Negacionismo sin pudor y otras razones que explican un verano negro para la violencia machista
En lo que va de año han sido asesinadas 48 mujeres a manos de sus parejas o exparejas, una menos que en todo 2022.
Ha sido un verano trágico para las mujeres. El número de asesinatos machistas en España desde que comenzó el mes de junio hasta ahora ha sido de 27, 13 más que entre los meses de junio y septiembre de 2022. El número de víctimas de violencia de género en lo que llevamos de año alcanza ya las 48, una menos que el total de mujeres asesinadas en todo el año pasado.
Ante la gravedad de la situación, el Ministerio de Igualdad convocará el comité de crisis en cuanto termine septiembre para analizarla con detenimiento. Preguntados por el alto número de asesinatos de este verano y de lo que llevamos de año, desde el ministerio se remiten a las declaraciones de la última comparecencia de la Delegada del Gobierno contra la Violencia de Género, Victoria Rosell, que aseguró que se trataba de “datos lamentables”.
“El domicilio, la vivienda, es un lugar de mayor riesgo para las mujeres”, destacó Rosell, que recordó que en el verano y otros periodos vacacionales como la Navidad suele haber un repunte de casos.
Inmaculada Poveda, abogada de la Asociación de Mujeres Juristas Themis, asegura que el verano es una época de mayor riesgo especialmente en las parejas en las que hay mucha dependencia económica de la mujer. “Sigue muy presente esto de ‘yo reduzco jornada y tú sigues ascendiendo en la empresa’, entonces sigue habiendo mucha dependencia económica. Pero durante el año cada uno está en su sitio y en verano al estar en el mismo espacio durante tanto tiempo surgen estas conductas”, explica Poveda.
“En verano suele haber un repunte porque se sale de la cotidianidad. En parejas en las que hay violencia, pues en estos periodos pasan más tiempo juntos, es más habitual. A lo largo de los años hemos visto como siempre se daba este repunte en estos meses y es una de las explicaciones sociológicas que se han encontrado para tratar de entender este problema”, explica Alba Martínez, pedagoga experta en género de Equipo Ágora.
Negacionismo sin pudor de la violencia de género
“La situación es terrible”, reconoce Poveda, que asegura que no se puede dudar de que hay que tomar cartas en el asunto. “¿En cuanto a qué puede fallar? Creo que hay varios factores que influyen para que se sigan cometiendo estos crímenes. Por un lado está el efecto que tiene el negacionismo que se está haciendo de la violencia machista, que tiene tanto eco y que se publicita sin pudor. Se está hablando sin ningún tipo de pudor de denuncias falsas, se dice que no existe la violencia de género”, denuncia la abogada.
Rosell también ha llamado la atención sobre los “discursos peligrosos contra las mujeres, a favor de la violencia de género, negacionistas”. “La violencia de género es la reacción de los hombres frente a la libertad de las mujeres, es la reacción del machismo, del poder”, denunció la delegada del gobierno.
“No tiene absolutamente ningún sentido negar la violencia de género a la vista de la cantidad de asesinatos que está habiendo”, se lamenta Poveda, que asegura que esos discursos negacionistas tienen un calado en la sociedad. “Se sigue perpetuando esa idea de ‘yo estoy por encima de ti porque soy hombre’ y ese discurso justifica sus actos, porque su educación es así o porque tienen muy poco respeto por los demás, en concreto por las mujeres. Porque esta violencia se ejerce contra las mujeres por el simple hecho de ser mujeres, esto es así”, recuerda la letrada.
Poveda también destaca que estos discursos negacionistas no solo impactan en la pareja o la víctima, sino también en su círculo. “En un entorno donde el discurso es este y hay una víctima, pues ni la familia la cree. De hecho, es posible que la vaya a juzgar o a interiorizar que esto es lo normal: que se la maltrate, se la veje, que haya violencia psicológica, económica —de la que no se habla y hay mucha— y que se normalice hasta que explota la situación”, explica la jurista.
Poveda asegura que “hace unos años había más pudor” a la hora de negar la violencia de género y un mayor consenso social para erradicarla. “Es verdad que llevamos batallando con esto mucho tiempo y antes de la ley integral de 2004 lo normal era achacar la violencia de género a una discusión de pareja que había que solucionar en casa y ni siquiera te recogían la denuncia, pero es verdad que durante un tiempo hubo más concienciación y alarma social en general. Lo que se ha hecho con el negacionismo es el efecto contrario y esto hace que una niña está sufriendo acoso por parte de su novio que le controla el móvil entiende que eso no es violencia, y claro que es violencia, porque es acoso”, asegura la abogada.
“Indudablemente antes había más consenso contra la violencia machista o por lo menos las personas que tenían más carencias se plegaban. El problema es que ese discurso negacionista se ha blanqueado y es verdad que puede pasar que algunos profesionales que participan en todo el proceso de atención a las víctimas estén dando credibilidad a estos discursos”, advierte Alba Martínez.
La pedagoga, que trabaja formando a profesionales que luego van a atender a posibles víctimas de violencia machista, reconoce que “las personas que atienden muchas veces no tienen suficiente formación o les falta sensibilización”. “Entonces lo que puede pasar aquí es que cuando se activan los protocolos cuando hay una denuncia para determinar el riesgo en el que está una mujer, pues que no se detecte bien ese riesgo y se rebaje, por lo que no se hace un seguimiento correcto y la víctima está más desprotegida”, explica.
Además del negacionismo, Inmaculada Poveda cree que a pesar de que en España hay una ley de violencia de género “supercompleta” y que “no deja desprotegida a la víctima” en ningún momento, “desde los propios operadores jurídicos se sigue tratando el tema de la violencia muchas veces conectado con las crisis matrimoniales”, sin darle demasiada importancia.
“Precisamente en el momento del divorcio habría que tener más cuidado porque es un momento en el que pueden saltar muchas formas de violencia. Cuando hay conductas machistas en la pareja y llega la señora y dice ‘me quiero separar, me quedo con mis hijos y me tienes que pagar una pensión de cuidado para mis hijos’ pues aquello salta, porque hay hombres que no soportan que sea ella la que tome la decisión y lo deje. Es así de sencillo”, asegura Poveda, que cree que no se pueden normalizar ciertos comportamientos en las crisis matrimoniales. El problema es que la base de la discusión viene de ‘tú me has dejado, te vas a enterar, eres una golfa’, entra toda la conducta machista y el sistema patriarcal del que venimos todos”, se lamenta la abogada.
La importancia de denunciar
Según el último boletín de la delegación del gobierno, el 81% de las mujeres asesinadas por sus parejas o exparejas en lo que va de año no habían presentado denuncia previa. “No hay mayor cómplice de la violencia que el silencio”, defendió Victoria Rosell en su comparecencia, en la que pidió a las mujeres que denunciaran aunque también aseguró que es difícil confiar en el sistema cuando hay sectores que dicen que la violencia no tiene género.
“Siempre insistimos en que verbalizar y pedir ayuda es el primer paso y pensar que una mujer se va a encontrar con instituciones o una parte de la sociedad hostil a este problema o que le va a generar humillación, vergüenza, desconfianza o falta de credibilidad... Desde luego esto es operar en contra de lo que siempre ha operado la delegación y de un pacto que antes era de estado, entre la izquierda y la derecha, que antes no pactaba con negacionistas”, denunció Rosell.
Haciendo balance de la situación, la delegada del gobierno también ha recordado que los dispositivos de control telemático para proteger a las mujeres de sus agresores, las pulseras, funcionan. “Ninguna mujer ha sido asesinada portando el dispositivo desde que están a disposición de los tribunales”, confirmó Rosell.
Por su parte Poveda asegura que muchas mujeres tienen “cargo de conciencia al denunciar”. “Te dicen ‘yo no quiero que le pase nada, no quiero que vaya a la cárcel’. Es que tiene que ir a la cárcel. Un señor que quebranta por ejemplo una orden de alejamiento tiene que ir a la cárcel, porque amenaza, porque ejerce violencia e incluso mata. Hay que tomarse muy en serio los quebrantamientos porque ya te dejan ver cómo es esa persona”, insiste la abogada.
“Algunas no quieren denunciar porque piensan ‘como denuncie ya se va a enfadar más y ahí será cuando me mate”, recuerda también sobre el miedo que sienten algunas mujeres, que necesitan instituciones firmes que las protejan y les ofrezcan recursos. En este sentido Alba Martínez habla sobre el concepto de victimización secundaria, es decir, el trauma que puede suponer para la mujer todo el proceso de denuncia y posterior. “A veces llegan a denunciar y se encuentran falta de colaboración. Se puede pensar que esto solo pasa a mujeres con escasa formación y esto no siempre es así”, se lamenta la pedagoga.
Además, Poveda también insiste en desmontar el mito de las denuncias falsas, que en la mayoría de los casos son sobreseimientos. “Es difícil mantener una denuncia si la víctima no quiere. Puede ser que si hay parte de lesiones y un guardia civil que ha presenciado algo, un reconocimiento del agresor, pues se pueda acabar con una sentencia condenatoria, pero es difícil que si la víctima, que es la perjudicada y la testigo principal, no quiere denunciar. Esto termina en un sobreseimiento, que es lo que llaman los negacionistas denuncia falsa”, explica la letrada.
“Un porcentaje altísimo de los sobreseimientos vienen dados por la retirada de la acusación o de que la víctima no acusa. Si a mí como acusación particular, la víctima me dice que no quiere denunciar, yo no puedo mantener esa denuncia. Hay un protocolo con unas preguntas que se hace a todas las víctimas cuando van a denunciar, que es una valoración del riesgo. Lo normal ahora es encontrarnos con riesgos medios, altos y a veces extremos, y a pesar de todo esto a veces la mujer no declara y hay un sobreseimiento, a pesar de que el sistema te está diciendo que el riesgo es alto”, cuenta Poveda.
Ante toda esta situación, la letrada pide concienciación y sensibilización en los colegios. “Lo que hace falta es educación, en los colegios tienen que hablar de esto de una manera abierta, que las chicas se sientan protegidas y que los chicos lo llamen por su nombre. Por supuesto que hay chicos en contra de la violencia de género, pero los que vienen de entornos que están rezagados, que no avanzan, tienen que saber lo que está pasando. Si van al colegio y les explican lo que hay, pues a lo mejor los críos se dan cuenta. Y no hay, a día de hoy no hay educación al respecto en los colegios”, denuncia Poveda.