Harris y Trump, metiendo codo: un sprint final en los estados clave que mira de reojo a Oriente Medio

Harris y Trump, metiendo codo: un sprint final en los estados clave que mira de reojo a Oriente Medio

La demócrata tiene una ligera ventaja sobre el republicano pero los 'swing states' -en los que todo se decide- están empatados. El debate se ha agriado esta semana con el temporal en Florida, mientras el apoyo a Israel ha sido el punto de consenso. 

Donald Trump y Kamala Harris, en sendas imágenes de archivo.Eduardo Muñoz / Nathan Howard / Reuters

El 5 de noviembre hay elecciones presidenciales en Estados Unidos. Casi no ocupan titulares, con el mundo endiabladamente enredado en guerras que cumplen años sin solución y se agigantan, pero la campaña avanza, mitin a mitin, acusación a acusación. Propuesta a propuesta... menos, porque todo se esta jugando en el plano de la visión de opuestos: o yo o el caos, diga lo que diga el programa de cada cual. Ese es su motto

Había una gran incógnita que se va despejando: ¿sería capaz Kamala Harris de seguir subida a la ola de popularidad, tras la efusividad de su elección como sustituta de Joe Biden, que le cedió el paso en julio? La respuesta es sí, no ha perdido fuelle y está, poco a poco, dándose a conocer más. Tras cuatro años como vicepresidenta de EEUU, la aspirante demócrata a la Casa Blanca era una incógnita para los votantes, que le pedían que se mostrase, que se explicase. Lo está haciendo, aunque quedan lagunas, y eso le está granjeando apoyos. 

Según la página FiveThirtyEight, que hace el formidable trabajo de elaborar medias de todas las encuestas sobre estos comicios que se publican, ahora mismo Harris lograría el 48,5% de los votos, lo que supone 2,5 puntos más sobre el 45,9% que se espera que logre su adversario, el expresidente republicano Donald Trump. A principios de octubre, la diferencia llegó a ser de 2,8 puntos, la mayor desde que la antigua fiscal fue proclamada oficialmente por su partido, el pasado agosto. 

Desde entonces, se ha mantenido una situación de práctico empate, y no nos engañemos, los datos de esta media constatan que aún estamos en el margen de error de la mayoría de los sondeos. Los demoscópicos creen que un margen de error aceptable suele situarse entre el 3% y el 6%, con un nivel de confianza del 95%. Hay partido, obviamente. 

La participación, por eso, será clave, porque nadie sabe aún quién se va a movilizar en masa: si los demócratas ilusionados por el cambio de candidata, la que puede ser la primera mujer en el Despacho Oval, la segunda persona negra, la primera asiática, o los republicanos que anhelan el retorno del magnate y su política MAGA, Make America Great Again.

Por eso son tan importantes os estados bisagra o péndulo (swing states), que son aquellos que pueden definir la elección presidencial. En este 2024, son Georgia, Arizona, Wisconsin, Michigan, Pensilvania, Nevada y Carolina del Norte los estados indecisos que pueden terminar definiendo al jefe o jefa de Estado de la primera potencia del planeta. Es en ellos donde se ha centrado la campaña de los dos candidatos en las dos últimas semanas, un sprint en toda regla. Hay que entender que de los 3.100 condados donde se vota, apenas 15 o 20 de ellos son realmente determinantes para la elección. Una realidad de la que nos sorprendemos cada cuatro años y siempre es igual. 

Actualmente, los sondeos están apretados. Una media de sondeos elaborada por el New York Times da la victoria a Harris en Pensilvania (por menos de un punto), Nevada (un punto), Míchigan (un punto) y Wisconsin (dos puntos). Mientras, Trump lograría Carolina del Norte (menos de un punto), Georgia (dos puntos) y Arizona (dos puntos). Tres para cada uno y en un puño, de nuevo todo en el margen de error. Nada claro. 

Kamala Harris, en el Late Show de Stephen Colbert, el 8 de octubre de 2024.Scott Kowalchyk / CBS via Getty Images

Cambios sensibles... y dinero

Los sondeos sí afinan algo más en cuanto a las opiniones que los norteamericanos tienen de Harris y Trump, la popularidad, más que la intención de voto. Y en este punto la demócrata ha escalado sensiblemente: un 47,1% de los sondeados tienen una opinión favorable sobre ella (el dato era del 30% antes de soñarse siquiera con un cambio de caballo en mitad de la carrera), frente a un 46,6% de personas que tienen una opinión desfavorable. El margen entre las dos cifras es, no obstante, muy pequeño. En el caso de Trump, los cariños y odios están más acentuados: un 52,5% no tiene una opinión favorable sobre él y un 43,1%, sí. Y ganan los que lo rechazan, como se ve. 

El Times también ha publicado estos días una encuesta más detallada y profunda, con sensaciones y convencimientos. En ella se expone que crecen los electores "proclives a ver en Harris, no en Trump, una ruptura con el statu quo". Tenemos ahora una Administración demócrata, la de Biden, y aún así, el cambio hoy se asocia más con que siga el mismo partido, con una nueva aspirante, que con una formación distinta, la de Trump, que supone la alternancia en el juego. 

Además de creer que la vicepresidenta representa ese cambio, entienden los norteamericanos que ella "se preocupa más por personas como ellos", lo que supondría un triunfo de la campaña de Harris, en la que desde el minuto uno ha tratado de vincular sus mensajes y su imagen con la clase media, el ciudadano de a pie, una de ellos. 

El diario constata que la novata ha logrado "avances, aunque pequeños" en temperamento, confianza y esperanza de cambio, que ha ganado votos en todos los niveles de edad (incluyendo los ancianos) y todas las razas, y que hasta hay más republicanos indecisos que irían con ella el 5-N: han pasado del 5 al 9% en sólo un mes. 

Los de Harris no quieren triunfalismos, pero se les nota la alegría en una semana en la que se ha desvelado que su campaña ya ha recaudado 1.000 millones de dólares desde que ingresó a la carrera presidencial a fines de julio, según medios como CNN, "lo que marca un hito masivo de recaudación de fondos en su campaña contra el expresidente Donald Trump".

"Otros candidatos presidenciales, junto con sus partidos políticos, han superado la marca de los mil millones de dólares en elecciones pasadas. Pero Harris ha cruzado ese umbral a un ritmo vertiginoso, lo que pone de relieve en qué medida su ascenso a la cima de la fórmula demócrata hace dos meses y medio aproximadamente ha transformado las finanzas de la contienda por la Casa Blanca de este año", sostiene la cadena de televisión. "Está claro que Harris ha hecho algo absolutamente sin precedentes", ratifica Sarah Bryner, directora de investigación del grupo no partidista OpenSecrets, que rastrea el dinero en las elecciones.

Donald Trump, el pasado 7 de octubre en Nueva York, hablando con la mano de uno de los rehenes israelíes en manos de Hamás.Michael M Santiago / Getty Images

Los consensos y las diferencias

Esta semana de campaña comenzó, el lunes, con el primer aniversario de los ataques de Hamás a Israel del 7 de octubre de 2023 y el inicio de la ofensiva de Tel Aviv sobre Gaza, interminable. Tanto Trump como Harris se han preocupado de asistir a eventos en memoria de los 1.200 asesinados por el partido-milicia palestino y para reclamar la liberación del centenar de rehenes que quedan en la franja, de los 250 inicialmente secuestrados. Actos políticos y actos religiosos, con la comunidad judía del país, de enorme carga a menos de un mes de las elecciones. 

El componente electoral pesa, porque aunque la mayoría de judíos estadounidenses suelen votar demócrata, cada vez más se acercan a los republicanos. Hay judíos más jóvenes y de tendencia izquierdista que ya no ven el apoyo inequívoco a Israel como una prueba de fuego, por otro lado, pero no deja de ser un flanco a tener en cuenta en unos comicios en los que el margen de diferencia es tan ajustado. Son sólo el 2,4 % de la población adulta de EEUU, pero tienen más probabilidades de votar que la población general registrada para votar y de hacer donaciones políticas.

Como explica EFE, Harris reafirmó su compromiso de que “siempre” velará para que Israel tenga los medios para defenderse, pero también consideró que el mundo debe trabajar para aliviar el “inmenso sufrimiento” de los palestinos de la Franja de Gaza, que han experimentando “tanto dolor y tanta pérdida durante este año”. Además, en respuesta a preguntas de la prensa, afirmó que no se “rendirá” en los intentos de conseguir un acuerdo entre Israel y Hamás para un alto al fuego en Gaza y la liberación de los rehenes israelí. 

Trump llegó a ponerse una kipá al visitar la tumba de un rabino neoyorkino, y tras el acto dijo: "No debemos olvidar nunca la pesadilla de ese día". Aquellos actos "no hubiesen ocurrido jamás si yo hubiese sido el presidente, dijo, como ha repetido ya en otras ocasiones. Saludó los avances en la campaña de Israel para degradar las capacidades militares de Hamás, y dijo que "el amanecer de un Oriente Medio nuevo y más armonioso está por fin a nuestro alcance".

La guerra de Gaza y la de Líbano, enraizada en la anterior y acrecentada con los días -de los busca a los bombardeos a la invasión terrestre-, están suponiendo un importante quebradero de cabeza, sobre todo para Harris, que es la que aún está en el poder. Hay muy poco tiempo para tomar decisiones de calado, a las puertas de las elecciones, y de eso se ha beneficiado el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, a la hora de tomar decisiones que no agradan a Washington. Le da igual y, además, es sabido de su preferencia por Trump. Esta semana ha trascendido lo que todos imaginaban: que el presidente llama a su igual de Israel "hijo de puta" en la intimidad. 

Ya se sabe aquello de que la política exterior no ayuda a ganar elecciones, pero sí a perderlas, por lo que los candidatos miran de reojo a Oriente Medio por lo que pueda pasar. La Administración Biden sólo destaca sus "esfuerzos" para lograr un alto el fuego, por ahora sin frutos. Mientras, sigue esperándose el ataque de Israel a Irán en represalia por el del pasado 2 de octubre y nadie sabe cómo puede afectar eso a los precios, sobre todo del petróleo. La inflación ha sido uno de los grandes quebraderos de cabeza de Biden en estos cuatro años y una de las cosas que más le reprochan los electores. 

En apoyar a Israel hay consenso. Donde no lo ha habido es en la crisis por el huracán Milton, pese a que las consecuencias de su paso por Florida -donde el gobernador es el republicano Ron DeSantis- han sido mucho menores de lo esperadas. Trump siempre dice que tanto Harris como Biden tienen deficiencias mentales y no están a la altura de sus cargos y lo ha vuelto a sacar a colación en estos días de incertidumbre. Trump utilizó la misma táctica durante el drama del huracán Helene, acusando falsamente a los demócratas de ignorar las zonas republicanas. 

Ha afirmado falsamente que Harris había agotado el presupuesto de la Agencia Federal de Gestión de Emergencias (FEMA, por sus siglas en inglés) para alojar a inmigrantes indocumentados y que, por tanto, no podía ayudar a las víctimas de la tormenta. Y Trump y su compañero de fórmula, el senador J.D. Vance, también engañaron al país afirmando que el Gobierno federal sólo ofrecía 750dólares  de ayuda a los ciudadanos que perdieron sus casas.

Algunas de esas afirmaciones de Trump fueron desmentidas incluso pero, desde el punto de vista del millonario, no importa si sus afirmaciones son disparatadas. De lo que se trata es de hacerse un hueco entre los votantes que quizá no conozcan los matices de la ayuda federal, pero que podrían llevarse una imagen poco halagüeña de Harris. 

Ella ha intentado, claro, reconducir las cosas y recordar que, de hecho, quien sacó dinero de ese fondo para el inacabado proyecto del muro en el sur fue Trump. Y también ha ido a la empatía. "Me temo que realmente carece de empatía a un nivel muy básico para preocuparse por el sufrimiento de otras personas y comprender que el papel de un líder no es golpear a la gente, sino levantarla, especialmente en tiempos de crisis". 

Harris ha podido explicarse en las tres entrevistas que ha tenido en medios esta semana, algo insólito en alguien poco dada a los medios, pero que ha entendido el mensaje de que tiene que ponerse en el escaparate. Ahora no para de hacer mítines, eventos sociales, visitas y actos de recaudación, asumiendo riesgos como el de ir al mítico programa 60 minutes, al que Trump no ha querido ir. 

Ha habido otra pugna menor pero simbólica entre el republicano y la demócrata, cuando Trump ha señalado que el hecho de que Harris no sea madre biológica la hacer ser menos humilde. La número dos de EEUU está casada con el abogado Doug Emhoff y es madrastra de pleno ejercicio de sus dos hijos, Cole y Ella, que la llaman momala. No se ha quedado callada y ha respondido en un podcast sobre derechos de las mujeres y salud sexual diciendo que, a lo mejor, ser humilde no es su máxima aspiración en la vida. La "señora de los gatos" atacando de nuevo. 

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Quedan cuatro semanas cortas de pelea... 

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Licenciada en Periodismo y especialista en Comunicación Institucional y Defensa por la Universidad de Sevilla. Excorresponsal en Jerusalén y exasesora de Prensa en la Secretaría de Estado de Defensa. Autora de 'El viaje andaluz de Robert Capa'. XXIII Premio de la Comunicación Asociación de la Prensa de Sevilla.