Por la anulación del beso en el trabajo y la imposición del saludo 'urbi et orbi'
Entre que en este país ni dios llega puntual a una reunión y que no somos capaces de sentarnos en una mesa de trabajo sin saludarnos uno a uno, las reuniones tendrían que incluir en el orden del día entre 5 y 10 minutos bajo el punto de: saludos.
Foto: ISTOCK
Reunión masiva en el trabajo. Cinco personas de la propia empresa y seis de la parte contraria. Empieza el festival de los besos y los apretones de mano.
Entre que en este país ni dios llega puntual a una reunión y que no somos capaces de sentarnos en una mesa de trabajo sin saludarnos uno a uno, las reuniones tendrían que incluir en el orden del día entre 5 y 10 minutos bajo el punto de: saludos.
Llega la parte contraria y todos en pie. El batallón toma posiciones bordeando una mesa kilométrica en la que siempre te acabarás clavando el pico en algún órgano vital (dependiendo de la altura del sujeto al que le toque clavársela), en un intento desesperado por esquivar a dos compañeros que están siguiendo el ritual social del saludo en ese momento. Empieza la fiesta. La mesa se convierte en una atracción de feria: exactamente los coches de choque en la que todo el mundo gira anárquicamente buscando al nuevo depositario del saludo.
- Mujer-hombre: 2 besos.
- Hombre-hombre: apretón de manos.
- Mujer-mujer: 2 besos.
Besos, apretones de manos, beso, apretón... y así en bucle. Para los que les gusten los datos: soy mujer, así que tendré que besar al 100 por 100 de los recién llegados. Sean feos o guapos. Que si todavía pudiéramos discriminar... Si echara cuentas de la cantidad de desconocidos a los que he besado en mi vida, posiblemente tendría opción a algún premio.
Vuelta a tu sitio en un movimiento desesperado, como cuando se jugaba al juego de las sillas y sabías que la música podía parar en cualquier momento y corrías el riesgo de quedarte sin asiento.
Cuando por fin alcanzas tu sitio, el parte de lesiones es el siguiente:
- 3 kilos de maquillaje de diferentes marcas, colores y texturas que no son tuyos (1,5 kilos corresponden a una mujer con la cara como un rasca y gana).
- Gafas torcidas. Los que llevamos gafas elevamos este ritual a categoría de numero de circo. Las gafas se tuercen y se enganchan, chocan produciendo un desagradable sonido que puede llegar a anticipar una tragedia mayor: que se enganchen y te lleves colgando de la patilla las de la parte contraria. Vuelves casi a tientas a tu sitio porque te has llevado pegado en los cristales el churretón de sudor de algún individuo y el maquillaje de otra.
- Zapatos sucios. En la ciclogénesis explosiva del ósculo siempre va de serie algún torpe que pisa con fuerza. Momento en el que ocurren dos cosas: 1: preguntará si te ha pisado. (No, es que dejamos almohadillas por el suelo para que la gente repose sus pies de vez en cuando). Y 2: abochornado, pedirá perdón a lo que tú, con una lágrima de dolor asomando le responderás que no pasa nada, pero le desearás el garrote vil.
- Atrofia de la pituitaria por la cercanía de los que se han bañado en perfume y posibles efectos colaterales de apestar a aftershave durante todo el día. Porque ¿qué lleva el aftershave para que una vez que te tocan con él no te liberes de ese olor hasta la siguiente ducha?
- Momento de bochorno en el que extiendes la mano, la otra persona te va a dar los besos, tú le vas a devolver los besos pero él ya ha extendido la mano y al final acabáis enredados en un momento de pasión involuntaria en el que la mano toca lo que no debe y el beso queda estampado en esa delgada línea que se aleja de lo social para acercarse al "amor".
Los peores besos de este tipo son los que vienen acompañados por un verbalizado subtitulo del beso: "muuac, muuuac". Es en ese momento cuando odias vivir en sociedad y cuando esa persona te ha predispuesto a darle más cera en la reunión que la que cae de una procesión de Semana Santa en Sevilla. No merece otra cosa.
También hay quien estampa un húmedo y sonoro beso. ¡No, no, no! El beso social apenas toca la mejilla, no hace ruido y es rápido. Se simula.
A favor de la abolición de la costumbre social del beso en el trabajo. Seguro que la OMS lo respalda, porque conseguiremos evitar la transmisión de virus, gérmenes anidados en las barbas y a saber qué más cosas.
Súper a favor el saludo urbi et orbi en el trabajo.
Un representante de la empresa da la bienvenida y presenta a todos ya sentados. Cada persona saludará desde su sitio con un aséptico levantamiento de mano.
Reclamo hasta que se instaure en nuestra cultura el no beso la paridad absoluta en el saludo; igualdad por el apretón de manos para todos.
Y si la reunión es internacional, en ese caso, la fiesta del beso se eleva a tragicomedia. Unos empiezan por otro lado, otros dan 3, otros no quieren que les toques ni con un palo...
Este post publicado anteriormente en el blog de la autora.