El aviso de un historiador sobre la amenaza rusa a Europa: "La libertad tiene un precio"
“La principal esperanza de Putin no es sólo tener una victoria en el frente en Ucrania, sino también que la UE se rinda”, afirma el alemán Karl Schlögel.
El historiador alemán especializado en la historia de Rusia, Karl Schlögel, llama a Europa a prepararse para la “defensa propia” así como a aprender que “la libertad tiene un precio” y que la paz no puede darse por sentada.
Schlögel (Hawangen, Alemania, 1948) así lo defiende en una entrevista con EFE con motivo de la publicación en España de su libro Ucrania, encrucijada de culturas (Acantilado) una obra donde el profesor de Historia de Europa del Este en la Universidad Europea de Viadrina (Fráncfort del Óder) y autor de diversas obras sobre la historia de Rusia retrata Ucrania como un país entre dos mundos y con un equilibrio precario que se rompe en 2014 con la anexión de Crimea.
Este historiador, que conoce Ucrania desde los años 60, asegura que este país es ahora “el factor más importante en la defensa de Europa”. “La principal esperanza de Putin no es solo tener una victoria en el frente en Ucrania, sino también que Europa se rinda”, afirma este historiador que cree que la guerra ucraniana es un “campo de pruebas”.
Y añade: “Si los europeos no apoyan la lucha de los ucranianos, tendrán que pagar más tarde un precio mucho más alto”.
El historiador lamenta la existencia de movimientos en Europa que trabajan para detener el apoyo a la entrega de armas a Ucrania, partidos que se están fortaleciendo por el precio que Europa tiene que pagar por la guerra.
Schlögel dice que estos movimientos llamados pacifistas entroncan con las políticas de “apaciguamiento” que a finales de los años 30 defendía el político conservador británico Arthur Neville Chamberlain, que pensaba, recuerda el historiador, “que si le dábamos al dictador alemán Checoslovaquia, todo estaría bien”.
Sobre si Putin responderá ante un tribunal internacional, Schlögel apunta que “está bastante claro que ha cometido crímenes de guerra, contra la humanidad”. No obstante, dice que solo se le podrá llevar ante la corte internacional si se tiene poder para hacerlo, y esto “está bastante abierto”.
Schlögel desearía que cualquier europeo pasase una noche viendo la televisión rusa y comprendiese el peso de la propaganda, que traspasa también las fronteras.
“Tenemos que ser fuertes en la defensa de la verdad, que suena muy anticuado. Defender la verdad, defender la realidad y oponerse a la construcción de realidades falsas”, dice Schlögel.
Por eso el historiador pide apoyar a las estaciones de radio y de televisión y los medios de comunicación donde trabajan expatriados rusos, ucranianos o bielorrusos que informan ahora desde Riga, Ámsterdam y otras ciudades europeas.
Schlögel apunta que después de esta “destrucción total” de las relaciones de Rusia con Ucrania, “se necesitarán décadas y generaciones, no para restaurar, sino para encontrar una nueva forma de convivencia que se base en el reconocimiento y en el fin de la asimetría”.
“Pertenezco a la generación alemana de la posguerra. Cuando de jóvenes viajábamos en los años 50 y 60 a Francia, Holanda o Bélgica, dudábamos en usar nuestro idioma porque sabíamos que era el de los alemanes que ocuparon estos países. Y ahora será lo mismo con Rusia. Rusia ahora representa una cultura del mal y de la amenaza, ya no es solo Dostoievski o Tolstoi”, compara.
Ante la pregunta de cómo cree que avanzará la guerra, el historiador responde: “No soy profeta y no soy Cassandra. No sé cuál será el resultado, pero las tropas ucranianas, los militares, la sociedad civil y toda la sociedad en Ucrania han demostrado en los últimos años, y especialmente en este último, que no se rendirán”.
Schlögel sitúa la anexión de Crimea como una “gran sorpresa”. “Fue el punto de partida para reconsiderar la historia de Rusia, para entender en la historia soviética el imperio y la colonización, la relación entre el centro y la periferia”, dice.
Sin embargo, en ese momento la mayoría de las élites políticas en Occidente, en Europa, y especialmente en Alemania, no estaban preparadas para asumir y responder, explica. “Solo después de la invasión completa del febrero pasado comenzaron a hablar sobre el cambio de tiempo”, dice Schlögel, que cree que la mayoría de europeos prefirieron “ignorar Crimea”.
“Si no se hubiera producido el incidente con el avión Amsterdam-Kuala Lumpur la mayoría de la gente incluso ignoraría que algo estaba sucediendo en Dombás", opina.
“Creo que llevará tiempo a los historiadores analizar cómo y por qué Occidente no se dio cuenta plenamente de lo que está pasando. Pero no es sólo Occidente. Quiero decir, la propia Rusia no entendió ni entiende cómo se llevó a cabo este proceso desde el imperio liberal al totalitario o se puede decir que al fascismo implantado allí hoy”, añade.
A Schlögel, autor de El siglo soviético, le cuesta responder a cómo cree que evolucionará Rusia en los próximos años. “Hablar en términos generales sobre la sociedad rusa es muy complicado. Es un país muy grande”, comenta en referencia a que las capitales se pueden asemejar a algunas ciudades globales mientras que solo a cien kilómetros de Moscú uno tiene la sensación de estar en el siglo XIX.
“Yo diría que la mayoría de la gente no es entusiasta pero cree la narrativa y la interpretación de que Rusia se está defendiendo contra alguna conspiración de Occidente como colectivo o de la decadente Europa contra los valores de la vieja y la tradición rusa tradicional”, comenta Schlögel, que cree que se tardará en que lleguen las noticias sobre la destrucción y las víctimas del frente a las provincias.
“No sabemos lo que va a pasar, pero no creo que mañana haya un movimiento social contra la guerra”, apunta este historiador, que sin embargo sí cree que podría haber un proceso de erosión de la confianza en la población rusa.