Al Mawasi, la zona donde Israel quiere concentrar a los gazatíes que no es humana ni segura

Al Mawasi, la zona donde Israel quiere concentrar a los gazatíes que no es humana ni segura

Las agencias internacionales no aceptan un espacio delimitado unilateralmente, donde no hay servicios ni infraestructuras ni garantías. "Una receta para el desastre". 

Vista aérea de las tiendas instaladas en Al Mawasi, el pasado 7 de diciembre.Loay Ayyoub / For 'The Washington Post' via Getty Images

Israel ha retomado con fuerzas redobladas sus ataques en Gaza, tras la insuficiente tregua de hace semana y media. En su intento de destrozar a Hamás y liberar a los rehenes retenidos por la milicia -dos objetivos aún por cumplir-, ha acabado ya con la vida de al menos 18.600 personas y ha dejado 50.100 heridos. Defiende, no obstante, que ha designado una pequeña porción de tierra que es "segura", a la que llama a desplazarse a los civiles de la franja, como si fuera un refugio. Pero no lo es. Lo afirman los palestinos que allí se han trasladado, las agencias de las Naciones Unidas y de ONG internacionales. No protege, no sirve. 

Esa zona se llama Al Mawasi, un espacio de 8,5 kilómetros cuadrados enclavado en una zona subdesarrollada a lo largo de la costa mediterránea, a menos de seis kilómetros de Khan Younis, hacia el sureste de la ciudad. Se trata de una lengua de tierra que está entre algunos cultivos aislados y palmeras, todo de dunas, sin carreteras que se adentren en él -sólo caminos, ahora anegados o embarrados a las puertas del invierno-, sin canalizaciones de agua o electricidad. Un páramo al que no llega nada para los desplazados: ni agua ni luz ni combustible. No hay edificios, no hay baños, no hay asistencia médica. Sólo precarias tiendas de campaña hechas con mantas, alfombras y restos de plásicos. Aún así, miles de gazatíes siguen llegando allí casa día, porque el Ejército de Israel así se lo aconseja, sin tener garantía alguna de que no serán atacados. 

Su número ha aumentado en los últimos días a medida que la gente huye de una ofensiva militar israelí en zonas cercanas del sur de la franja, donde Tel Aviv obligó a guarecerse a los gazatíes, cuando inició su ofensiva terrestre por el norte. El sur ha sido atacado igualmente en estas semanas, incluyendo Rafah, la localidad fronteriza con Egipto por la que ha entrado a cuentagotas algo de ayuda humanitaria -si se la puede llamar así-. "No hay lugar seguro en Gaza", insiste la ONU. Por eso tampoco hay confianza en que las cosas sean distintas en Al Mawasi, si no lo fueron en Gaza, en Khan Younis, en Rafah o en los colegios de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos (UNRWA). 

El debate es importante respecto a este pedazo de suelo. Israel insiste repetidamente en las comparecencias de sus portavoces militares en que es una solución para proteger a las personas desarraigadas de sus hogares y darles seguridad ante los combates entre sus tropas y los militantes de Hamás. Se pertrecha en que ha avisado a la población, difundiendo mapas de zonas donde se puede estar y donde no. 

Sin embargo, las limitaciones de comunicación en Gaza son importantes, por la destrucción de redes de telefonía e internet, por la falta de electricidad y de combustible para los generadores con los que se cargan los teléfonos y los ordenadores, por el desplazamiento de civiles que han dejado atrás muchas posesiones. Se han lanzado pasquines desde el aire, pero tampoco es la mejor fórmula, entre los escombros. No es que no lleguen nunca los avisos, es que muchas veces no lo hacen y otras, no llegan a tiempo. 

Las Naciones Unidas y los grupos de ayuda dicen que Muwasi es un intento mal planificado de imponer una solución para las personas que han sido desplazadas y expresan sus dudas sobre la garantía de seguridad, teniendo en cuenta los precedentes de ataques aéreos israelíes que han tenido como objetivo otras áreas donde el Ejército ordenó a la gente que fuera. "¿Cómo puede ser segura una zona en una zona de guerra si sólo la decide unilateralmente una parte del conflicto?, se pregunta Philippe Lazzarini, comisionado general de la UNRWA. "Sólo puede promover la falsa sensación de que será seguro", declara. "Lo decimos de nuevo: ningún lugar es seguro en Gaza, ni en el sur, ni en el suroeste, ni en Rafah, ni en ninguna de las zonas seguras declaradas unilateralmente", ha repetido insistentemente desde el fin de la tregua, hablando de "medidas inadecuadas" cuando justo la situación "parece cada vez más injustificable".

Una veintena de agencias de la ONU y ONG mundiales han suscrito un documento en el que rechazan un espacio seguro que sólo sea declarado por Tel Aviv y no por las otras partes (Hamás y la Autoridad Nacional Palestina, citan). Entienden que esos espacios podrían "causar daño a los civiles, incluyendo pérdidas de vida a gran escala" y por eso deben "rechazarse". "Sin las condiciones adecuadas, concentrar civiles en esas zonas en un momento de hostilidades puede aumentar el riesgo de ataques y daños. Ninguna zona segura será realmente segura cuando se declara unilateralmente o es puesta en marcha en presencia de fuerzas armadas", como es el caso, indican las entidades. Por eso  se niegan a trabajar en este espacio forzado por la parte ocupante. Lo que quieren es un acuerdo amplio, una zona estabilizada donde se permita satisfacer las necesidades esenciales de la población y un mecanismo que supervise su implementación. 

"Lo decimos de nuevo: ningún lugar es seguro en Gaza, ni en el sur, ni en el suroeste, ni en Rafah, ni en ninguna de las zonas seguras declaradas unilateralmente"
Philippe Lazzarini, comisionado general de la UNRWA

UNICEF, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, ha avisado de que podemos estar ante "otra zona de muerte" por la falta de garantías y la ausencia total de medios para proteger y atender a los palestinos, mientras que la Organización Mundial de la Salud (OMS) dice que es "Una receta para el desastre". "Intentar hacinar a tanta gente en un área tan pequeña con tan poca infraestructura o servicios aumentará significativamente los riesgos para la salud de las personas que ya están al borde del abismo", indica Tedros Adhanom, el director general de la OMS.

Entienden que el propio concepto en sí de zonas seguras que plantea Israel no ayuda a salvar vidas, porque es sumamente difícil para los ciudadanos orientarse con los mapas de las IDF y es muy complicado, además, abandonar las zonas del sur donde ya se concentran más dos millones de personas, de las 2,3 que vivían en la franja antes de la guerra. Los combates, la precariedad, la mala salud, la complicación de los transportes, el tiempo reducido para moverse... Un consejero de UNRWA llamado Jehan dice: "También corremos peligro mientras caminamos". 

Al Mawasi ha sonado más en los últimos días, al volver los ataques al sur, con más fiereza, pero Israel ya mencionó este espacio, por primera vez, el 18 de octubre. "Si tu vida y la de tus seres queridos son importantes para ti, dirígete al sur de Wadi Gaza. Te aconsejamos que llegues a la zona humanitaria de Mawasi según nuestras instrucciones", decían los mensajes del Ejército. Informaron las IDF el miércoles de que Hamás había disparado al menos 116 cohetes desde ese terrero, de los cuales 38 cayeron en la Franja por error. Todo son extremos sin verificar porque la entrada a la franja de la prensa internacional sigue vetada por Tel Aviv. 

La zona es sólo un contenedor de personas desesperadas, peor aún entre el clima frío y lluvioso. Um Jaber, una de sus refugiadas, explica a la cadena de televisión qatarí Al Jazeera que "falta de todo lo que te permite vivir, simplemente". No hay vías por las que entren comida o medicinas, así que los gazatíes salen al exterior a por lo que puedan encontrar, con el peligro que eso supone si se atienden las indicaciones israelíes. Habla esta señora de una "muerte lenta", de personas que hicieron lo que Israel les dijo, que pese a ello sufrieron ataques en Khan Jounis (de donde llegan la mayoría) y que ahora no se encuentran una zona humanitaria como tal. "Si no nos mata Israel, nos matarán estas condiciones", afirma. Califica la situación de "catastrófica" y se preocupa sobre todo por los más pequeños. Hay piojos, brotes de varicela y problemas intestinales por la mala alimentación e hidratación. La ONU advierte ante el riesgo de hepatitis o diarreas.  

Unos gazatíes desplazados en Al Mawasi, en su tienda hecha con plásticos.Ahmad Hasaballah / Getty Images

"Hace mucho frío y no hay artículos de primera necesidad", constata Moneer Nabrees, quien huyó de la ciudad de Gaza con unos 30 miembros de su familia. Entrevistado por la agencia Associated Press, explica que llegó recientemente a Muwasi y ahora vive en una tienda de campaña de nailon, con sus allegados desplazados. "Hay colas para todo, incluso para conseguir agua potable", afirma. Algunos ni siquiera tienen suficientes materiales para construir una tienda de campaña. "Por la noche estábamos helados", se duele Saada Hothut, una madre de cuatro hijos del mismo origen que el anterior, que duerme cubierta sólo "con nailon". "El 70% de la superficie de esa zona está desierta", defiente Danila Zizi, de la oficina de Handicap International en los Territorios Palestinos. "No hay servicios, no hay escuelas, no hay servicios de salud. No hay nada". 

La gente se las arregla como puede, y pueden mal. Muchos duermen en sus coches o montan sus propias tiendas de campaña, gastando lo poco que les queda en comprar lo poco que se logra en el mercado negro. Los residentes dicen que uno de los aspectos más humillantes de la vida es la falta de privacidad -muy importante además para las mujeres en un entorno de mayoría musulmana- y la mala higiene. La gente hace sus necesidades donde puede. Algunos abandonan el campamento y se dirigen a hospitales cercanos para utilizar sus instalaciones.

"Falta de todo lo que te permite vivir, simplemente (..). Si no nos mata Israel, nos matarán estas condiciones"
Um Jaber, desplazada en Al Muwasi, a Al Jazeera

Israel culpa a las Naciones Unidas por las malas condiciones en la zona, por no prestar servicio, pero sus razones son las expuestas más arriba y de ahí no se van a mover. El coronel Elad Goren, un alto funcionario del organismo militar que supervisa los asuntos civiles palestinos, dijo a AP que Israel ha estado permitiendo la entrada de tiendas temporales y equipo de invierno. "Al fin y al cabo, estos son bienes de la ONU. Es su responsabilidad recoger los bienes y distribuirlos a la gente", insiste. 

James Elder, portavoz de UNICEF, afirma a este respecto: "No es un área segura, sólo porque por ahora ni haya bombardeos. Una zona segura lo es cuando puedes también garantizar la llegada de comida, agua, medicinas y cobijo. Lo que he visto con mis propios ojos es la ausencia absoluta de todo eso". Y Juliette Touma, directora de Comunicaciones de la UNRWA, en la zona hace una docena de días, repite: "No hay lugares seguros, sólo espacios con miseria, desesperación y muchas necesidades de ayuda. Necesitan de todo". Un alto el fuego es lo que todos piden para poder atender y proteger de verdad a los gazatíes. 

No está claro cuántas personas cree el Gobierno de Benjamin Netanyahu que pueden instalarse allí ni cuántas hay en este instante. Destaca su portavoz que Muwasi no es el único espacio disponible, porque hay 150 "áreas de refugio" adicionales, incluidas escuelas y hospitales, que están coordinadas con la ONU y otras organizaciones. Muwasi sería la permanente. Naciones Unidas replica machaconamente que no se puede llamar "seguras" a instalaciones que están atestadas, donde no cabe nadie más, que además están siendo diana de los ataques por tierra, mar y aire, calculados hasta con inteligencia artificial. Incluso Estados Unidos, el aliado más cercano de Israel, ha dicho repetidamente que los civiles palestinos necesitan más protección.

Una anciana desplazada trata de descansar sobre unas sillas en Rafah, al sur de Gaza, el pasado 4 de diciembre.Fatima Shbair / AP

La imposibilidad de escapar

Los campamentos de tiendas de campañas también reviven recuerdos del mayor trauma de los palestinos, el desarraigo masivo que llaman Nakba o catástrofe) cuando cientos de miles de palestinos huyeron o fueron obligados a abandonar sus hogares en la guerra que rodeó el establecimiento de Israel en 1948. La ANP ha avisado de que esta guerra puede cristalizar en una nueva Nakba, dado el desplazamiento forzoso de población civil, censurado por el derecho internacional humanitario

El analista H.A. Hellyer, del Carnegie Endowment for International Peace (Fondo Carnegie para la Paz Internacional) recuerda que sólo por Rafah pueden salir hoy los gazatíes, aunque hay "otros seis pasos terrestres" en la franja, todos controlados por Israel y que conectan con su territorio. Nadie se plantea siquiera esas vías pata evacuar a los 2,2 millones de ciudadanos sometidos a los ataques de Gaza. Los palestinos sólo podrían salir ahora hacia el sur, a Egipto, en el caso de que esa frontera se abriera, que no es el caso; El Cairo también ha mantenido el cerco de Gaza desde 2007, tras la llegada al poder vía elecciones de Hamás, y ahora sólo ha levantado la verja para dejar pasar un puñado de ayuda humanitaria, en la pausa pactada con Tel Aviv. 

Para el especialista, Egipto tiene "una buena razón" para no proceder a una apertura, como defienden los que dicen que, si los palestinos no quieren zonas seguras, lo que tienen que hacer es irse. "Egipto no quiere ser parte de la limpieza étnica que algunos alertan que puede producirse", porque si se da una nueva Nakba se puede replicar la situación actual, "que no haya retorno permitido" nunca para esos palestinos refugiados. Ahí está el pasado para repetirse. Queda salir o morir, resume.

Pero recuerda además que la clave, también en esta coyuntura, es la ocupación, en la base de todo el conflicto, viejo de 75 años. No sólo es que no haya regresado ni un refugiado desde la guerra de 1948, sino que desde 1967, cuando Israel entró Gaza, Cisjordania y el este de Jerusalén es potencia "ocupante" y, según el derecho internacional, es "responsable de suministrar bienes o de permitir que los ciudadanos tengan un modo de vida". "Ya pueden darles hoteles de siete estrellas, que eso tampoco sería satisfactorio, porque el espacio es insuficiente y están hacinados. En apenas una fracción de tierra, no se puede hacer. Es una receta para un crisis humanitaria aún peor", concluye, parafraseando a la OMS. 

MOSTRAR BIOGRAFíA

Licenciada en Periodismo y especialista en Comunicación Institucional y Defensa por la Universidad de Sevilla. Excorresponsal en Jerusalén y exasesora de Prensa en la Secretaría de Estado de Defensa. Autora de 'El viaje andaluz de Robert Capa'. XXIII Premio de la Comunicación Asociación de la Prensa de Sevilla.