El atajo a la paz en Ucrania pasa por Suiza

El atajo a la paz en Ucrania pasa por Suiza

Líderes y organizaciones internacionales se dan cita en el país alpino, sin Rusia y sin China, en un intento de ir dibujando soluciones diplomáticas al conflicto. 

Un trabajador coloca el logotipo de la cumbre de paz en las barandillas del Buergenstock Resort, ayer en Obbuergen (Suiza).URS FLUEELER / EPA / EFE

Suiza celebrará este fin de semana, los días 15 y 16 de junio, un encuentro ilusionante pero que tampoco hay que afrontar con espíritu naif: se trata de una conferencia de alto nivel sobre la paz en Ucrania, que tiene por sede la montaña de Bürgenstock. Que nadie espere que de allí salga un alto el fuego ni un plan de desocupación del país, que nadie espere compromisos para ya de Kiev o de Moscú, ni rendiciones ni proclamaciones de victoria. Es un recodo en el camino de la paz, un atajo, cuando la contienda supera los dos años y no hay visos de salida militar a la vista. También es un impulso, cuando no hay contacto diplomático alguno desde el verano de 2022. 

Para empezar, nada definitivo se puede firmar porque a la cita, fijada en un país célebre por su neutralidad histórica, no asiste la parte invasora, Rusia. También falta uno de sus aliados clave, China. Sí lo hace Ucrania, junto a un centenar de naciones del mundo que han entendido que hay que moverse, que hay que desembarrar esta crisis, que la diplomacia tiene que actuar. Eso sí, desde el realismo. 

El objetivo de la conferencia es "inspirar un futuro proceso de paz y desarrollar elementos prácticos y pasos hacia dicho proceso", como lo describe el Ministerio de Asuntos Exteriores suizo. Los estados participantes deberán "contribuir con sus ideas y visiones para una paz justa y duradera en Ucrania", añade.

Originalmente, el plan de paz de 10 puntos del presidente ucraniano Volodimir Zelenski, presentado en diciembre de 2022, iba a ser la hoja de ruta, la protagonista. Sin embargo, como varios de los puntos son inalcanzables en esta etapa ("retiro de las tropas rusas y cese de hostilidades", el más complicado), la atención probablemente se centrará en aquellos que pueden ser apoyados por la mayoría de los estados participantes: seguridad alimentaria (la exportación de productos agrícolas de Ucrania), seguridad nuclear (especialmente centrales nucleares ), e intercambio de prisioneros de guerra y deportados.

La conferencia se viene fraguando desde enero, cuando el mandatario ucraniano viajó a Berna para una visita oficial. El tema de discusión, entonces, fue cómo proceder después de cuatro reuniones de asesores de seguridad nacional sobre la fórmula de paz ucraniana. Suiza anunció luego que organizaría una cumbre de alto nivel.

Esto elevó el nivel de los contactos y de las ambiciones. Lo que comenzó como un proceso principalmente técnico pasó al nivel político. Ucrania rogaba para que el plan no se viniera abajo, durante un final de invierno y una primavera muy dura para ellos, con una presión militar cada vez mayor, con Rusia avanzando en nuevos frentes y con la atención internacional menguando, mirando a Gaza. 

Suiza ya se había ha ofrecido repetidamente como sede para las conversaciones entre Rusia y Ucrania. La organización de la Conferencia para la Recuperación de Ucrania en 2022 en Lugano era vista como un ejemplo positivo de cómo puede actuar como mediador. Este formato se repitió posteriormente en otros lugares y ha conseguido el apoyo internacional para la reconstrucción de Ucrania. Pero falta Moscú. 

Lo que se espera

Zelenski, de inicio, propuso una conferencia de este tipo el año pasado, en la que debían tantos países como fuera posible, con el fin de aumentar la presión diplomática sobre Vladimir Putin. La demanda principal de Kiev es la retirada de las tropas rusas de todo el territorio ucraniano, incluida Crimea, una posición de la que no se echa atrás, a pesar del estancamiento militar y la debilitada solidaridad de Occidente.

También reclama seguridad radiológica y nuclear, seguridad alimentaria, seguridad energética, la liberación de prisioneros y deportados, la implementación de la Carta de la ONU, fin y reconocimiento del ecocidio y protección del medio ambiente, prevención de la escalada y confirmación del fin de la guerra, como punto final. 

Han pasado casi dos años y medio desde que comenzó la invasión rusa a gran escala y  la guerra todavía se libra intensamente, aunque ninguna de las partes parece en posición de tener una victoria contundente y en breve. No es un conflicto enquistado, porque hay movimientos diarios, pero lo que sí hay es una contienda difícil, que cambia en función de la ayuda internacional que reciben los dos bandos, del clima o de la coyuntura política de Putin, quien pensaba que invadir Ucrania sería cosa de pocos días. Para Ucrania, es importante que la guerra no desaparezca de la conciencia mundial, porque sigue dependiendo de la asistencia militar y financiera para su defensa.

En el mejor de los casos, Kiev puede obtener más apoyo para su plan de paz, pero eso pasa también por que los estados que acudan a la cita involucren realmente a Rusia, en una cita posterior y, en la que, última instancia, se ponga fin a la guerra.

Suiza tiene previsiones, también, pero las explica con menos pasión. Es lógico, por la complejidad del proyecto y su propio papel. Se ha visto repetidamente presionada para actuar: primero, por su renuente aceptación a las sanciones contra Rusia, y luego, por su negativa a permitir la transferencia de armas occidentales a Ucrania por su territorio, por motivos de neutralidad.

A esto se sumó la congelación de los activos de los oligarcas rusos, que algunos gobiernos consideraron que se llevó a cabo de manera demasiado defensiva. Suiza se defiende recordando su estatus e insistiendo en que proporciona ayuda humanitaria y da prioridad al desminado humanitario (para lo cual organizará una conferencia también en octubre). Sin embargo, ha sido criticado en varias ocasiones por contribuir relativamente poco.

El Gobierno ha querido sacudirse esa imagen, apostando por una fase previa a la negociación real, ente dos. Se ve como un mediador neutral y un lugar propicio para el diálogo. Además, actualmente es miembro no permanente del Consejo de Seguridad de la ONU, por lo que tiene añadida la oportunidad de presentarse como defensor del multilateralismo en diversos foros y de llevar y traer propuestas al más alto nivel de la organización internacional, compuesta por 193 estados. 

Como siempre, estas cumbres también son una oportunidad para abordar expedientes bilaterales. Suiza está integrada económica y políticamente en Occidente, que es también donde residen sus intereses más importantes, y se espera que la mayoría de las delegaciones provengan de estos países. Y se gana, claro, poder blando: Suiza puede mostrar su cara de postal en el Bürgenstock y reforzar su reputación como anfitrión fiable.

Una de las salas donde se va a celebrar el encuentro, en Suiza.URS FLUEELER / EPA / EFE

Los asistentes... 

Suiza ha invitado a 160 delegaciones y el Ministerio de Asuntos Exteriores suizo ha confirmado la asistencia de al menos 90 delegaciones, que Kiev eleva al centenar. Además de los Estados, también están invitados la Unión Europea, Naciones Unidas, la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE), el Consejo de Europa, el Vaticano y el Patriarcado Ecuménico de Constantinopla. La mitad de las aceptaciones proceden de Europa y la otra mitad, del exterior.

El mundo occidental está bien representado, aunque el objetivo explícito era incluir también el mayor número posible de países del llamado Sur Global, donde la influencia de Rusia sigue siendo muy alta, como en América Latina y África. India, un miembro importante de los estados BRICS, asistirá. Pero faltan otros pesos pesados.

Entre los asistentes se encuentran la presidenta de la Comisión Europea Ursula von der Leyen, los presidentes de Francia (Emmanuel Macron), España (Pedro Sánchez) y Polonia (Andrzej Duda), así como el canciller alemán Olaf Scholz y los primeros ministros de Italia (Georgia Meloni), Canadá (Jsutin Trudeau) y Japón (Fumio Kishida). El presidente estadounidense Joe Biden, que participa en la cumbre del G7 esta semana en Italia, ha declinado asistir y en su nombre lo hará la vicepresidenta Kamala Harris. Suiza ha logrado una notable participación latinoamericana: estarán los presidentes de Argentina (Javier Milei), Colombia (Gustavo Petro), Chile (Gabriel Boric) y Ecuador (Daniel Noboa).

Se reunirán en un exclusivo complejo de Bürgenstock, al pie de los Alpes suizos, un resort centenario, fundado en 1873 y famoso por haber acogido una de las bodas de Audrey Hepburn o haber sido lugar de vacaciones de Sofía Loren, informa EFE. El espacio ha sido rodeado de kilómetros de alambres de espino y está vigilada por 4.000 efectivos del ejército suizo, que durante cuatro días ha prohibido el sobrevuelo de la zona.

... y los que faltan

Entre los invitados que faltan destacan China y Brasil, que se han negado a asistir a la conferencia. Sin la participación de Rusia, tal reunión no tendría sentido, argumentan. Otros países –especialmente de ese Sur Global que citábamos– no se han registrado por el mismo motivo o no estarán representados al más alto nivel, con jefes de Estado o de Gobierno. 

Pero hay más razones: varios países, como China, Brasil, Sudáfrica y Turquía, han lanzado u ofrecido sus propias iniciativas de paz y entienden que la de Suiza les hace competencia. De hecho, varios de ellos han facilitado negociaciones entre Ucrania y Rusia en los últimos años, por ejemplo para el intercambio de prisioneros o la exportación de cereales a través del Mar Negro.

A un nivel superior, muchos países también ven la guerra como un conflicto entre Estados Unidos y Rusia. En este contexto, las maniobras diplomáticas ofrecen una oportunidad para aumentar su propio poder de negociación. Muchos detalles que sumar antes de contestar con un sí a la presencia en un evento de esta naturaleza. 

Olaf Scholz, Justin Trudeau, Volodimir Zelenski y Giorgia Meloni, departiendo en el G7 celebrado en Fasano (Italia), el jueves pasado.Steffen Kugler / Bundesregierung via Getty Images

Las razones de la ausencia de Rusia

Cuando se anunció la conferencia, Moscú dejó claro rápida y repetidamente que no asistiría. Al margen de un debate en el Consejo de Seguridad de la ONU, el ministro de Asuntos Exteriores ruso, Sergei Lavrov, incluso informó de ello en persona al su colega suizo, Ignazio Cassis. El Gobierno de Berna discutió entonces si enviarle al Kremlin una invitación de todos modos, pero finalmente se abstuvo, por temor a que el gesto fuera percibido como una provocación, después del claro rechazo mostrado.

En las últimas semanas, Rusia ha criticado duramente la conferencia y ha presionado a los estados amigos para que no participen. El Kremlin hace tiempo que dejó de considerar a Suiza como neutral y la ha calificado de "país abiertamente hostil". Además, las exigencias de Rusia –a saber: que se desmilitarice a Ucrania y se le otorgue un estatus neutral– son diametralmente opuestas a las de Ucrania. Rusia también ha declarado constitucionalmente territorios ya anexados (tiene Crimea desde 2014, apoya a los rebeldes en Donetsk y Lugansk, y en septiembre de 2022 se sumó Donetsk, Lugansk, Zaporiyia y Jersón) como territorio ruso. Ucrania, por su parte, insiste en la evacuación completa de las tropas rusas de su territorio, tanto de territorios tomados en esta guerra como en la de 2014. 

Las novedades, pocas horas antes de la reunión, es que Putin ha anunciado un supuesto plan de paz alternativo, con dos exigencias centrales: que Ucrania renuncie oficialmente a entrar en la OTAN y retire a sus tropas de los nuevos territorios del este y sur, ocupados por las fuerzas del Ejército ruso (de nuevo, Donetsk y Lugansk, Jersón y Zaporiyia). En primero de los casos, es una reclamación que ya hizo antes de lanzar su "operación militar especial" en febrero de 2022. El segundo demuestra que no tiene intención alguna de dar un paso atrás en lo ya ganado, entre un 18 y un 20% del territorio ucraniano, suelo que comunica muy bien además con territorio de su propia Federación. 

"Estamos listos para sentarnos en la mesa de negociaciones incluso mañana", dijo ayer el mandatario ruso durante una reunión con los altos cargos del Ministerio de Asuntos Exteriores. Putin planteó un "estatus neutral" para una Ucrania "no alineada y no nuclear", así como "desmilitarizada" una vez acabe la guerra. O sea, no sólo pone condiciones para el fin de la guerra sino que dibuja a su gusto cómo tiene que organizarse un estado soberano. El ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, llamó a Occidente a escuchar la propuesta de paz en Ucrania. "Cada vez que Occidente ha rechazado nuestras propuestas, eso no ha traído nada bueno", afirmó en una declaración.

La respuesta de Kiev fue clara. El consejero de la oficina presidencial Mijailo Podoliak desechó la oferta por "altamente ofensiva". No es una “propuesta de paz” sino “el paquete estándar (de exigencias) del agresor”, indicó. Podoliak escribió en su cuenta de la red social X que “no hay nuevas propuestas de paz por parte de Rusia. La entidad Putin ha formulado simplemente el ‘paquete estándar del agresor’ que ya hemos escuchado muchas veces”.

Clima de paz no se ve, pero hay que trabajarlo. Cuando nada ha resultado en estos años y se ha llegado al silencio político total, Suiza supone un cambio y una esperanza. Vana o sólida, esta por ver.