Jacques Bouthier, el 'Epstein francés' acusado de tejer una red de abusos y trata de menores

Jacques Bouthier, el 'Epstein francés' acusado de tejer una red de abusos y trata de menores

La delación de una joven llevó al arresto a uno de los 500 hombres más ricos de su país. Marruecos, donde extendió sus tentáculos, aborda ahora un juicio sobre su trama. Violaciones, abusos, amenazas y persecución es lo que relatan las víctimas. 

Jacques Bouthier, en una entrevista en un portal sobre empresas.YOUTUBE

El caso de Jeffrey Epstein sacudió al mundo. Un magnate norteamericano amigo de políticos, empresarios y realeza para el que se pedían 45 años de cárcel por poner en marcha una red de tráfico sexual de niñas, insaciable pedófilo y acosador que se acabó suicidando en su celda en 2019. Las víctimas ahora pelean por la justicia residual de hacer que paguen sus colaboradores. Epstein se mató, pero su mal sigue vivo, perpetuado en todos los abusadores que en el mundo son, más o menos poderoso. 

En Francia, el Epstein galo se llama Jacques Bouthier y esta semana la red que supuestamente trazó para violar y someter a mujeres -menores y mayores de edad- pasa por los tribunales en Marruecos, el país sobre el que extendió sus tentáculos según los investigadores. Bouthier, un empresario de 76 años, casado y con cuatro hijos, está ahora mismo libre bajo fianza por cuestiones de salud, a la espera de que su caso se aclare. Está siendo procesado por violación, agresión sexual, proxentismo, posesión de pornografía infantil, malversación de bienes, recepción de bienes robados y blanqueo de capitales relacionados con bandas criminales. 

La historia de Bouthier es la del típico hombre hecho a sí mismo, un autodidacta sin altos estudios que empezó de chaval a trabajar en una empresa de transporte de petróleo y que acabó fundando su propia firma, Assu 2000, especializada en seguros. Tenía 28 años. De su primera sede en un bungalow en el campo ha pasado a ser uno de los 500 hombres más ricos de Francia, con 170 millones de euros de fortuna personal. Un "desarrollo deslumbrante" como decía la prensa económica cuando lo entrevistaba sólo por su trabajo. 

Su consolidación total vino a partir de 2017, con la compra de lo que hoy es el Grupo Vilavi, dedicado a la correduría de seguros y a hacer de intermediario en servicios de préstamos bancarios. Se hizo uno de los nombres esenciales del sector en Francia. Su fortuna la apuntaló diversificando en el mundo inmobiliario, hasta superar los cien millones en activos, según la publicación especializada Challenges

La denuncia

En la cima estaba cuando le llegaron los grilletes. El 15 de mayo de 2022 una joven, llamada Aisha por la policía para preservar su identidad, lo denunció. La chica, de 22 años, informó en una comisaría de París de que había sido reiteradamente violada por el empresario desde 2016, cuando tenía sólo 16 años. Había estado en un piso-picadero, a las órdenes del denunciado, hasta que no pudo más. Seis días después, ya había seis personas detenidas, desde el magnate hasta sus supuestos colaboradores (policías, expolicías y hasta su mujer). 

Según el espeluznante relato que hace el diario Le Parisien, la denunciante, de origen marroquí, explicó a los agentes que dos años después de llegar a Francia con su familia se fue a vivir con una prima a Gennevilliersy y ella le hizo encontrarse con Bouthier en su casa de Noisy-le-Sec (Seine-Saint-Denis). Fue el primer paso. Luego fue abusada durante años, según su relato, había sido obligada a participar en sesiones de swingers (de intercambio de parejas) y a tener relaciones con varios varones a la vez. 

Bouthier supuestamente la reclutó y la llevó a un apartamento en el que, dice la joven, ya había otra chica viviendo. Tras un tiempo de relaciones sexuales sin penetración, le ofreció 4.000 euros y un móvil por su virginidad. En declaraciones posteriores, el empresario ha negado que supiera que era menor, afirmando que Aisha era una chica "grande y traviesa", pero en grabaciones efectuadas en la investigación se le oye confirmar que sí, que no tenía los 18. 

A la niña no la deja a ir al instituto, para que siempre estuviera "disponible", y que sus abusos eran al menos semanales. Ante un enfado de la esposa del procesado, éste le dijo a la niña que si quería seguir teniendo un techo debía buscarle a otra niña para satisfacer sus apetitos, lo que casa a la perfección con la estrategia de Epstein. Le dio indicaciones: "de entre 8 y 11 años, no más de 14". 

A principios de 2022, le hace creer que ha encontrado a una niña marroquí de 13 años y Jacques Bouthier le entrega 10.000 euros en efectivo. En realidad era una cría rumana de 14 que malvivía en una casa okupa. Es entonces cuando se graba un momento determinante en la investigación: un vídeo tomado por Aisha en el que se ve al empresario sin camiseta, en una cama rosa, con una cría asustada, en camiseta y bragas, a la que va amedrentando. Más tarde, la menor reconocería a la policía que hubo masturbaciones. "Me molestó", dijo. 

En el vídeo se oye decir al hombre: "Tiene miedo, pobrecita", después de pedirle a la niña un "abrazo", mientras ella mira al infinito, en shock. Le pregunta: "¿Alguna vez has estado con un chico? (...). Bueno, hay que empezar, eh". Y le ofrece entonces 200 euros. Es un vídeo "comprometedor", como lo llamó Le Monde

A los cuatro días de que se registrase esa grabación, Aisha denunciaba. No fue algo impulsivo, había planeado cómo hacerlo para tener credibilidad ante un hombre poderoso. Por eso también se hizo con documentación del hombre. Luego, entregó el vídeo. Tan potente es por lo que contiene y cuenta que el detenido trató de de impedir que llegase a manos de la policía, persiguió a Aisha y le mandó matones para convencerla y amedrentarla. Recurrió, según se desprende de las investigaciones, a empresarios que le debían dinero, policías con deudas y hasta exboxeadores para ello. No lo frenó. Tampoco el testimonio de otras chicas que estaba por llegar y que, a base de fuerza, trataron de cambiar. 

Los audios registrados con las órdenes para todo esto son duros. "Si la atrapas, la arrojas al avión y le reservaré un comité de bienvenida. Si es necesario, la pondré en un campamento militar en Marruecos donde la harán actuar como a una puta", afirma en un momento. Interrogado por eso, más tarde, dijo: "Es que podía conocer a hombres guapos, tal vez encontrar un marido, tal vez un oficial". Sin atisbo de remordimiento. En esas idas y vueltas plantea llevarla a la fuerza a un burdel de Alemania. "Es lo que sabe hacer", dice en una de las llamadas filtradas a la prensa. De ahí parten las acusaciones añadidas de secuestro. Las de blanqueo son por si usó dinero de las empresas en los pisos a los que llevaba a las jóvenes. Porque, con el tiempo, han sido siete al menos los casos conocidos, similares a de la primera denunciante estancia en un piso, usadas como esclavas sexuales dentro de un "sistema global de depredación"

Sus colaboradores han pedido disculpas y dicen estar "avergonzados" por el trato dado a esa muchacha, "cegados por el dinero" como estaban. Su esposa, Farida, en libertad vigilada tras cuatro meses en prisión, califica a su marido de "gran enfermo", "basura" o "trastornado sexual" y niega su implicación. Sabía de sus infidelidades, dice, pero no de los abusos. 

Bouthier no da pasos atrás ni pide disculpas. En julio del 22 afirmó ante el huez: "Me comporté con normalidad". En sus declaraciones muestra un "claro sentimiento de impunidad" y "desconcierta por su crudeza". Insiste machaconamente en que no sabía que era menor, que la había cuidado "y a saber dónde estaría" sin él y que todo es una trama montada por su adversarios que le estaban causando pensamientos suicidas. Mismo discurso con las demás. 

No responde cuando se le muestran frases suyas dichas a colegas como: "Voy a hacer que me encuentren una aqu´, una ucraniana. Los precios han bajado". La guerra de Ucrania tiene consecuencias hasta en el mundo de la pederastia

El "sistema Bouthier"

Con los meses, han salido a la luz casos de trabajadoras de Bouthier que tuvieron que sufrir insinuaciones, toqueteos, comentarios, una presión sexual agrandada por el entorno laboral. La primera, una empleada de hogar que lo denunció por violación en 1998 y cuyo caso fue desestimado en su momento. La prensa gala habla de un "clima de terror" en sus oficinas, de un acoso "sistemático" que, entre las afectadas, llamaban justo así, el "sistema Bouthier". Muchos lo sabían todo pero nadie hizo nada, con capas y capas de jefaturas intermedias en silencio. 

Estas mismas maneras de actuar son las que se investigan ahora en el proceso iniciado este martes en Tánger, en en que se investiga a ocho sospechosos acusados de abusos sexuales y que involucran al magnate francés. La Asociación Marroquí por el Derecho de las Víctimas (AMDV) hizo un llamamiento buscando víctimas que empezó con seis denuncias y luego llegó a la decena de casos. Son de mujeres que han narrado despidos por no acceder al "acoso y chantaje" del empresario y los suyos, trabajadores de Vilavi en el país norteafricano, aprovechándose además de un contexto de precariedad de estas trabajadoras. El comportamiento de Bouthier era "tóxico", con aires "neocoloniales", incluso. 

Los relatos son parecidos: intimidación, degradación, acoso, proposiciones... Como el de las chicas del call center que fueron llamadas a prepararse para dar un "recibimiento" al empresario. Una jungla donde el depredador podía elegir su presa. Tanto en Marruecos como en Francia, el acusado siempre se ha jactado de sus contactos en la policía y en la administración, infundiendo más miedo aún. 

¿Cómo están ahora las cosas? Pues a la espera de juicio y con Bouthier en la calle desde marzo de este año. Pagó 500.000 euros y salió, aunque no puede cruzar las fronteras de Francia. La decisión de la justicia fue muy criticada por las víctimas, sus abogados y asociaciones de derechos de las mujeres, pero estaba sustentada en su precario estado de salud: supuestamente, es "incompatible" con su estancia en prisión, porque tiene un principio de demencia, deterioro cognitivo y desnutrición grave. 

Mientras el caso avanza, en Francia y en Marruecos, resuena su respuesta en los interrogatorios: "¿No te da vergüenza? No". 

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Licenciada en Periodismo y especialista en Comunicación Institucional y Defensa por la Universidad de Sevilla. Excorresponsal en Jerusalén y exasesora de Prensa en la Secretaría de Estado de Defensa. Autora de 'El viaje andaluz de Robert Capa'. XXIII Premio de la Comunicación Asociación de la Prensa de Sevilla.