Iglesias vs Errejón (II Temporada)
La batalla entre "pablistas" y "errejonistas" sigue más viva que nunca. La confluencia con IU, que Pablo Iglesias tiene más claro que nunca, ya se está negociando aunque quedan obstáculos por sortear. Cuenta con el apoyo de Juan Carlos Monedero y de Izquierda Anticapitalista, pero en su camino se han cruzado de nuevo los de Errejón, temerosos de que la convergencia les reste transversalidad, además de puestos de representación. Si no hay síntesis, se consultará a las bases.
Juan Carlos Monedero y Alberto Garzón, este fin de semana en Córdoba.
La herida aún supura. Dos modelos de campaña; dos modelos de partido; dos formas de entender la política; dos maneras de conquistar el cielo... "Pablistas" contra "errejonistas" están a punto de rodar su II Temporada. La primera ya saben como acabó: con la confianza quebrada y disminuidas las huestes del "errejonismo". La confluencia con IU será la próxima batalla. Y eso que aún están sin curar las lesiones que provocó la negociación con los socialistas en pro del fallido gobierno de cambio.
Bien lo saben el PSOE y Pedro Sánchez, que no pierden ocasión de ahondar en la llaga: "Con Errejón sería más fácil entenderse". ¿Realidad o anhelo? En Ferraz conocen de sobra la respuesta. Lo intentaron, aunque sin éxito. Claro que la versión difiere según quien la cuente.
Los socialistas sostienen que fue Errejón quien se puso en contacto con un miembro del equipo negociador del PSOE para pedirle que mantuvieran abiertos los cauces de diálogo. Hablan de dos llamadas, una el viernes 8 de abril por la tarde -tan sólo unas horas después de que Iglesias anunciara la ruptura-, y otra el domingo 10.
El relato de los "podemitas" señala directamente a Antonio Hernando como artífice de una infame treta para horadar a los morados y con la que buscó, sin éxito, una cita secreta entre Errejón y Pedro Sánchez. Cuentan en la formación morada que el número dos de Podemos no se prestó a la artimaña, y puso inmediatamente a Iglesias al corriente de la argucia del portavoz del PSOE en el Congreso. Pero todo ello forma parte ya del reciente pasado. El presente, mediante consulta a las bases, acaba de dar un portazo al maridaje Sánchez-Rivera para el que el PSOE pidió primero la bendición de todo Podemos y después del sector más posibilista que aglutina Errejón.
El caso es que la batalla entre "errejonistas" y "pablistas", lejos de quedar zanjada tras la destitución de Sergio Pascual, sigue más viva que nunca. Tanto que se ha convertido en un arma política recurrente entre sus adversarios ante la más que probable nueva cita con las urnas. La respuesta más nítida a la pelea interna sobre cómo debían ser las relaciones con el PSOE la han emitido este fin de semana las bases de la formación morada, ya que casi 150.000 personas han votado contra el pacto de los socialistas con Ciudadanos. Los "pablistas" se anotan con ello un nuevo tanto cuando no ha hecho más que empezar el siguiente asalto al hilo de la confluencia con IU.
Pablo Iglesias lo tiene claro, pese a las resistencias internas: "Hace un año, hubiera sido como ponerse una piedra en el cuello. Ahora es el momento". El secretario general de Podemos hace esta reflexión consciente de que un acuerdo con Alberto Garzón, que sumó casi un millón de votos el 20-D, coloca a los morados en disposición de superar al PSOE en votos y en escaños.
Las conversaciones entre Iglesias y Garzón para la confluencia con IU han comenzado y, aunque quedan por sortear obstáculos como la cesión de la marca, el reparto de la representación y no pocos flecos jurídico-económicos, todo indica que la negociación, en manos de Pablo Echenique, va por mejor camino que por el que discurrió antes del 20-D.
Este fin de semana Juan Carlos Monedero, que coincidió con Garzón en un foro organizado por Julio Anguita, ha dado algunas pistas de por dónde debe discurrir la colaboración electoral, convencido de que el debate político ya no se centra sólo en "la izquierda contra la derecha" o en "los de arriba contra los de abajo", sino también en "lo nuevo contra lo viejo".
Podemos e IU comparten el espacio de la izquierda y su posición con los de abajo, pero se alejan en lo que se refiere a lo nuevo. De ahí el rechazo de Monedero a una sopa de siglas que sería, en su opinión, además de una señal de impotencia, una "fórmula perdedora". Su propuesta pasa por extender al resto de España la fórmula Podemos-En Común que mantenga a los morados como nave nodriza y a la que se incorporen con un reconocimiento de su identidad otras formaciones como IU-Unidad Popular. El objetivo es no lastrar a Podemos con el aroma a naftalina que desprende el discurso de Izquierda Unidad ni oler a Frente Popular. A cambio, Garzón lograría un estatus de reconocimiento para los suyos.
Además de Monedero, Iglesias cuenta para esta operación con el apoyo de la Izquierda Anticapitalista, pero en su camino se han cruzado de nuevo los "errejonistas", temerosos de que la convergencia les reste transversalidad, además de puestos de representación.
"Si ese acuerdo nos remite al escenario izquierda-derecha que creo que la sociedad española ya ha superado, quizá no sea tan buena idea", ha sentenciado el defenestrado Sergio Pascual. Mucho más duro ha sido David Bravo, diputado por Almería en un texto difundido en "Pueblo, Patria, Podemos", un canal de Telegram donde han encontrado refugio unos 600 "errejonistas": "Se van a cargar Podemos y después dirán: ¿veis como Podemos no tenía futuro? Así, señalando con el dedo las consecuencias de sus propios actos demostrarán la razón que tenían".
Bravo, igual que el diputado por Vizcaya Eduardo Maura, ha expresado por las redes sociales y los canales de comunicación interna de los morados su rechazo a la confluencia y la llamada unidad de la izquierda que, en su opinión, ha adquirido rasgos de "animal mitológico". El sector que aglutina Errejón defiende una mayoría social formada por personas "que vienen de votar diferente" y prefieren "construir pueblo", en lugar de "aumentar la izquierda".
Y como el debate promete, Iglesias avanza que si las posiciones se complican y no hubiera una síntesis colectiva, la solución se sometería a la opinión de las bases. Una decisión tan importante como esta no se podrá, a su juicio, dirimir de otro modo. Aviso a navegantes.