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Gaza se quedó en el ojalá: las culpas por la tregua muerta que beneficia a Netanyahu

Gaza se quedó en el ojalá: las culpas por la tregua muerta que beneficia a Netanyahu

Tel Aviv vuelve a la guerra, dejando 400 cadáveres en la franja, y culpa a Hamás de lo sucedido. Las negociaciones para la segunda fase del armisticio se estancaron y sostiene que la milicia se estaba rearmando. "Es inadmisible", dice la ONU.

Un hombre porta el cuerpo de un niño palestino muerto en un ataque israelí, en un hospital de la ciudad de Gaza, el 18 de marzo de 2025.Dawoud Abu Alkas / Reuters

Nadie tenía verdadera esperanza, pero sí un poco de fe -que es más ciega, menos realista- en el alto el fuego pactado entre Hamás e Israel y que entró en vigor el 19 de enero pasado. Esa tregua ya no existe. Tel Aviv ha lanzado una serie de ataques sobre la franja, con explosiones cada cinco o seis segundos, que han dejado más de 400 muertos y 500 heridos y han enterrado un armisticio que se ha quedado en el ojalá. Apenas un respiro. Ahora la pregunta es si el Gobierno de Benjamin Netanyahu se va a conformar con el disparo de tanques y los bombardeos o va a retomar la ofensiva terrestre. La guerra está de vuelta. 

Israel vuelve a plantear su "lucha contra el terror", en la que desde el 7 de octubre de 2023 han muerto más de 48.000 palestinos de Gaza, porque las negociaciones para ampliar el alto el fuego han fracasado. La primera etapa había acabado el 1 de marzo y desde entonces se vivía en tiempo prestado. Los detalles de esa siguiente meta volante se estaban hablando, con la mediación de Egipto, Qatar y Estados Unidos, pero la tensión se había instalado en la mesa. Tel Aviv acusaba a Hamás de no entregar a más rehenes. Hamás a Israel por cortar el flujo de ayuda humanitaria (alimentos, agua, medicinas, tiendas de campaña, mantas) y combustible. 

Netanyahu ha roto la baraja. Los milicianos palestinos piden a los negociadores que expliquen en qué punto estaban los contactos y por qué no estaba justificado, dicen, este ataque múltiple, que tampoco es el primero pero sí el mayor: sólo un día antes, las Fuerzas Armadas de Israel mataron a 15 civiles gazatíes más y aún se hablaba de alto el fuego en vigor. "Es inadmisible", dice la ONU.

Los nuevos ataques en Gaza parecen ser un intento de forzar concesiones a Hamás, directamente. Los ataques nocturnos de Israel contra Gaza no llegaron a una invasión terrestre inmediata, lo que sugiere que el gabinete de Netanyahu podría estar esperando a evaluar la reacción del Movimiento de Resistencia Islámica antes de volver a una guerra terrestre a gran escala como la que duró casi 16 meses. 

Las conversaciones se estancaron después de que Israel presionara a Hamás para que liberara a un número significativo de rehenes, una medida que Hamás no estaba dispuesto a tomar sin garantías de que Israel le permitiría permanecer en el poder en Gaza tras el fin de la guerra. La prensa más afín al primer ministro israelí sostiene este martes que el grupo palestino pensaba que podría lograr una tregua por la celebración del Ramadán, el mes sagrado de ayuno en el Islam, un permiso que "no se cree" el Gobierno de Israel, que entiende que su reclamación no era humanitaria, sino estrategia, un intento de tener tiempo para "reconstruir fuerzas". Dice el Jerusalem Post, por ejemplo, que Hamás ha estado reclutando gente desde finales de enero y tiene al menos 25.000 milicianos activos. 

Lo cierto es que no se han producido ataques de Hamás a Israel ni en el tiempo de tregua ni en estos días de inciertas negociaciones, cuando ha habido un reguero constante de muertes provocadas por Israel. A 17 de marzo, Hamás insistía en que su adversario había matado a 160 gazatíes en el llamado tiempo de paz. Su fuerza, con esta larga contienda, ha quedado severamente dañada y, por ejemplo, carece de potencia de fuego. Su fuerza son los rehenes, 59 personas secuestradas por la milicia de los que al menos 24 permanecen con vida. Uno de ellos, sin identificar, habría muerto en los bombardeos de esta pasada noche. 

A la espera de ver si hay nueva incursión terrestre o si la naturaleza de la ofensiva se limita al aire y al perímetro de la franja, queda el porqué de la maniobra de Netanyahu. Lo que busca es la flexibilidad de Hamás, que cedan en la entrega de rehenes y, también, en los planes posteriores de control del territorio, una fase muy muy verde en los debates y para la que sólo tenemos de referencia el plan presentado por el presidente de EEUU, Donald Trump, que supone la expulsión de los gazatíes y pisotea el derecho internacional.

Hamás ya ha dicho que no pasa por el aro. Aizat al Rashq, un alto funcionario de Hamás, ha dicho: "El enemigo no logrará mediante la guerra lo que no logró con negociaciones". También ha acusado a Netanyahu de "retomar la guerra como un salvavidas ante las crisis internas de Israel". En un comunicado, su partido-milicia condenó los ataques, afirmando que Israel había condenado a los rehenes restantes en Gaza a un "destino desconocido" y exigiendo que se le exigiera "totalmente responsable de violar y anular el acuerdo". El miedo en Israel es por el futuro de esos rehenes, justamente. 

El ministro de finanzas israelí de extrema derecha, Bezalel Smotrich, declaró que el objetivo de Israel era "destruir a Hamás", expresando su esperanza de que los nuevos ataques se convirtieran en una operación "completamente diferente a lo que se ha hecho hasta ahora". Las palabras de Netanyahu al anunciar la andanada fueron claras: "De ahora en adelante, Israel actuará contra Hamás con mayor fuerza". 

Ante esta coyuntura, ni adelante ni atrás, lo que se teme es una guerra de desgaste, de nuevo, sobre una población que está al límite de sus fuerzas. Aún así, en su comunicado oficial anunciando la reanudación de la intensa acción militar, el Gobierno israelí fue algo cauteloso. Evitó mencionar la duración de la operación o si incluiría el tipo de invasión terrestre necesaria para expulsar a Hamás del poder. A media mañana, el ejército israelí ha ordenado a los civiles palestinos que abandonaran dos zonas cercanas a la frontera común, pero nuevamente evitó mencionar el despliegue de tropas y tanques allí. La realidad es una: los gazatíes vuelven a tener que abandonar sus hogares o lo que quedaba de ellos. 

Amigos y familiares se despiden de parte de los gazatíes asesinados la pasada noche en el hospital Ahli Arab o Bautista, en la ciudad de Gaza.Majdi Fathi / NurPhoto via Getty Images

Un buen contexto para 'Bibi'

La vuelta a la guerra es beneficiosa para Netanyahu. Más allá de los argumentos que da su equipo sobre lo mal que iban las negociaciones y la violación del acuerdo para liberar a los secuestrados, este ataque se entiende como una huida hacia adelante en un momento interno complejo pero ante el que sabe que cuenta con el apoyo de EEUU, su aliado de siempre, ahora más aliado con Trump al mando. 

Por un lado, el primer ministro anunció el domingo que pretende despedir al director del servicio de inteligencia interior (Shin Bet), Ronen Bar, lo que ha cosechado las críticas de la oposición y de la fiscal general del Estado, Gali Baharav-Miara, quien advirtió de su ilegalidad y del conflicto de intereses que puede suponer. El Shin Bet investiga en estos momentos -después de que la fiscal general lo ordenara- a varios exasesores y portavoces de la Oficina de Netanyahu por el escándalo del Qatargate, que los salpica con supuestos vínculos financieros con este país del Golfo. El 4 de marzo, y en contra de la oposición del Gobierno, estos espías concluyeron que la financiación de Qatar al ala militar de Hamás -sin intervención de Israel-, así como el trato a los presos palestinos y la división interna en el país por la reforma judicial auspiciada por Netanyahu, sentaron las bases para el ataque.

Ante el anuncio de Netanyahu, se han convocado dos manifestaciones de protesta este martes en Jerusalén y una tercera en Tel Aviv, que por el momento siguen en pie, informa EFE. Una presión social que puede diluirse de nuevo por la guerra. 

También se temía que se rompiera la tregua en esta segunda fase porque los partidos ultranacionalistas y religiosos que han sustentado a Netanyahu esta legislatura así lo habían anunciado, tras hablar con el propio primer ministro. Los tres ministros del partido Poder Judío, que lidera el hasta entonces titular de Seguridad Nacional, Itamar Ben Gvir, presentaron en enero su dimisión y dejaron el Consejo de Ministros por discrepancias con el armisticio, pero dejaron la puerta abierta a regresar si se rompía. Hoy, medios como Yedioth Ahronoth dan por hecha esa vuelta. La mayoría quedará de nuevo apuntalada, con formaciones que aspiran a ocupar de nuevo Gaza y enviar, como poco, colonos y soldados. 

El conflicto abierto pone de nuevo a Israel ante un estado de vigilancia o semialerta que altera las rutinas y, por ejemplo, eso se traduce en otro beneficio para Netanyahu, judicial en este caso: el juez ha admitido su petición para, en estas circunstancias, no declarar aún en el juicio por supuesta corrupción que se sigue en su contra. Se le investiga por los delitos de fraude, abuso de confianza y aceptación de sobornos, en tres piezas separadas.

Donde sí espera ruido es entre las familias de los secuestrados por Hamás, que dicen que con este ataque se ha cumplido "el peor" de sus pronósticos. "Nuestro mayor miedo se ha hecho realidad (...) El Gobierno ha decidido entregar a los rehenes", denuncia en un comunicado el Foro de las Familias de Rehenes y Desaparecidos. "¿Por qué no lucháis en la sala de negociaciones? ¿Por qué salís del acuerdo que podría haber traído a todos a casa?", lamenta. "Volver a la lucha antes de que el último rehén sea liberado traerá el coste de los 59 cautivos que siguen en Gaza y podrían ser salvados y retornados", continúa el comunicado. 

"El Gobierno israelí se ha negado a declarar el final de la guerra para implementar los siguientes pasos del acuerdo y recuperar a los rehenes", sentencia, en una versión muy distinta a la que da el Ejecutivo, que insiste en que Hamás debió hacer liberaciones el 1, el 8 y el 15 de marzo, al menos nueve personas. 

El primer ministro Benjamin Netanyahu, durante una evaluación de la situación de seguridad en el Kirya en Tel Aviv con el ministro de Defensa, Yisrael Katz, y los jefes del establecimiento de defensa.EFE

Crisis de aliados de Hamás

Hamás, mientras, se ve solo, porque EEUU sigue llevando a cabo cada vez más ataques aéreos contra los hutíes de Yemen, que habían amenazado con volver a utilizar misiles balísticos contra Israel para respaldar a Hamás. Ahora, esos rebeldes estarán más presionados porque tienen que lidiar con la Armada estadounidense y los aviones de guerra del USS Harry S. Truman. Los ataques aéreos estadounidenses, que comenzaron hace cuatro días, son clave para un esfuerzo más amplio en la región contra Irán y sus aliados.

Irán se ha distanciado de los hutíes. Sabe que está jugando con fuego con la Administración Trump. La Casa Blanca ha declarado que Irán podría ser considerado responsable. Por lo tanto, la República Islámica ha hecho todo lo posible para que parezca que no apoya a los hutíes. Salir a atacar a Israel o a intereses de Washington por esta nueva vuelta a la violencia en Gaza, pues, se le complica también, en un momento de notable debilidad doméstica y cuando carece de sus hasta ahora brazos ejecutores en Oriente Medio, parte de su Eje de Resistencia, como eran los libaneses de Hizbulá y el Gobierno de Siria de Bashar el Assad. 

Queda por ver adónde conducirán los nuevos ataques. La Administración Trump ha apoyado que Israel haga lo que quiera en Gaza y así lo seguirá haciendo. Los estados árabes han respaldado una propuesta egipcia para la reconstrucción de Gaza alternativo a lo que desea el republicano, casi una "limpieza étnica", en palabras de la ONU. Todo está en el aire. 

Lo único concreto son las fosas que se multiplican con miembros de un pueblo incómodo, los hospitales colapsados, los pasos cerrados por los que no entra ayuda ni salen enfermos y los rehenes que no regresan a casa, por ahora o nadie sabe cuándo. Otra vez. 

MOSTRAR BIOGRAFíA

Licenciada en Periodismo y especialista en Comunicación Institucional y Defensa por la Universidad de Sevilla. Excorresponsal en Jerusalén y exasesora de Prensa en la Secretaría de Estado de Defensa. Autora de 'El viaje andaluz de Robert Capa'. XXIII Premio de la Comunicación Asociación de la Prensa de Sevilla.