António Costa: cae el socialista de los "imposibles"
El portugués puso fin este martes a casi ocho años como primer ministro por una investigación por corrupción y prevaricación.
António Costa, el socialista de los "imposibles" que logró dar la vuelta a una derrota electoral con un inédito pacto de izquierdas y alcanzó la mayoría absoluta cuando nadie la esperaba, puso fin este martes a casi ocho años como primer ministro por una investigación por corrupción y prevaricación.
En medio de su tercera legislatura, con una mayoría que le encaminaba a convertirse en el jefe de Gobierno más longevo de la democracia lusa si cumplía su mandato hasta 2026, una investigación criminal ha acabado por poner fin a esos planes.
"A la política lo que es de la política, a la justicia lo que es de la justicia", solía repetir si alguna sospecha planeaba sobre un miembro de su Gobierno.
Al final, ha sido la justicia la que ha puesto término al periplo en el Gobierno de Costa, a menudo calificado como "incombustible" y con el que no pudieron sus rivales políticos.
El socialista, no obstante, insistió hoy en que no ha realizado ningún acto ilícito y que tiene la conciencia "muy tranquila".
Larga carrera política
António Luís Santos da Costa (Lisboa, 1961) iba a cumplir el próximo 25 de noviembre ocho años al frente del Gobierno, tras una larga carrera en la política.
Hijo de un escritor comunista originario de la excolonia lusa de Goa (India) y de una periodista, bebió la política en casa y ya pegaba carteles del Partido Socialista a los 14 años.
Estudió Derecho y se estrenó como abogado en el despacho del expresidente Jorge Sampaio, apadrinado por los grandes del socialismo portugués, como António Guterres y Mário Soares.
Fue ministro con Guterres y con José Sócrates, pero su gran momento llegó en 2007, cuando recuperó el Ayuntamiento de Lisboa para los socialistas y ganó fama para escalar hasta lo más alto del partido.
Para lograrlo, tuvo que echar mano de sus buenas dotes de negociador y pactar con la izquierda, en una premonición de lo que conseguiría años después para ponerse el frente del Gobierno de Portugal.
El salto al Gobierno
En 2015, pese a quedar segundo en las elecciones por detrás del entonces primer ministro, el conservador Pedro Passos Coelho, cerró un inédito pacto con el Bloque de Izquierda y los comunistas.
Esa "geringonça", como se conoció a la alianza, le permitió aguantar los cuatro años de la legislatura.
En 2019, llegó el divorcio. Costa mejoró su resultado en las urnas y, pese a no tener mayoría absoluta, decidió prescindir de sus socios y gobernar en solitario, negociando ley a ley.
La solución funcionó medio mandato, hasta que no consiguió sacar adelante los Presupuestos para 2022 y se convocaron nuevas elecciones.
De forma inesperada, el socialista alcanzó una mayoría absoluta histórica que le auguraba un tercer mandato tranquilo.
Pero, también contra pronóstico, este último Gobierno estuvo marcado por más de una docena de dimisiones, muchas de ellas envueltas en escándalos e incluso procesos judiciales.
Costa acusaba el "desgaste" de tres legislaturas consecutivas, señalaban los analistas, y en los últimos tiempos también protagonizó tensiones con el presidente, el conservador Marcelo Rebelo de Sousa.
Horas después de que saltara la noticia de que era investigado por posible prevaricación, corrupción activa y pasiva y tráfico de influencias en negocios de litio e hidrógeno -sobre lo que, afirmó, el propio Costa se enteró este mismo martes-, presentó su renuncia a Rebelo de Sousa.
¿Y Europa?
La dimisión crea una incógnita sobre el futuro de Costa.
Conocido y apreciado entre los líderes europeos tras casi ocho años al frente del Ejecutivo luso, en Portugal se daba por hecho que intentaría llenar sus aspiraciones de alcanzar un gran cargo europeo cuando dejase São Bento.
La investigación podría cercenar esos planes.