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Del Brexit a Elon Musk: se cumplen cinco años de la salida del Reino Unido de la UE

Del Brexit a Elon Musk: se cumplen cinco años de la salida del Reino Unido de la UE

Desde que abandonara la Unión Europea, la economía del Reino Unido permanece estancada, cuando no en caída. El primer ministro, el laborista Keir Starmer, se enfrenta a una disyuntiva: acercarse a la UE o al Estados Unidos de Donald Trump.

Mural de Banksy, por el Brexit.Luke MacGregor/Bloomberg via Getty Image

Es viernes, 31 de enero de 2020, y Boris Johnson, primer ministro del Reino Unido, se prepara para ofrecer un esperado mensaje a la nación. Aunque de manera habitual las imágenes de estas declaraciones recaen en un equipo de la BBC o alguna otra cadena de televisión británica, esta vez ha optado por personal propio. No está el asunto para fiarse de nadie, piensa. Con el desgreñado más cuidado de la política europea, Johnson se sienta en una silla dentro de una habitación a oscuras, iluminada solo por los focos y la luz tenue de una lamparita al fondo. “Esta noche, nos salimos de la Unión Europea. [...] Este es el momento en el que amanece y se levanta el telón para un nuevo acto”, dice el primer ministro. Pocas horas después, celebra una fiesta, otra, en el número 10 de Downing Street con comida de origen británico y vino espumoso inglés. El 1 de febrero de 2020 el Reino Unido deja de ser miembro de la UE.

Han pasado cinco años desde aquel mensaje y el Brexit, lejos de representar la llegada de un amanecer espléndido, es todavía hoy una nube que no termina de disiparse. El arrepentimiento por el Brexit, o ‘Brexit regret’, es, según un exhaustivo informe realizado por decenas de académicos, “un sentimiento nacional”. Casi el 60% de los británicos piensa que abandonar la Unión Europea fue un error. El porcentaje es mucho mayor entre los jóvenes, muchos de los cuales ni siquiera pudieron votar en el referéndum. El 70% de los jóvenes entre 18 y 24 años cree que la salida fue una mala idea, algo que también piensa el 66% de las personas entre 25 y 49 años. Según el citado estudio, The Brexit Files, un 23% de los votantes que optaron por abandonar la UE votarían por la permanencia si se celebrase un nuevo referéndum.

Pese a los datos, apenas hay voces en la política británica que se atrevan a proponer un nuevo referéndum. Keir Starmer, el actual primer ministro tras ganar las elecciones con una mayoría aplastante, fue categórico al respecto. El Reino Unido, dijo apenas un día antes de ir a votar, no volvería a unirse a la UE, tampoco al mercado único o a la unión aduanera. Pero Starmer sí vislumbraba un acercamiento a través de determinados acuerdos “en el frente comercial, en investigación y desarrollo y en seguridad”. De fondo, el miedo a que centrar la atención en una hipotética reentrada en la UE pueda dar alas a partidos populistas de extrema derecha como Reform, siempre eurófobos. Nigel Farage, cara visible de la formación, es considerado como el principal promotor del Brexit, una de las mayores operaciones de propaganda del siglo XXI. “Son las personas que nos trajeron el Brexit con todo tipo de promesas engañosas sobre soberanía y recuperación de control. En realidad, han trabajado en contra del interés nacional al alejarse de nuestro mercado más cercano, más grande y más importante, con un efecto dramáticamente negativo sobre nuestro comercio, nivel de vida y, sí, crecimiento económico”, escribe en The Guardian el escritor y periodista británico William Keegan.

El asunto es si cabe más temible al considerar los apoyos con los que cuenta Reform. Si antes los partidarios del Brexit tuvieron a Cambridge Analytica, la polémica consultora que manipuló a la sociedad británica con el uso de datos personales de Facebook, ahora Reform tiene a Elon Musk. El magnate tecnológico y hombre más rico del mundo, con cargo en la Administración Trump, lleva tiempo con la mirada puesta en el Reino Unido. Derrocar a Starmer se ha convertido para Musk en una suerte de deseo personal. Sus intentos de interferencia son cada vez mayores, hasta el punto de advertir que una “guerra civil” es “inevitable” en el Reino Unido.

Starmer se enfrenta a una disyuntiva en la que, antes o después, tendrá que escoger si acercarse al Estados Unidos de Donald Trump, con la esperanza de que les perdone la política de aranceles, o, de nuevo, a Europa. La economía del Reino Unido necesita reforzarse y solo podrá hacerlo a través de acuerdos. Hace unos meses, el gobernador del Banco de Inglaterra, un cargo desde el que no se suele opinar de cuestiones políticas, invitó al Gobierno a “reconstruir las relaciones” con la Unión Europea. Andrew Bailey entendió que cinco años eran suficientes para poder hablar sin sofocos de los efectos que el Brexit ha tenido en la economía del país. “Como un representante público — dijo — no tengo una postura sobre el Brexit en sí mismo, pero tengo que apuntar las consecuencias. [...] El Brexit ha pesado sobre la economía británica”.

  El exprimer ministro británico Boris Johnson.Leon Neal/Getty Images

En The Brexit Files, los autores constatan que, si bien es difícil analizar el impacto concreto del Brexit en materia económica (ha habido una pandemia, decisiones políticas de cada Gobierno a posteriori, etc.), “la caracterización de los economistas del Brexit como un ‘pinchazo lento’ en lugar de un ‘accidente automovilístico’, ha sido ampliamente reivindicada” y “el público británico está de acuerdo”. “Dos tercios piensan que ha dañado la economía, mientras que incluso entre los votantes del Brexit solo uno de cada uno piensa que el impacto ha sido positivo. El crecimiento del PIB del Reino Unido ha tenido un rendimiento inferior al de otras economías comparables”. ¿Y es la solución acordar con la UE? Los autores consideran que mientras “se mantengan las líneas rojas en torno al mercado único y la pertenencia a la unión aduanera, los impactos económicos serán modestos”. “El Reino Unido también podría beneficiarse de los acuerdos comerciales con países de fuera de la UE, aunque la mayoría de los análisis sugieren que los beneficios directos serán limitados. En materia de migración, mucho dependerá de si el Reino Unido mantiene una política relativamente liberal hacia la migración laboral y estudiantil, o si las presiones políticas resultan en un régimen más restrictivo y económicamente perjudicial”, recoge el informe.

Pese a que la mayor parte de los análisis y encuestas sugieren que la economía mejoraría si se trabajase en cierto realineamiento con la UE, a la sazón el mayor socio comercial del Reino Unido, lo cierto es que el miedo a Reform sigue marcando la línea económica de Starmer. Esta misma semana, en una entrevista con Bloomberg TV, el primer ministro británico optaba por cortejar a Donald Trump, con quien busca lograr acuerdos comerciales a pesar de que la mayor parte de lo que exporta e importa el Reino Unido acaba en algún país de la Unión Europea. “Ya contamos con un enorme volumen de comercio entre nuestros dos países [Reino Unido y EEUU] y existe una base sólida para establecer relaciones comerciales aún más fructíferas. Necesitamos construir sobre esos cimientos”, declaraba Starmer en la entrevista.

Aunque aseguró que durante su mandato habría un mayor acercamiento a la UE, sin que eso significase volver a ella, lo cierto es que Starmer da pistas de lo contrario. Hace unas semanas, por ejemplo, rechazó la posibilidad de pactar con la Unión Europea un acuerdo de movilidad juvenil que permitiría a la población joven de uno y otro sitio desplazarse para estudiar o trabajar, algo que también fortalecería la economía.

  Nigel Farage, de Reform.Chris J Ratcliffe/Getty Images

En el impasse entre decidir si arrimarse a Trump o a Europa, la situación económica del Reino Unido es crítica. La promesa de crecimiento de Starmer no acaba de arrancar, sí la inflación y la deuda pública. La presión que se cierne sobre él es cada vez mayor, en especial por parte de las empresas, preocupadas por la carga fiscal que han supuesto los últimos Presupuestos. Hace unos días, y para tratar de calmar a los mercados, el primer ministro se sacó de la chistera el conejo de la Inteligencia Artificial. “Es hoy la principal fuerza transformadora del mundo. Estoy decidido a aprovecharla para dar lugar a una nueva era dorada de los servicios públicos. Y también a lograr que el Reino Unido sea el mejor lugar para poner en marcha o expandir empresas basadas en la IA. Ya sé que el crecimiento en esta área no puede ser liderado por el Gobierno, pero corresponde al Gobierno crear las condiciones necesarias para este desarrollo”, dijo en declaraciones recogidas por Rafa de Miguel en El País. Quién sabe si esta apuesta busca también contentar a Donald Trump y a Elon Musk.

Ya no son solo Estados Unidos y la UE. Otra de las pretensiones de Starmer para apaciguar los ánimos pesimistas es tratar de restablecer los lazos con China. Hace unos días, su ministra de Economía, Rachel Reeves, viajó a la República Popular “para desbloquear beneficios tangibles para las empresas británicas que exportan y comercian en todo el mundo, para garantizar que tenemos un mayor acceso a la segunda mayor economía del mundo”. “El crecimiento es la misión número uno de este Gobierno para que nuestro país esté mejor”, dijo Reeves desde Pekín.

Cinco años después de aquella intervención en el 10 de Downing Street, Boris Johnson es un columnista habitual en el Daily Mail. Hace poco estuvo en la investidura de Donald Trump como presidente de Estados Unidos. Y escribió: “Trump habla mucho de aranceles, pero lo hizo la última vez y terminó firmando un acuerdo de libre comercio con China. El Gobierno británico debería ponerse las pilas y elaborar un acuerdo de libre comercio similar”. Su apuesta ahora es Trump. Su último envite, el Brexit. Al mismo tiempo, en The Guardian, el ya citado Keegan alerta: "Su objetivo [el de Elon Musk] es derrocar a Keir Starmer y 'liberar' al Reino Unido de su 'gobierno tiránico'".