Israel invade Líbano: un intento de eliminar la amenaza del norte con muchos riesgos

Israel invade Líbano: un intento de eliminar la amenaza del norte con muchos riesgos

Tel Aviv confirma operaciones "limitadas, localizadas y selectivas" en suelo libanés, eufemismos que no tapan lo que es: una ofensiva terrestre en toda regla. La pregunta es cuál será la reacción de Hizbulá y de su mayor aliado, Irán. 

Artillería israelí disparando en el sur del Líbano, esta madrugada, vista desde la Alta Galilea.ATEF SAFADI / EPA / EFE

"Limitadas", "localizadas", "selectivas". Son las palabras con las que Israel ha calificado sus incursiones de esta madrugada en suelo libanés, un eufemismo para no decir lo que hay: que ha invadido el país vecino, algo que no pasaba desde 2006. En el Oriente Medio de estos días todo se pinta de inevitable, y eso mismo se dice de esta operación, pero no, no lo era y las presiones en busca de un alto el fuego intentaban que así fuera. Tel Aviv ha hecho oídos sordos al llamamiento internacional a la prudencia y ha dado un paso de consecuencias desconocidas

"En el sur de Líbano se están produciendo intensos combates, durante los cuales los miembros de Hizbulá están explotando el entorno y la población civil como escudos humanos para lanzar ataques. Por su seguridad personal, le pedimos que no mueva vehículos del área norte al área sur del río Litani", ha avisado el Ejército israelí, augurando más acciones por venir.

El primer ministro, Benjamin Netanyahu, ha puesto por encima de todo su doble empeño: que el norte sea seguro y puedan regresar a sus casas los 60.000 civiles israelíes evacuados ante los ataques del partido-milicia Hizbulá y dar una lección por las armas que sea definitiva si es posible, y que se produzca un cambio "del equilibrio de poder en la región". Quiere darle la vuelta a sus amenazas en la zona. 

Como se esperaba, la operación actual parece estar llevándose a cabo en zonas cercanas a la frontera, y tiene como objetivo infraestructura que el Ejército israelí describe como una "amenaza inmediata a las comunidades israelíes en el norte de Israel". Se trata de una amenaza que existe desde hace mucho tiempo, pero después de los atentados de Hamás del 7 de octubre de 2023 el Gobierno y el ejército israelíes no estaban "dispuestos a tolerar" por más tiempo ese nivel de riesgo.

Hizbulá siempre ha tenido la ambición pública y declarada de apoderarse de la región de Galilea, en el norte de Israel, lo que el Ejército recuerda machaconamente estos días para justificar que, si no actúan ahora, los invadidos pueden ser ellos. También han explicado que se han descubierto redes de túneles construidas por los chiíes, similares a las de Hamás en Gaza, extensas y bien surtidas, por las que habría sido posible infiltrar "cientos" de combatientes en Israel en cuestión de minutos.

Ambos miedos, más los ataques de los proyectiles de Hizbulá (entre 130.000 y 150.000 antes del inicio de esta crisis, cada vez mejores y de mayor precisión y alcance gracias al apoyo perenne de Irán), han permitido a Netanyahu elaborar su argumetario para justificar la invasión. Y le ha salido bien: esta madrugada, EEUU, su valedor máximo, le ha dado su apoyo, diciendo que ha pactado con Tel Avi "desmantelar la infraestructura de ataque" en Líbano. Y las encuestas le sonríen: el Canal 12 dice que su partido, el Likud, ganaría hoy las elecciones con el 38% de los votos, tras un año de hundimiento de su imagen por las malas actuaciones ante el 7-O. 

Se aferra a la resolución 1701 del Consejo de Seguridad de la ONU, con la que se acabó la guerra de 2006, que exige un cese total de las hostilidades entre Israel y Hizbulá, la retirada de las fuerzas israelíes de Líbano para ser reemplazadas por fuerzas libanesas y de la UNIFIL -la misión ONU- desplegándose en el sur de la nación árabe, y el desarme de grupos armados, incluyendo el Partido de Dios. El Ministerio de Exteriores de Israel insiste en que el texto "ordena la retirada de las fuerzas de Hizbulá en Líbano hasta el norte del Río Litani, a fin de evitar la proliferación del terrorismo" y eso no se ha cumplido por su parte, pero es que esa resolución lleva años siendo violada bilateralmente por los dos rivales.

En una operación acelerada en las dos últimas semanas de septiembre, el Ejército israelí ha devastado el liderazgo de Hizbulá y gran parte de su armamento, matando incluso a su líder, Hassan Nasrallah, se estaba haciendo evidente que no quería poner fin al conflicto actual antes de poder destruir el equipo militar, los búnkeres y los túneles que el grupo había preparado cerca de la frontera israelí. Y, sobre todo, de desplazar a Hizbulá al norte del río Litani, que ha sido siempre la gran frontera natural. Hasta ahora, sus milicianos estaban al otro lado, al sur, más cerca de Israel, una zona que tienen tomada, conocen muy bien y en la que se despliegan con naturalidad, entre trampas, escondites y arsenales.

Algunos exaltos funcionarios de seguridad israelíes afirman a medios como el Financial Times que es poco probable que el ejército intente una invasión de una escala similar a la de Gaza. En cambio, esperan que la atención se centre en la amenaza que plantean los misiles antitanque de Hizbulá en la frontera, lo que degradaría su poder de fuego y empujaría a las fuerzas del grupo militante hacia el norte del río Litani, en el Líbano.

¿Los primeros choques?

Ahora mismo es una unidad de élite llamada Egoz la que está tomando posiciones en el sur del país vecino, la que ya está chocando con personal de Hizbulá, según la milicia, que habla de enfrentamientos en la zona de Metula. No así el Ejército de Israel, que dicen a la BBC que sus fuerzas sólo han llegado hasta "una distancia muy corta a pie" en Líbano y que hasta ahora no ha habido "ningún enfrentamiento".  "Estamos hablando de atacar las plataformas de lanzamiento de Hezbolá, la infraestructura de Hezbolá justo al lado de las comunidades del norte de Israel", dijo el funcionario. "No puedo dar cifras, pero puedo decirles que no se trata de una gran invasión terrestre", dijo el funcionario, describiéndola como "limitada" y no como las operaciones israelíes en Gaza.

Las IDF desvelan apenas "operaciones de bajo nivel", que no detallan, y confirma bombardeos a lugares de almacenamiento de armas, que tampoco describe. 

No se conocen las consecuencias de lo ocurrido en estas horas. Este grupo del Ejército de Israel se creó precisamente para combatir a Hizbulá, pero en los últimos meses ha estado destinado en Gaza, especialmente en la zona de Khan Younis, desde donde han sido desplazados, en uno de esos siete frentes que Israel se vanagloria de mantener hoy activos

En 2006, se logró penetrar unos 28 kilómetros en suelo libanés, en una guerra de 34 días que dejó 1.100 muertos y que Israel no ganó. Sólo un pacto de alto el fuego acabó con la crisis. A saber cuánto pueden aguantar ahora las dos partes. Fuentes norteamericanas decían anoche a la CNN que el empeño de Israel es estar "mucho menos tiempo" en Líbano que entonces, con una penetración "más limitada". 

La semana pasada, el jefe del Estado Mayor israelí, Herzi Halevi, avanzaba que si se daba una incursióm terrestre sus soldados entrarían "en aldeas que Hizbulá ha preparado como grandes puestos militares avanzados, con infraestructura subterránea, puntos de preparación y plataformas de lanzamiento en nuestro territorio [desde donde] llevar a cabo ataques contra civiles israelíes". "Al entrar en esas zonas con fuerza, al enfrentarse a los agentes de Hezbolá, les demostrarán lo que significa enfrentarse a una fuerza profesional, altamente cualificada y con experiencia en combate. Llegarán mucho más fuertes y con más experiencia que ellos. Entrarán, destruirán al enemigo allí y destruirán decisivamente su infraestructura", añadió, según Reuters.

La zona es complicada por orografía, con mucha vegetación y rocas, en la que Hizbulá tiene sus silos de armas, campos base, trincheras y lanzaderas de proyectiles. Es muy posible que la zona esté minada o cubierta de explosivos para repeler incursiones, y puede haber emboscadas. Los miembros de Hizbulá no son los que lucharon cuerpo a cuerpo contra Israel en 2006, sino que ahora están rodados en la guerra de Siria y cuentan con nuevos aportes de armamento por parte de Irán.

El Centro para Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS, por sus siglas en inglés) destaca en sus informes más recientes que el grupo se ha hecho ahora con misiles antitanque, que pueden atacar a los blindados de Israel si cruzan la frontera, además de morteros que dirigirían a la infantería enemiga. Israel ha mejorado también es estos años, claro, pero llega con sus fuerzas sobrecargadas, actuando en Gaza, Cisjordania y Líbano, con mucho cansancio acumulado. Le faltan manos y, las que están, están agotadas. Una invasión terrestre podría no ser rápida. Ahora tiene la moral muy alta, eso sí, por los éxitos de las dos últimas semanas, especialmente los de inteligencia. 

Esa es la operación con botas sobre el terreno que ha comenzado esta noche, pero Israel sabe por su propia historia que enviar tropas al Líbano es una cosa y sacarlas de allí es otra muy distinta. Para empezar, no sabemos de qué es preludio este paso, si de una guerra más a amplia, profunda o sostenida, o un empujón de unos días. Una vía busca resultados permanentes. La otra es más cortoplacista. No hay que perder de vista que Hizbulá no es un grupo armado más, es una especie de estado dentro del estado libanés, con enorme presencia política y social, que sigue estando muy armada pese a las andanadas contra Israel del último año, en su intento declarado de "apoyar" a los palestinos por la guerra en Gaza. 

La resistencia

Hizbulá ha perdido jefes pero no está derrotada. En los últimos años había emprendido una descentralización que pueden ayudarle a tomar decisiones y a actuar pese a la falta de cabezas pensantes y de redes de comunicación, dañadas con los ataques a los buscas o walkie-talkies. Está desafiante y dispuesto a resistir, dicen los que que que quedan al mando. Irán, su patrocinador, ha dicho que habrá venganza, y es la gran duda en este momento: cómo va a responder a este guantazo de Israel al más poderoso miembro de su Eje de Resistencia, el grupo de aliados en Oriente Medio de los que se vale para generar miedo, disuadir y atacar. 

Hasta ahora, Teherán ha tratado de dar una respuesta light a los golpes de Israel a Hizbulá, a Hamás o a los hutíes de Yemen, porque no quiere una guerra total, porque su economía tiembla, porque su ejército no ganaría, porque aún no tiene disuasión nuclear que emplear, porque hay oposición interna y el régimen de los ayatolás podría peligrar y es eso, por encima de todo, lo quiere mantener igual. 

Si Irán entra en guerra, muy posiblemente EEUU lo hará también, en defensa de Israel. Esta madrugada, el Pentágono ha dicho, a través de Sabrina Singh, su portavoz, que EEUU desplegará "unas cuantas miles de tropas" adicionales a Oriente Medio para reforzar la seguridad y defender a Israel "en caso de que sean necesarias". 

La zona, mientras, contiene el aliento. Demasiado obligada a hacerlo. Demasiado dolor acumulado