Acusaciones y tensión entre Ucrania y un país miembro de la UE

Acusaciones y tensión entre Ucrania y un país miembro de la UE

Continúa la inquietud por el suministro de gas en Europa.

  A Lukoil fuel storage facility is being seen near Sofia Airport in Sofia, Bulgaria, on June 11, 2024.NurPhoto via Getty Images

La Unión Europea se está preparando ante un escenario que cada día parece más posible: los envíos de gas ruso a través de Ucrania que se llevan produciendo durante más de 50 años pronto podrían acabarse.

El pasado 30 de agosto, Mijailo Podoliak, uno de los principales asesores del presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, anunció en declaraciones a Novosti Live que el próximo año se detendrá el tránsito de gas y petróleo ruso a través del oleoducto Druzhba, que da suministro a Eslovaquia, Hungría y la República Checa. "Desde el 1 de enero de 2025, el oleoducto Druzhba dejará de funcionar", aseguró.

Esto supondría elevadas pérdidas económicas para Ucrania y Rusia, pero también podría afectar a todos los países europeos. Por ello, Hungría y Eslovaquia ya han manifestado en varias ocasiones su inquietud al respecto. Incluso iniciaron en julio "un proceso de consultas con la UE contra Ucrania por interrumpir el suministro de petróleo".

Los países argumentan sus quejas alegando que "la interrupción de los envíos de Lukoil, que proporciona una parte significativa de las importaciones de petróleo húngaras y eslovacas, amenaza el suministro energético". De ahí que vean esta decisión como "inaceptable e incomprensible por parte de un país que aspira a entrar en la UE".

Ucrania busca alternativas

En este contexto, Ucrania está buscando nuevos socios para mantener la relevancia de sus gasoductos. Así, ha iniciado conversaciones en curso con Azerbaiyán, país que ya suministra gas a varios mercados europeos, recoge CNB Daily. Sin embargo, la producción de este país no podría suplir los volúmenes de gas ruso a los que Europa está acostumbrada.

De esta forma, Anne-Sophie Corbeau, investigadora de la Universidad de Columbia, advierte que cualquier acuerdo con Azerbaiyán podría ser simplemente una nueva marca del gas ruso, es decir, que Europa todavía podría estar comprando gas ruso, pero con un nombre diferente.