El fantasma del populismo planea sobre Argentina a menos de un mes del desenlace electoral
Líderes de espacios contrarios y defensores de propuestas enfrentadas, el oficialista Massa y el libertario Milei han jugado con esa retórica para superar la primera vuelta.
El populismo, citado hasta la extenuación por aquellos que pretenden explicar la realidad política, social, cultural o deportiva de Argentina, une a Sergio Massa y a Javier Milei, los dos candidatos antagónicos que competirán por convertirse en el próximo presidente del país suramericano.
Líderes de espacios políticos contrarios y defensores de propuestas enfrentadas, el oficialista Massa y el libertario Milei han jugado con la retórica populista para superar la primera vuelta de los comicios y se adentran ahora en una segunda fase de la campaña que promete ser tensa.
Pero el populismo no es algo novedoso en Argentina, donde los liderazgos carismáticos y las constantes apelaciones a las clases populares -siempre sojuzgadas a la 'elite' o la 'casta'- han sido utilizados por líderes de todos los colores políticos.
Quizá el peronismo, que ocupa un papel nuclear en la política argentina desde hace más de siete décadas, y sus fundadores Juan Domingo Perón y su segunda esposa Eva Duarte 'Evita', fuesen los principales responsables del éxito del populismo.
Ambos, poseedores de una teatralidad única en sus apariciones públicas que los asemejaba más a actores del método que a políticos, sedujeron a un país de 'descamisados' que quedó prendado por sus gestos grandilocuentes, que han sido imitados y parodiados con éxito desigual en infinidad de ocasiones.
Desde el Ministerio
En este sentido, Massa no es un heredero tan confeso de los modos peronistas -como sí lo fueron el fallecido Néstor Kirchner (2003-2007) y, sobre todo, su esposa Cristina Fernández (2007-2015)- pero cumple con el rol de encantador del electorado.
En las últimas semanas, su labor en el Ministerio de Economía estuvo caracterizada por la sucesión de propuestas económicas beneficiosas para las clases populares, como aumentos de los subsidios o nuevos regímenes de dólar especiales.
Sus opositores derechistas afearon las medidas de Massa, tildándolas de "plan platita" y las colocaron en el centro de las críticas al oficialista por su supuesta adhesión al populismo.
Pero Massa no sólo se quedó en los números. En la recta final de la campaña, el exintendente de Tigre y sus colaboradores más cercanos retomaron la senda más ortodoxa del peronismo en sus actos públicos y en las redes sociales con versiones de canciones, imágenes generadas mediante inteligencia artificial o símbolos argentinos.
Con toda seguridad, Massa llegará al 19 de noviembre con un aspecto renovado, convertido en el héroe salvador de "la doctrina" -como el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof denomina al peronismo-, y no como un oscuro miembro del establishment.
Desde el espectáculo
Más sencillo será para el libertario Javier Milei, poseedor de una imagen incendiaria, que desafía incluso los particulares estándares políticos argentinos.
Durante sus actos, Milei canta, baila, agita las manos, vocifera y enciende a su público, que parece atrapado entre el fervor religioso y el seductor nihilismo del 'punk' rock.
"A ver si al final van a ser ustedes populistas", bromeó en su cierre de campaña de la semana pasada tras corear varios cánticos y arrancarse a versionar su himno no oficioso, la vibrante "Panic Show", del grupo La Renga.
Lo cierto es que, más allá de sus propuestas económicas, Milei y todo su universo fascinan a su electorado y enfurecen a su oposición, que no duda en descalificarlo y tacharlo de "loco".
Ayer, tras su estancamiento electoral -la fuerza de ultraderecha La Libertad Avanza no mejoró su sorpresivo resultado de las primarias de agosto-, Milei moderó su discurso y anticipó el sentido en el que podrían desarrollarse las próximas semanas.
"Durante todos estos meses la campaña hizo que muchos de los que queremos un cambio nos viéramos enfrentados (...) Vengo a dar por terminado ese proceso de agresiones y ataques, y estoy dispuesto a hacer tábula rasa, barajar dar de nuevo con el objetivo de terminar con el kirchnerismo", dijo, en un discurso calcado del que pronunció la principal derrotada del domingo, la aspirante de la coalición opositora Juntos por el Cambio, Patricia Bullrich.
¿Acabar con la grieta?
Pero la superación de "la grieta" entre oficialistas y opositores, una metáfora clave en los análisis de las últimas dos décadas de Argentina, no es una idea exclusiva del aspirante libertario.
Massa fue más explícito y proclamó el inicio de una nueva etapa. "La grieta se murió", anunció a bombo y platillo.
Como sea, se desconoce aún si las pretensiones de tapar brechas de los dos candidatos no son más que sendas imposturas.
El ciclo del kirchnerismo y el macrismo parece morir en la orilla del presente, pero en la incierta Argentina cualquier excusa puede ser suficiente para que el fantasma del populismo vuelva a manifestarse con un nuevo aspecto.