El país perdido en los confines de Europa anclado en la era soviética que no aparece en los mapas
Se autoproclamó como república independiente en 1992.
Puede que no hayas oído hablar de Transnistria, ya que no aparece en ningún mapa, pero es un lugar real que se encuentra en los confines de Europa. Un popular tiktoker lo define como "un lugar único en el mundo", ya que no está reconocido por nadie y tiene su moneda y pasaporte propios.
Esta pequeña región, ubicada al oeste de Moldavia y limítrofe con Ucrania, formó parte de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) desde 1940 hasta su disolución a principios de 1990, aunque sigue anclada en esta época. Un hecho evidente, pues sus símbolos son el color rojo, la hoz y el martillo, a la vez que en sus calles hay levantados enormes monumentos de Lenin y Stalin.
Autoproclamada república independiente
Después de la disolución de la URSS, hubo grandes tensiones entre el Gobierno de Moldavia y las autoridades del Estado separatista de Transnistria que desembocaron en la guerra de Transnistria. En julio de 1992 hubo un alto el fuego y esta región se autoproclamó como república independiente.
Aunque se ha mantenido la paz a lo largo del tiempo, su estatus político sigue sin resolverse, ya que no ha sido reconocida por la llamada 'comunidad internacional'. No obstante, cuenta con su propio Gobierno, Parlamento, Fuerzas Armadas, Policía, sistema postal y moneda (el rublo transnistrio).
Asimismo, sus autoridades adoptaron una Constitución, bandera, himno nacional y un escudo. La mayoría de sus ciudadanos tiene nacionalidad moldava, pero también hay muchos con ciudadanías rusa y ucraniana.
Una ciudad soviética
Lo cierto es que Transnistria sigue siendo profundamente soviética. Por cualquier lado pueden observarse hoces y martillos, así como grandes estatuas de Lenin o Stalin. Su moneda es el rublo transnistrio (al cambio, unos diez céntimos de euro) y solo tiene validez allí.
La seguridad es extremadamente alta, con lo que los ciudadanos se atreven a dejar las puertas de sus casas abiertas porque no tienen miedo de los robos o asaltos, según cuenta Las Provincias. Por su parte, los precios son muy asequibles y la sanidad y educación son gratuitas.