Europa mira a otro lado con el tomate de Marruecos
La pasividad de la UE respecto a la llegada de verdura de países extracomunitarios provoca las protestas de los agricultores de todo el continente
Si hay un sector en el que España destaca por encima de la media europea, ese es el agrícola. Un sector que en durante el último año y medio se ha resentido de forma considerable debido a las pésimas condiciones climáticas, que han condicionado sobremanera la producción de numerosos productos como el aceite, el tomate, la naranja, etc.
Pero este no es el único factor contra el que está teniendo que luchar la agricultura española -y también europea-. Y es que, durante los últimos meses, muchas han sido las voces que están protestando contra la flexibilidad -para la mayoría de agricultores europeos, desmedida- que Europa está implementando respecto a la llegada de productos de terceros países a nuestras fronteras.
En este caso, y si hablamos del tomate, en el que España es uno de los países punteros, encontramos un claro 'enemigo': Marruecos. Esto se debe a que desde la UE apenas se están tomando medidas contra la introducción de tomate llegado desde el país africano, así como desde Turquía.
Esto está repercutiendo negativamente en los beneficios de los productores españoles, que ven como, mientras ellos tienen que someterse a unas, cada vez más rígidas exigencias para cumplir con la normativa europea, otros tantos países extracomunitarios no lo hacen, poniendo en riesgo tanto la viabilidad económica de la agricultura española -y europea-, como la calidad del producto, que llega sin ningún tipo de control en cuanto a condicionantes sanitarios.
Todo esto provoca una competencia desleal en la que los únicos perjudicados son los agricultores comunitarios. Por ello, desde la COAG, están señalando la pasividad de Europa como principal condicionante, emitiendo constantes reclamaciones contra Bruselas, que a sus ojos, no protegen los intereses de los agricultores nacionales, siendo esta una tendencia que se repite año tras año.
El tomate marroquí, con todo a favor
Por si fuera poco, mientras que Europa opta por el inmovilismo, desde el gobierno marroquí se está dando un impulso cada vez mayor para que se incremente la producción de tomates, además de cebollas y patatas. Todo ello, mediante subvenciones que sufraguen entre el 50 y el 70% del valor, con apoyos que van desde los 3.600 a los 6.300 euros por hectárea cultivada.
Pero estas ayudas no quedan aquí, ya que Marruecos también está subvencionando con 200 millones de euros a los fertilizantes, así como la movilización de al menos, 600.000 toneladas de fertilizantes fosfatados.
Respecto a esto, desde COAG señalan que "mientras que nos dedicamos a desregular la entrada de productos de terceros países, nuestros competidores refuerzan las ayudas a la agroexportación, con medidas que caerían en la ilegalidad, ahondando más en el dumping comercial frente a la producción europea de tomate".
Y van más allá, señalando que la postura de la Comisión Europea es plenamente consciente de lo que está ocurriendo y la acusan de ser los primeros en no "querer poner remedio". De hecho aseguran que ocurre todo lo contrario, ya que "abandona a las personas que producimos, y facilita que las empresas de aquí se vayan a producir fuera para que luego inunden nuestros mercados con producciones que dañan nuestra rentabilidad".
Por ello, lanzan una pregunta a la UE: "¿Quiere la Unión Europea depender de Mohamed VI a la hora de elaborar sus ensaladas?". Según COAG, en el sector prevén una caída de un 21,5% de la superficie y del 22% de la producción de tomate fresco en nuestro país hasta 2035.