Hasta cuatro medios han sido ya acusados de ser "hostiles" y "no lo suficientemente objetivos" en su cobertura.
Lo peor se lo llevan los medios públicos, en la diana del primer ministro, que quiere que "cumplan con su obligación", o lo que es lo mismo, que sigan las directrices del Gobierno. Para eso, se acaba de anunciar la creación de un organismo nuevo con el que va a dar la vuelta a la RTVS. Es un cambio de nombre, de empleados, de mandos, de trabajo. "La nueva coalición acusa infundadamente a RTVS de parcialidad. El 6 de noviembre, apenas diez días después de asumir el poder (...) Fico afirmó que RTVS "rara vez" había desempeñado el papel de medio de comunicación de servicio público. Su promesa de febrero pasado de "perseguir" al director general de los medios públicos se ha visto reflejada en el debate en curso de su mayoría gobernante sobre la separación de los medios en compañías de radio y televisión, lo que efectivamente permitiría destituir a su liderazgo actual", denuncia RSF.
La medida, como la reforma de la Fiscalía, ha generado desde enero importantes protestas en las calles del país, especialmente en la capital, que por ahora no han hecho cambiar de idea a Fico. De nuevo, rema a contracorriente porque justo comportamientos como el suyo es lo que trata de evitar la nueva Ley Europea de Libertad de Medios, aprobada por el Parlamento Europeo hace dos semanas. Eslovaquia es, además, un país donde la labor de los medios libres es una preocupación nacional especialmente desde que en 2018 fue asesinado el joven reportero de investigación Jan Kuciak, junto a su pareja, Martina Kusnirova.
De armas, nada
A las reformas internas, Fico añade otra postura que no gusta a Europa: su negativa a entregar armas a Ucrania para que se defienda de la guerra de agresión de Rusia. Kiev no deja de pedir ayuda para poder salir del atolladero y mientras buena parte de los Veintisiete hacen cuentas para ver qué pueden darle, en Bratislava se niegan. Ayuda humanitaria, sí. Fondos para reconstrucción, también. Armamento, no, porque dice que prolonga el conflicto.
"No entregaremos ningún arma a Ucrania, porque el conflicto no tiene solución militar, y no nos uniremos a la iniciativa checa", dijo Juraj Blanar, ministro de Exteriores de Eslovaquia, la semana pasada, tras verse con el Grupo de Visegrado, y en referencia a la búsqueda de munición que está planteando Praga, de quien Fico cada vez se está distanciando más.
Su postura pone en riesgo la unidad de acción europea, porque tal y como está diseñado el sistema de mayorías, hay pasos que sólo se pueden dar por unanimidad. Hay sobre la mesa un debate para reformar los Tratados comunes, pero no se ha avanzado aún, por lo que cualquier país puede negarse a algo, romper esa unanimidad e impedir que se adopten nuevos paquetes. Es lo que ha ocurrido en estos meses con Hungría: en diciembre, a regañadientes y después de que se liberara parte del dinero que la UE le tenía retenido por mal comportamiento, Orbán aceptó la apertura de negociaciones de adhesión con Ucrania, pero a la vez se negó a aprobar los 50.000 millones de euros que se le querían entregar, a cuatro años, para vencer a Vladimir Putin. Tras muchas negociaciones. Budapest dejó de vetar el dinero en febrero. El tiempo es oro y se va perdiendo por estas cosas.
Orban es considerado el político europeo más cercano a Moscú y Fico parece que se mira en su espejo. Juntos, el pasado enero, llamaron a "reelaborar" el plan de la UE para dar ayuda financiera a Ucrania, porque entienden que ese coste no debe alterar los presupuestos comunitarios, que hace más débiles a los estados. "Eslovaquia nunca aceptará que un país sea castigado por luchar por su soberanía o independencia nacional", dijo el primer ministro, hablando de cuestiones presupuestarias.
Conceptos grandes a los que aludió, curiosamente, el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov. "Nos encontramos ahora en una situación en la que cualquier político en Europa que tiende a contemplar la soberanía de su país y a proteger los intereses de su país es susceptible de ser etiquetado de prorruso. Es totalmente absurdo", dijo al hablar de Fico.
El primer ministro dijo hace dos meses que, si llega el día, vetará la entrada de Ucrania en la OTAN. "Bloquearemos y vetaremos la adhesión de Ucrania a la OTAN, porque no sería otra cosa que la base para una tercera guerra mundial", declaró. Sí defiende que entre en la Unión Europa si cumple, dijo, las mismas condiciones que los demás países. En eso también coincide con Orbán, en decir que estará vigilante para que no haya trato de favor y se cumplan todas las exigencias de Bruselas.
Un presidente para hacer contrapeso
Los proeuropeos tienen ahora la esperanza puesta en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales del país, este 6 de abril. Hace dos semanas, el europeísta Ivan Korcok venció de forma inesperada en la primera ronda, con un 42,5 %, contra Peter Pellegrini, candidato del Gobierno y en la órbita de Hungría, que se quedó con un 37%. Los sondeos no auguraban los cinco puntos de diferencia, lo que ilusiona a la oposición para llegar a meta como vencedora.
Si se repite esta tendencia -que no es seguro, porque las encuestas dan un empate o victoria por la mínima de Pellegrini-, se lograría un contrapeso a Fico, con la presidencia en manos más moderadas que la jefatura de Gobierno. Fico no lo ve así, sino que vaticina que si eso pasa sólo habrá confrontación institucional diaria.
Korcok defiende más Europa, aboga por ayudar a Ucrania en todos los campos y está respaldado por liberales y progresistas unidos, que no están de acuerdo con el rumbo que está tomando Eslovaquia, cada vez más escorada, más aislada de los vecinos y alineada con la propaganda rusa. denuncia el candidato. La repite "como un loro", afirma gráficamente el medio POLITICO.
No hay que olvidar que Fico logró un 23,3 % de los votos hace pocos meses y forjó una coalición por voluntad popular, pero sus reformas han generado protestas que van más allá de los opositores, que han tocado a la calle con temas sensibles. Está por ver si hay voto de desencanto o incluso de temor a sanciones de Europa como la retención de fondos si se daña al estado de derecho. Hay un gran número de indecisos que pueden inclinar la balanza y están aquellos que votaron a otros partidos, antes de que la pelea fuera cosa de dos.
En la UE observan con cuidado, esperando que el leve dolor de cabeza que ya le da Fico no sea insoportable en unos meses. Una cosa tienen clara sus funcionarios: si con otros países se tardó demasiado en actuar, la lección está aprendida, así que si se empeña en ir por la senda húngara, puede ir preparando el bolsillo. Para empezar.