¿Harris for president? Las fortalezas y debilidades de la 'vice' si tiene que relevar a Biden

¿Harris for president? Las fortalezas y debilidades de la 'vice' si tiene que relevar a Biden

Los sondeos le dan una popularidad similar a la del aún presidente pero mejores datos si se enfrenta a Trump, sobre todo en jóvenes y mujeres. Ella ha mostrado en su lealtad al inquilino de la Casa Blanca y lo ha apoyado hasta este día de su adiós.

Kamala Harris, el pasado 4 de julio, en los actos por el Día de la Independencia de EEUU, en la Casa Blanca.TIERNEY L. CROSS / POOL / EPA / EFE

Durante 85 minutos, en noviembre de 2021, Kamala Devi Harris fue la primera mujer presidenta de los Estados Unidos de América. Fue el tiempo que duró la colonoscopia a la que se sometió su jefe, el actual inquilino de la Casa Blanca, Joe Biden. El resultado del chequeo fue "excelente". Sin embargo, tras una legislatura llena de equivocaciones, confusiones, deslices, gestos incomprensibles e hilos perdidos, las dudas sobre la salud y la capacidad del demócrata se han ido acumulando, hasta que se dispararon el pasado 27 de junio, en el debate de la CNN. A sus 81 años, su debate contra Donald Trump fue espantoso

Desde entonces, el debate ha sido insoslayable, teniendo en cuenta que hay elecciones presidenciales en noviembre y que el Partido Demócrata debía confirmar a su candidato en la convención de agosto. Siempre se ha presentado a la reelección un mandatario en ejercicio, como Biden; lo contrario era poner en tela de juicio no que estuviera capacitado para estar cuatro años más, sino que lo esté ya, antes de acabar su mandato. Biden ha llevado a cabo un sprint legislativo notable en su legislatura, por más que la polarización o las guerras y sus consecuencias se hayan llevado el protagonismo, pero su gestión queda sepultada por los Putin que son Zelenski o los Trump que son Harris

Y es ahí donde ella, su vicepresidenta, entra en liza en este domingo, cuando Biden acaba de anunciar que renuncia, que da un paso al costado, que cede a las presiones en su partido. En la carta pública en la que el mandatario ha anunciado que abandona su propia carrera a la reelección, Biden, sólo agradeció a Harris haber sido "una extraordinaria compañera" en este proceso electoral. Sin embargo, fuera de ese texto más institucional, ha pedido expresamente que sea ella la que le tome el testigo. "Mi primera decisión como candidata del partido en 2020 fue elegir a Kamala Harris como mi vicepresidenta. Y ha sido la mejor decisión que he tomado. Hoy quiero ofrecer todo mi apoyo y respaldo para que Kamala sea la candidata de nuestro partido este año. Demócratas: es hora de unirse y vencer a Trump. Hagámoslo", ha escrito. De momento, su señalamiento ha cosechado el apoyo del expresidente Bill Clinton, su esposa y exaspirante a la Casa Blanca Hillary, o la expresidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, informan medios norteamericanos. 

Harris una mujer que se hizo icono del nuevo tiempo tras la legislatura de Trump, negra y asiática, encumbrada en sus inicios, desinflada con el avance del mandato, recuperada para la lucha por los derechos esenciales el último año. En ella se posan todos los ojos, si es ella la que lo sustituye como candidato demócrata, algo que está por ver en los próximos días, pero parece cercano tras el aval del aún presidente. Hay otros nombres que se suman al runrún (perfiles jóvenes, modernos, de minorías), pero ninguno con la fuerza del de Harris, por razones pragmáticas, por derecho propio, porque no queda otra, según el cristal con el que se mira. 

Harris (Oakland, California, 20 de octubre de 1964) ha ido viendo en estos días cómo la cúpula de su partido, el Demócrata, estaba empezando a alinearse detrás de ella. La prensa norteamericana indicaba día tras día, con fuentes internas de la formación, que se entendía que sería la sucesora natural del presidente. Y es que se había instalado en sus filas una pregunta que apenas unos meses atrás nadie se hacía en voz alta: ¿tiene la vice más posibilidades que Biden de vencer al republicano Trump?

A sus 59 años, lleva a sus espaldas una mochila cargada de experiencia: ha sido senadora, fiscal general de California y abogada, es la primera persona afroamericana y asiática en ocupar el cargo de vicepresidenta y le ha tocado lidiar con los destrozos que hizo el magnate neoyorquino en la administración norteamericana. Su mandato de tres años y medio se ha caracterizado por un comienzo mediocre. Unos dicen que por mal hacer, otros que por las altas expectativas puestas en ella, que de pronto era una estrella mundial por el impacto de su imagen. Tuvo, de inicio, una enorme rotación de personal y de carteras de políticas y eso dio imagen de inexperiencia, de falta de ideas claras, pero también de señora mandona -algo que a un hombre posiblemente no se le hubiera afeado-. Los medios de derechas hablaban de filtraciones que decían que no sabía "dónde plantar los pies" al llegar y que su oficina era "como Juego de Tronos". 

Pero tampoco lo tuvo sencillo, porque comenzó a tomar las riendas de políticas esenciales para el país, a la par que espinosas, incluida la migración que viene desde Centroamérica, donde no tuvo grande éxitos. Su "no vengáis, no vengáis" fue flojo. No obstante, no desistió y ha hecho cosas poco lucidas pero importantes. Las cita el analista mediático y escritor David Rothkopf en The Daily Beast: además de haber dialogado con los países del sur en esta materia, ha sido una "voz destacada" al pedir el cese de la guerra en Gaza, ha "mantenido unido el apoyo de los aliados en Ucrania", ha participado "activamente" en debates tecnológicos de "próxima generación" y "ha ayudado a que haya un control de armas más estricto".

Hace poco más de un año, muchos dentro de la Casa Blanca y del equipo de campaña de Biden temían en privado que Harris fuera incluso un lastre para el año presidencial pero nadie lo verbalizaba, cómo desplazar a una mujer afroamericana con aspiraciones, a lo mejor, en 2028. Pero la situación ha cambiado significativamente desde entonces porque vinieron mal dadas y ella dio un paso adelante definitivo, para el que llevaba meses preparándose: se echó a las espaldas la pelea en materia de derecho al aborto y cortejó a los votantes jóvenes y a las mujeres. Hoy es, sin duda, el referente progresista en la materia, en todo el país, "una defensora excepcionalmente eficaz" en la cuestión, dice Rothkopf.

"Nadie le puede decir a la gente lo que debe hacer con su propio cuerpo", es uno de sus lemas. Lo repitió en la histórica visita que hizo a una clínica para la interrupción del embarazo en Minnesota, la primera vez que una vicepresidenta pisaba un lugar así. 

Su agenda también se ha centrado en la violencia sexual, la condonación de la deuda estudiantil, el cambio climático o las armas en EEUU, temas muy sensibles que Biden ha dejado más de lado. Sumado a su perfil nacional, a la infraestructura de campaña que ya tiene detrás, al conocimiento adquirido de la administración y la continuidad a las políticas más sociales de Biden, a su cercanía a los nuevos votantes y a las minorías -que estaban en plena deserción-, puede ser la ideal para hacer una transición fluida si Biden persiste en la candidatura y un día vienen mal dadas y le toca tomar su testigo. 

Harris ha sido hasta cariñosa ante la polémica de la salud de Biden. Más allá de la empatía o las buenas maneras, se ha volcado con su presidente. Estaba bajo la lupa, claro, cada gesto se revisa, para ver hasta dónde llega la natural ambición de un vicepresidente y la lealtad esperable, también, en un número dos. Su mensaje siempre ha sido el mismo: el presidente puede, el presidente debe, ella está "orgullosa de ser su compañera de fórmula" y espera servir a su lado durante cuatro años más. Ha modificado su agenda para estar más tiempo cerca del presidente y su estampa con él en el balcón de la Casa Blanca en la fiesta del 4 de julio, rompiendo su tradición de hacer perritos calientes para bomberos y policías en su casa de California, fue especialmente comentada como un aval al big boss, lejos de las especulaciones. 

Biden le ha devuelto las flores, en la cumbre de la OTAN, explicando que no la habría elegido como su compañera de fórmula en las elecciones de 2020 si no estuviera convencido de que podría ejercer el cargo de la Presidencia "desde el principio". "No me ando con rodeos en eso. Ella está cualificada para ser presidenta", afirmó. Hace años, hablaba de ella, aún, como "un trabajo en progreso". Ya no. 

Joe Biden abraza a Kamala Harris, el pasado 4 de julio, durante la Fiesta de la Independencia en la Casa Blanca.TIERNEY L. CROSS / POOL / EPA / EFE

Pese a ello, lo cierto es que las encuestas más recientes son buenas para la vicepresidenta. Harris podría obtener mejores resultados que Biden contra Trump, aunque enfrentaría una contienda reñida. Por ejemplo, la CNN dijo el 2 de julio pasado que los votantes favorecen a Trump sobre Biden por seis puntos porcentuales, 49% a 43%, pero en el caso de Harris, la diferencia es de un 47% y un 45%, favorable también al republicano pero dentro del margen de error clásico de los sondeos. Eso es un empate técnico, que se dice. 

Tras el cara a cara que disparó el debate de la sucesión de Biden, Reuters/Ipsos también hizo otra encuesta en la que se detecta que Harris y Trump estaban casi empatados, con un 42% apoyándola a ella y un 43% a él. Sólo la exprimera dama Michelle Obama, que nunca ha expresado interés alguno por ser candidata demócrata, obtuvo mejores resultados entre las posibles alternativas a Biden. 

La consulta de la CNN detalla, además, que los independientes respaldan a Harris en un 43% de los casos, frente a un 40% de Trump, y los moderados de ambos partidos la prefieren, 51% para la vicepresidenta y 39% para el expresidente. 

Las encuestas internas compartidas por la campaña de Biden después del debate y difundidas por AP muestran que Harris tiene las mismas probabilidades que Biden de vencer a Trump, con un 45% de los votantes diciendo que votarían por ella, frente a un 48% que se decantaría por Trump.

Demócratas influyentes, incluido el representante estadounidense Jim Clyburn, que fue clave para la victoria de Biden en 2020; el representante Gregory Meeks, congresista de Nueva York y miembro de alto rango del Caucus Negro del Congreso; y Summer Lee, una demócrata de la Cámara de Representantes de Pensilvania, han señalado que Harris sería la mejor opción para liderar la fórmula si Biden decide hacerse a un lado. El líder de la minoría de la Cámara de Representantes, Hakeem Jeffries, también ha señalado lo mismo en privado a los legisladores, dijo un asistente del Congreso.

Son nombres de peso que van surgiendo en paralelo a la lista de congresistas y senadores que, por el contrario, iban pidiendo públicamente a Biden que se marchase y dejase la pista libre a quien sea. Lo mismo que se lo habían pedido los grandes financiadores de campaña, de los dueños de Netflix a los de Disney, pasando por rostros del star system progresista como el actor George Clooney. Y hasta el mismísimo expresidente Barack Obama. 

Y hablando de donantes: a Harris se la toman tan en serio ya para la presidencia de EEUU que los donantes republicanos están preocupados por su posible buen desempeño y declaran a medios como Reuters que preferirían que Trump se enfrentara a Biden que a ella. Creen que es una candidata "vigorosa", asusta. Por lo que pueda pasar, por más que el exmandatario lleve liderando todas las encuestas para noviembre desde hace dos años, de forma ininterrumpida, con ventaja holgada y sin despeinarse en mitad del vendaval generado por sus múltiples procesos judiciales. 

Trump se limita a llamarla "patética" y, a día de hoy, ni siquiera ha nombrado a su propio candidato a vicepresidente. Su gente teme que, si se enfrenta a ella, le salga el ramalazo racista y misógino y le diga alguna barbaridad en campaña que lo acabe hundiendo. Argumentos tendría pocos contra ella, además, porque se le acabaría hasta el de la edad de Biden, central en sus intervenciones. 

Esta misma agencia sostiene que la misma inquietud genera Harris en Wall Street, "un importante centro de recaudación de fondos demócrata que están empezando a indicar una preferencia". "Biden ya está detrás de Trump y es poco probable que pueda superar esa brecha dada la situación actual de su campaña. Tener al vicepresidente Harris probablemente mejora las probabilidades de que los demócratas lleguen a la Casa Blanca", señaló Sonu Varghese, macroestratega global de Carson Group, una empresa de servicios financieros, en un análisis corporativo después del debate. "En este momento, sus posibilidades tienen potencialmente más ventajas que las de Biden".

Más allá de la intención de voto, aún la mayoría de los estadounidenses ven a Harris de forma negativa, al igual que a ambos candidatos a la presidencia, todo sea dicho. El medio de encuestas FiveThirtyEight, que recoge todo lo publicado y hace medias, sostiene que el 37,1% de los votantes aprueba a Harris actualmente y el 49,6%, en cambio, la desaprueba. En en caso de Biden, las cifras so del 36,9% y el 57,1% y en el de Trump, del 38,6% y el 53,6%.

Kamala Harris, el 14 de marzo, en una clínica de planificación familiar en Sant Paul, Minnesota.Glen Stubbe / Getty

Un reclamo para la base

Desde que la Corte Suprema derogó el derecho constitucional de las mujeres al aborto en 2022, acabando con el famoso precedente Roe vs Wade, Harris se ha convertido en la principal voz de la Administración Biden sobre los derechos reproductivos, un tema en el que los demócratas están apostando para ganar las elecciones, por convicción propia y por decreimiento de su enemigo, Trump. 

Algunos de sus correligionarios creen que Harris podría revitalizar los grupos de tendencia demócrata cuyo entusiasmo por Biden se ha desvanecido, incluidas las mujeres, los votantes negros y asiáticos (minorías a las que pertenece ella misma), los sindicados latinos, los votantes jóvenes. La palabra de moda entre los columnistas defensores de Harris es "energizar la base", reconquistarla, movilizarla, darle deseos de volver a votar y a confiar, devolverlos al redil. Los sondeos dicen que no sólo es bien vista en capitales y en personas con altos estudios, sino que sube en las mujeres de los suburbios, incluso republicanas moderadas, que pueden sentirse más cómodas con una igual al frente. 

También gana puntos a la hora de movilizar a los más progresistas, ala con la que siempre se ha relacionado a Harris, carne de ataque para los republicanos. Por ejemplo, ha sido valorado el hecho de que se anticipase a Biden a la hora de pedir un alto el fuego en Gaza. Su postura ha sido alineamiento con Israel en su "derecho a la legítima defensa", eso no cambia en ninguna administración norteamericana, pero fue de las primeras en señalar que el sufrimiento de los civiles de la franja debía acabar. Las armas se siguen enviando, pero hay otros modos, defienden sus partidarios, en un Partido Demócrata con familias internas divididas por este conflicto. 

Suma muchos flancos por los que rebañar confianzas y dinero -o sea, votos-, y además está su actual papel institucional, que no se puede saltar así como así. Es hoy la elegida para suplir al presidente si se hace una colonoscopia pero, también, si le pasa algo peor, si tiene que asumir el timón temporal o permanentemente. Poner a pelear con ella a otros candidatos rompe los ritmos internos de una sucesión, de ahí que tampoco nadie levante la mano reclamando protagonismo. Ciertos nombres se dejan querer por la prensa, pero no van más allá. Está Harris primero, la mujer, negra, dos del Gobierno, a quien la mayoría ya veía, antes de esta crisis, arriba de la boleta en cuatro años más. 

Harris puede tener dificultades para atraer a los demócratas moderados y a los votantes independientes a quienes les gustan las políticas centristas de Biden, dijeron algunos donantes demócratas, por más que las encuestas no le vayan mal. Ambos partidos buscan personas sin voto muy leal, que los ayuden a llegar a la meta en las elecciones presidenciales. Lo mismo pasa con los estados clave, de Michigan a Wisconsin, que Biden recuperó y nadie sabe si seguirían a Harris. 

"Su mayor debilidad es que su marca pública ha sido asociada con el ala extrema izquierda del Partido Demócrata... y el ala izquierda del Partido Demócrata no puede ganar una elección nacional", dijo a Reuters Dmitri Mehlhorn, recaudador de fondos y asesor de LinkedIn co- fundador y megadonante demócrata Reid Hoffman. "Ese es el desafío que tendrá que superar si es la nominada".

Kamala Harris en el congreso Global Black Economic Forum, el pasado 6 de julio, en Nueva Orleans.Michael DeMocker / Getty

Harris se haría cargo del dinero recaudado por la campaña de Biden y heredaría la infraestructura de la campaña, una ventaja fundamental a apenas cuatro meses del día de las elecciones del 5 de noviembre. Las campañas en EEUU se dan de alta casi como si de una empresa se tratase, por lo que cambiar los beneficiarios del dinero, que no sean ni Biden ni Harris, sería un quebradero de cabeza notable. De ahí también el carácter práctico de su posible aspiración. Pero, aún así, aún quedan muchos meses por delante y muchas acciones por financiar, por lo que tampoco tendrá el camino fácil, sea primera o segunda. Es una gran carrera de fondo. 

Como candidata presidencial antes de las elecciones de 2020, Harris quedó por detrás de Biden en la recaudación de dinero. Abandonó la carrera en diciembre de 2019, el mismo mes en que su campaña reportó 39,3 millones de dólares en contribuciones totales. La campaña del ahora presidente reportó 60,9 millones de dólares en el mismo período. Sin embargo, la campaña de Biden recaudó una cifra récord de 48 millones de dólares en las 24 horas posteriores a que nombrara a Harris como su compañera de fórmula en 2020. El "Efecto Kamala", se llamó al entusiasmo generado por una mujer peleona que llegaba a lo más alto. 

Esos antecedentes de Harris, como senadora y, sobre todo, como fiscal, podrían brillar en un debate cara a cara contra Trump. Es una de sus mayores bondades: habla muy bien, sin papeles, con memoria, con ganas, y de temas que interesan. "Está siempre increíblemente concentrada, es contundente e inteligente, y si lleva adelante el caso contra la criminalidad de Donald Trump, lo destrozará", entiende Mehlhorn.

Los ataques republicanos contra Harris están aumentando a medida que se la presenta como posible reemplazo de Biden. Los conservadores están recuperando críticas que ya lanzaron contra ella en la carrera de 2020, como que se ríe demasiado, que no ha tenido experiencia de gestión o que no está cualificada, dicen. El 6 de julio, el New York Post, propiedad del conservador News Corp, publicó una columna titulada Estados Unidos pronto podrá verse sometido a la primera presidenta de DEI del país: Kamala Harris, que aludía a la cultura woke y afirmaba que, si un día es mandataria, su mérito será sólo cuota: decía que su ascenso político se debía a la diversidad, la equidad y la inclusión. Una idea muy difundida en las redes sociales republicanas. 

Mientras llega su hora, Harris sigue dando mítines relacionados con derechos, en los que de vez en cuando suelta frases para el análisis: "No escuches a los que te dicen que no es tu momento". La desdibujada Harris ha vuelto. Biden le quiere dar el testigo.