Esperando a Susana como a Godot... en el PSOE del absurdo
El escrito de Carme Chacón, que tira por tierra el procedimiento de elección del secretario general del PSOE, tiene múltiples lecturas. La más extendida es que jamás hubiera escrito un texto tan virulento contra la consulta y el congreso extraordinario si Susana Díaz tuviera intención de participar en el proceso. La pregunta es si hay ya pacto entre ambas para las futuras primarias.
¿Y si esto acaba como en Esperando a Godot?
¿Y si ese coro de poder orgánico anhela en vano -como Didi y Gogo en la obra de Samuel Beckett- la llegada de una Susana Díaz que nunca llegará? Pues que entonces todo habrá sido, como en el texto del Nobel de Literatura, una pieza más del teatro del absurdo. No lo descarten. La presidenta de Andalucía igual no recorre la alfombra roja que le llevaría de San Telmo a Ferraz. Si hubiera sido por aclamación, sí; pero con competencia y con el partido abierto en canal, hay dudas. Lo último que baja por las procelosas aguas del socialismo es que la baronesa no quiere contaminar a Andalucía en esta sinrazón ni verse afectada por el tsunami de un congreso del que el PSOE salga peor de lo que ya salió del de Sevilla hace dos años y medio. Quiere mantener intacta y alejada de contaminación la fortaleza política e institucional que la otorga la Junta.
Así que todos los secretarios generales -excepto los de Extremadura, Asturias y quizá Castilla-La Mancha- que, como en la obra del dramaturgo irlandés, volcaron en ella todas sus esperanzas para encontrar un sentido a sus vidas (orgánicas, claro), quedarían retratados una vez más en la estampa de una componenda que no pudo ser, la que orquestaron, con Zapatero de maestro de ceremonias, algunos viejos del lugar como Felipe González y José Bono, entre otros. Todo con la aquiescencia de un sector importante del Consejo de la Competitividad, la inestimable ayuda de algunos gurús de la comunicación y la inigualable colaboración de los Men in White, siempre prestos a bucear por las "alcantarillas" del socialismo. Ese José Blanco que invocó el nombre de Susana Díaz sin que ella lo supiera para convencer a los barones de que salieran en tromba a apostar por la andaluza como única solución; ese Antonio Hernando que dijo llamar en nombre de un Rubalcaba que montó en cólera cuando supo de la torticera utilización; ese Óscar López que forzó la dimisión de media Ejecutiva de Castilla y León en busca de un acomodo en el poder territorial antes de que el próximo secretario general le corte la cabeza... Todo muy de un PSOE en el que algunos, los de siempre, no han entendido que deben cambiar las formas si de verdad desean una nueva relación entre el partido, sus militantes y la sociedad. Un cambio profundo para superar un modelo exangüe al que muchos se aferran.
Si Esperando a Godot se estrenó después de la II Guerra Mundial, en un París en el que los ánimos estaban por los suelos y en un clima de desconfianza en el que la gente se sentía desubicada, qué decir del Esperando a Susana de este PSOE hundido en la depresión más profunda tras una debacle electoral sin paliativos y donde todos se miran de reojo. La duda es si la escena es horriblemente cómica o tremendamente amarga. Más bien lo segundo. Porque desactivada la aclamación de Susana Díaz en un congreso extraordinario donde sólo voten los delegados, ahora empieza lo peor.
Una Ejecutiva Federal de alto voltaje en la que todos miran expectantes a Andalucía aprobará hoy, salvo sorpresa, una consulta previa no vinculante en la que los 220.000 militantes decidirán una semana antes del congreso extraordinario a quién quieren de secretario general. Y nadie se atreverá en ese cónclave del 19 y 20 de julio a llevar la contraria a los afiliados. Así que, como Madina ha sido el primero en apuntarse al procedimiento al que condicionó su candidatura, y Andalucía no querrá pasar a la historia como la federación que quiso quitar la voz a los militantes, ya han empezado las presiones para que el secretario general del Grupo Socialista busque el entendimiento con la federación más poderosa del PSOE. Entente que pasa, claro, por un reparto del poder orgánico. Si Madina forzó el procedimiento para evitar un cambalache orgánico que aupara a Susana Díaz al liderato, es difícil que se preste a una operación a posteriori en la que Andalucía tenga el control de Ferraz y vea cumplidos sus deseos de que en el próximo año el PSOE tenga un secretario general en situación de interinidad. "Si no hay entendimiento con Andalucía el problema no será de legitimidad, pero sí de estabilidad", augura uno de los barones más influyentes del PSOE.
Porque ningún escenario estará exento de problemas. Imaginemos que en la consulta a la militancia con competición de Madina, el diputadoPedro Sánchez y el miembro de Izquierda Socialista, José Antonio Pérez Tapias, se impone el vizcaíno. E imaginemos también que el congreso federal ratifica, como será, la voz de la militancia. Ese cónclave tendrá que aprobar una dirección federal, propuesta por el secretario general, pero votada sólo por los delegados y no por la militancia. Primer choque de legitimidad. Imaginemos, además, que el nuevo líder del PSOE convoca en noviembre, como se prometió, unas primarias abiertas a la ciudadanía para elegir al próximo candidato a las elecciones generales. Algo así como confrontar en cuatro meses el voto de los militantes con el de los ciudadanos. Sería el momento, en todo caso, de la revancha para Andalucía. Y también para una Carme Chacón, que estos días ha visto cómo salía de foco y volvía a Miami al grito de jugaré con dorsal propio en las primarias. La catalana se despedía ayer con una carta a las bases del partido en la que deslegitima tanto la consulta "no vinculante" como el congreso extraordinario y habla de "sucedáneo confuso e improvisado y fraguado fuera de las reglas y los órganos legitimados del partido". Sucedáneo que, por cierto, ella apoyó para el PSdG. "La gente quiere soluciones y quiere apertura", dijo entonces para avalar un procedimiento que ahora desprecia.
El escrito de la exministra, que tira por tierra el procedimiento, tiene múltiples lecturas. La más extendida es que jamás hubiera escrito un texto tan virulento contra la consulta y el congreso extraordinario si Susana Díaz tuviera intención de participar en el proceso. La pregunta es si hay ya pacto entre ambas para las futuras primarias.
¿Es o no el PSOE lo más parecido al teatro del absurdo? Lo dicho: como en Esperando a Godot, lo del socialismo español es una metáfora perfecta sobre el misterio del hombre moderno y su desazón. Esperando, siempre esperando mientras la vida pasa de largo... y los progresistas claman por otro PSOE.