¿Hay partido?
Ha sido en Quintos de Mora, pero podía haber sido en cualquier otra propiedad del Patrimonio del Estado. Pedro Sánchez parece dispuesto a sacar partido a todas las instalaciones, aviones o privilegios a los que tiene derecho como presidente de Gobierno, incluido el uso de helicópteros. Imagen está última que, por cierto, se podía haber ahorrado para su publicitada llegada a la finca toledana en la que convocó este fin de semana a sus ministros para preparar el nuevo curso político. En ocasiones no se trata de hacer lo que otros antes hicieron, sino de cambiar los usos y costumbres para dar ejemplo y alguna señal de que el cambio significa exactamente cambio, también en los detalles.
Ni las polémicas fotografías del presidente al estilo JFK en el avión presidencial ni el choteo por "la determinación que muestran sus manos" ni el uso del Falcon para trasladarse a un festival de música en Castellón han servido para que la legión de cargos incorporados a La Moncloa tracen una estrategia que vaya más allá del autobombo, el marketing y la emisión de mensajes etéreos y superficiales, cuando no contradictorios.
A lo que íbamos. El presidente reunió a su Gabinete al completo en una especie de ejercicios espirituales como aquellos que inventó Ignacio de Loyola para los jesuitas. Recuérdese que fue esta orden la que construyó las llamadas "casas de retiro", donde sacerdotes y monjas acudían a meditar de cuando en cuando y la que estableció hace siglos el llamado código de reserva. Desde entonces se suele decir que un jesuita prefiere morir que revelar el pacto de silencio que jurase en un retiro. Pues lo mismo quiere Sánchez de sus ministros.
Ni una especulación más sobre cuánto durará la legislatura o cuándo le conviene más al PSOE que el presidente disuelva las Cortes y convoque elecciones. De momento, en España no se esperan más urnas que las que habrá que poner en mayo para municipales y autonómicas y a las que Susana Díaz convocará antes del próximo marzo.
La consigna que el presidente transmitió a sus ministros durante su retiro laico fue que "hay partido" y que él está dispuesto a jugarlo. Otra cosa es que los goles los pueda marcar en la portería del contrario o en la suya propia si la opinión pública percibiera que el Gobierno, aún siéndolo, no puede gobernar más allá de media docena de decisiones simbólicas y a golpe de decreto.
Entre el cambio de dirección del PP, la ausencia obligada de Pablo Iglesias de la escena política, el despiste de Ciudadanos y la desgana de los Grupos Parlamentarios para reunir al Congreso en periodo extraordinario, la oposición en periodo vacacional ha quedado en una ristra de declaraciones desde distintas playas de España.
Pero septiembre será distinto, y Sánchez tendrá que afrontar no pocos obstáculos, tras un paréntesis veraniego en el que sus adversarios no han hecho sangre con asuntos que en otros tiempos y con otros gobiernos hubieran dado para unas cuantas peticiones de comparecencia y un par de solicitudes de debates monográficos.
El primer asunto de calado será la aprobación del techo de gasto y los Presupuestos y después, la situación en Cataluña, donde la tensión sigue siendo alta y la disposición del independentismo a transitar hacia la república se mantiene intacta. Tanto que no se descarta una nueva declaración de independencia fallida ante la que el Gobierno estaría obligado a responder con la Constitución y con otro 155, lo que dejaría a Sánchez sin los votos del PDeCAT y de ERC en el Congreso y con Podemos como único apoyo parlamentario.
Con la Generalitat empeñada en detectar nuevos agravios para engordar el voto soberanista y con Torra entregado a la partitura de Puigdemont, al Gobierno ya habiendo expirado el verano y el periodo de gracia no le resultará sencillo soslayar la ofensiva del bloque constitucionalista ni hablar sin más de normalidad institucional o diálogo.
Un síntoma de que empieza a acusar la presión por su condescendencia con el independentismo ha sido el cambio de criterio sobre la defensa del juez Llarena ante la justicia belga como consecuencia de la demanda que le interpuso Puigdemont. En menos de una semana ha pasado de hablar de "actos privados" del magistrado a hacerlo de la "defensa de nuestra soberanía jurisdiccional", después de que durante varios días diferentes asociaciones de jueces y fiscales así como distintos partidos reclamaran al Gobierno que asumiera la defensa del magistrado.
Con estos mimbres y los que quedan por llegar, ya no es sólo la oposición sino también algunos socialistas los que se preguntan si de verdad ¿hay partido? y si Sánchez está dispuesto a jugarlo hasta el último minuto de 2020. Veremos...