Cristina Narbona: "No veo próxima una mayoría alternativa para sacar al PP de la Moncloa"
Entrevista con la presidenta del PSOE
Cristina Narbona (Madrid, 1951) no habla, susurra. Y no memoriza argumentarios, sino que argumenta. Eso, en la nueva política, ya es mucho. Jamás tiene un mal gesto ni una mala palabra y, aunque en la última batalla del PSOE estuvo, como todos, de un lado, nunca se le ha escuchado crítica o descalificación alguna hacia un socialista.
Quien fuera Ministra de Medio Ambiente, embajadora ante la OCDE y consejera del Consejo de Seguridad Nuclear vuelve ahora a la primera línea de la mano de Pedro Sánchez. Nada más y nada menos que para presidir el partido, una cargo que no es ejecutivo, pero tampoco será honorífico. Su principal motivación: que la transición ecológica de la economía se convierta en seña de identidad de su partido, que la socialdemocracia se aparte de los postulados de la derecha en los que se acomodó durante años y que el PSOE recupere la unidad y el Gobierno de España. Si tiene que ser acompañado de otras fuerzas de izquierda, que así sea. Por algo es una convencida de que es necesario buscar puntos de entendimiento con Podemos.
¿Se ha estancado o se ha disparado el PSOE con el regreso de Pedro Sánchez? ¿Con qué encuesta de las publicadas recientemente se queda?
Con ninguna de las dos porque las encuestas han perdido bastante credibilidad. Si nos hubiéramos fiado de las encuestas no estaríamos hoy hablando en las circunstancias en que lo hacemos.
Y más allá de los cien días de gracia, ¿hasta cuándo cree que durará la épica de Sánchez?
La épica hay que traducirla ahora en acciones concretas, y eso es lo que hemos comenzado a hacer, fijar posiciones en el debate parlamentario, establecer relaciones con otros grupos en el Congreso... Hay que pasar del relato a la acción.
La acción ha supuesto que Margarita Robles pidiera perdón al Grupo Parlamentario por el cambio brusco de posición respecto al CETA, ¿en qué se han equivocado?
Coincidió la llegada de la nueva dirección al grupo parlamentario con una votación que se llevo a cabo esa misma mañana, donde todavía nuestro diputado mantuvo una posición diferente de la que se había establecido. Tanto las propias declaraciones de Pedro Sánchez a lo largo de la campaña, como en distintas reuniones con diferentes sectores, hubo ya una posición crítica frente al CETA, y después, durante el Congreso Federal, en el debate de la ponencia marco, la enmienda no solamente eliminaba la alusión a lo bueno que era el tratado CETA, sino que había bastantes párrafos con la explicación de por qué nos hemos abstenido, de por por qué estamos a favor de la globalización, pero no de esta globalización. Sin ninguna duda el tiempo nos jugó en ese sentido una mala pasada, porque anunciamos que no íbamos a apoyar al CETA cuando estábamos recién posicionados al respecto.
¿Por qué las Comunidades Autónomas del PSOE podían ajustar hace seis meses el gasto y ahora, no?
Han cambiado las circunstancias porque la economía está creciendo y por tanto no está en absoluto justificado un incremento en el techo de gasto como el que propone el Gobierno. Venimos de muchos años de restringir mucho la capacidad de actuar, en particular en el caso de las CCAA que tienen todo el peso de las políticas sociales. No discutimos, en absoluto, que haya que cumplir con el déficit, lo que discutimos es que toda la carga se sitúe en la reducción del gasto, y no en el aumento de los ingresos. Además hacemos propuestas concretas al respecto que permitirían perfectamente tener un techo de gasto más elevado y con ello recuperar, al menos parcialmente, por ejemplo la calidad de los grandes servicios públicos, de la educación, la sanidad, que se han deteriorado muchísimo durante los años de crisis. El Partido Popular sigue instalado en que la economía crece, y los resultados de ese crecimiento no benefician a los más vulnerables, y ahí no podemos estar de acuerdo.
¿En qué ha madurado Pedro Sánchez?
Creo que en muchas cosas, porque una experiencia tan dura como la que él ha sufrido no suele dejar a nadie indiferente. Creo que él va a acentuar la comunicación. De hecho, nuestra posición sobre el techo de gasto nace de un diálogo intenso con nuestros responsables de Hacienda de todas las CCAA, también con el presidente de la FEMP, Abel Caballero. Tendrá, por lo tanto, esa capacidad de diálogo que quizás no fue lo suficientemente intenso y fructífero en la época pasada. Esa es una de las cuestiones a las que yo creo que tenemos que contribuir todos, a que el diálogo sea una herramienta de nuestro trabajo.
Si es cierto que Sánchez pretende la unidad del PSOE, ¿por qué tienen la sensación algunos barones de que se están impulsando desde Ferraz algunas candidaturas alternativas a los actuales secretarios generales en varias federaciones?
Lo primero que hay que distinguir es la responsabilidad orgánica de la institucional, ser responsable como secretario general en un territorio de ser presidente de un gobierno autonómico. No necesariamente tienen que coincidir las dos figuras. Incluso, en mi opinión personal, algo de bicefalia no nos vendría mal para que los responsables en estos momentos de dos tareas distintas -la institucional y la orgánica- pudieran tener mayor dedicación a cualquiera de estas funciones. Pero a lo que estamos asistiendo es a algo que surge desde la propia militancia. Nosotros no estamos impulsando a ningún candidato, los candidatos los impulsan, y los deben impulsar, los militantes. En algunos lugares parece tener más recorrido que en otros, pero en todo caso, lo que nosotros queremos es que vaya calando es ese modelo de partido diferente del anterior donde los militantes tengan realmente un protagonismo muy importante a la hora de decidir sus líderes.
¿Y por qué va a funcionar hoy una bicefalia que hace 20 años llevó al PSOE a una de sus más graves crisis políticas?
Han pasado muchos años, efectivamente, y creo que un partido renovado también requiere líderes muy entregados a su función y a rendir cuentas de forma sistemática. Si hay algo que que se nos demanda desde la sociedad en su conjunto, pero también desde la propia militancia, es que quienes tienen responsabilidades orgánicas o institucionales estén dando explicaciones de una manera muy continuada sobre las decisiones que se toman, y que estén en contacto con la ciudadanía y los militantes mucho más que antes. Yo diría que lo que ha cambiado es que la sociedad reclama a los políticos que ejerzan su función de una manera muy diferente a la del pasado, donde había una gran delegación de confianza, que era posiblemente era más cómoda desde el punto de vista de la tarea cotidiana. Ahora estar en política es mucho más exigente para dar respuesta precisamente a esa desafección que se ha ido creando en contra de los políticos y de la cual no es ajena en absoluto la militancia del PSOE.
¿La victoria en avales de Ximo Puig frente a Rafa Gacía no es entonces una derrota de Sánchez en su nuevo pulso con los barones?
Yo no lo considero ni una victoria ni una derrota porque, recordemos, hemos tenido el ejemplo claro de cómo se pueden sacar más avales que votos. La última palabra la tiene que tener el militante cuando vota libre y en secreto. Y cuando desarrollemos de manera reglamentaria las propuestas que llevemos en nuestra convención marco, ajustaremos también esos procesos previos a las primarias, cómo se consiguen los avales y cómo evitar que los militantes se puedan sentir inclinados en una opción.
¿Qué queda del viejo PSOE con los nuevos Estatutos?
Lo más importante es qué queda de los valores básicos del PSOE: los que identifican al partido como una alternativa a la derecha, basada en la lucha contra las desigualdades, la libertad, la justicia social y la solidaridad. Eso es lo que siempre tiene que quedar, aunque adaptándonos a la realidad actual, por ejemplo en materia de calidad de la democracia. Hoy, ser militante no puede significar lo mismo que hace 20, 30, 40, 50 años, porque los desafíos a los que nos enfrentamos son también diferentes: economía digital, robotización, cambio climático, grandes migraciones... Todo eso hace unos años no se contemplaba como parte de un proyecto político.
¿Y no cree que el nuevo cuerpo jurídico del que se ha dotado el PSOE supondrá la demolición de la democracia representativa?
Yo no diría demolición, sino perfeccionamiento; esa parte de nuestros órganos que sigue funcionando por la vía de la representación debe tener más mecanismos de rendición de cuentas y de vinculación con la ciudadanía, en este caso con la militancia.
¿No está haciendo entonces Sánchez un PSOE a su medida?
A mí me parece que ha habido mucho debate en cuanto al proyecto político. Habrá un antes y un después del 39 congreso. Por eso se habla de un nuevo PSOE, no tanto porque haya un secretario general que por cierto lo fue ya, sino porque hay determinadas líneas de orientación política que pretendemos que nos diferencien claramente de una socialdemocracia que, a lo largo de los años y no solo en España, se ha acomodado claramente a los postulados de la derecha. Hay otra seña de identidad nueva que es la la necesaria transición ecológica de la economía, y esa es la razón por la que yo he aceptado ser presidenta de la comisión ejecutiva federal. No tiene carácter ejecutivo, pero supervisaré que esa seña de identidad se desarrolle de la mejor manera posible en todas las áreas de trabajo.
¿En el nuevo PSOE no caben quienes han tenido la más alta responsabilidad orgánica como los ex vicesecretarios generales o los secretarios de Organización? No podemos olvidar cómo se llegó al 39 Congreso. Ha habido una situación de una enorme tensión dentro del partido y si uno piensa en ello, creo que cobran mucho más valor los gestos que se han hecho de integración. Es inédito que se siente en la Comisión Ejecutiva Federal un rival del secretario general. Que yo recuerde eso no ha pasado jamás, y sin embargo tenemos a Patxi López con nosotros, tenemos a Guillermo Fernandez Vara, que apoyó a Susana Díaz presidiendo el Consejo de Política Federal... En fin, hay gestos que tienen a mi juicio mucho valor, sobre todo si los vemos en perspectiva de cómo se desarrollaron los tiempos anteriores a este congreso.
Si Patxi López puede estar en la Ejecutiva, ¿por qué no puede estar Susana Diaz?
Creo que ha habido un diálogo con Patxi López que ha llevado efectivamente a esta posibilidad, ¿no?
¿Comparte la sensación de parte de la militancia de que Felipe González se ha aburguesado en los últimos tiempo y que Zapatero ha perdido el norte con tanta sobreexposición en las primarias?
No voy a calificar en ninguno de los dos casos las actitudes de dos personas a las que respeto muchísimo y que tienen en su haber muchísimos logros como responsables de gobiernos socialistas. Cada uno juega un papel a lo largo de la historia. En estos momentos, ambos no están en el imaginario colectivo que ha dado lugar a este congreso y a esta nueva dirección, peor eso no les quita ni un gramo de valor a su trabajo y a su tarea anterior.
Usted ha pasado ahora a ser referente de este partido, ¿cuáles son los suyos?
En mis referentes he contado siempre precisamente con los dos presidentes del gobierno, tanto Felipe González, con quien fui secretaria de Estado como con Zapatero, con quien fui ministra y embajadora. Para mí son referentes de muchas de las conquistas que hemos logrado. Y en esa categoría siguen siendo mis referentes. Lo que pasa es que tenemos que mirar hacia adelante y en estos momentos en la que se ha generado en torno a Pedro Sánchez hay muchas personas por las que siento un enorme respeto y admiración. En primer lugar, por mi propio secretario general, que ha demostrado un alto grado de resiliencia, que significa no sólo resistir, sino resistir y reaccionar... ¡Impresionante!
Con Pedro Sánchez fuera del Parlamento, ¿Pablo Iglesias tiene una pista libre para hacerse con el liderazgo de la oposición parlamentaria?
El liderazgo no tiene tanto que ver con que Pedro Sánchez esté o no en el Parlamento sino con qué iniciativas planteamos en el Parlamento. Tenemos además una magnifica portavoz y un equipo de portavoces que van a desarrollar las iniciativas que se decidan desde la dirección del partido. El hecho de no estar en el Parlamento no impide en absoluto que las iniciativas del PSOE puedan tener recorrido y, de hecho, ya están sucediendo.
¿De quién se fía más, de Albert Rivera o de Pablo Iglesias?
A los dos les otorgo confianza como líderes políticos. Entiendo que representan posturas distintas, también de la nuestra. Pero creo que existen espacios de encuentro, como se ha visto además esta última semana después del contacto de Pedro Sánchez con ambos y de los que han salido horizontes de trabajo. A mí eso me parece lo fundamental.
¿Horizontes de trabajo que pueden consolidar sumar en esta legislatura una mayoría alternativa que saque al PP de La Moncloa, o sólo se está abonando el terreno para después de las próximas elecciones?
A mí me parece que eso no está en el horizonte próximo. Lo que tenemos es el día a día en las iniciativas concretas. Y ahí es donde yo veo que, a pesar de la mecánica de vetos entre Podemos y Ciudadanos, estamos sacando cosas adelante donde los dos partidos también intervienen de manera coincidente con nosotros.
Cambiando el tercio, ¿por qué cree que el PSOE es el único partido nacional que no tiene una voz única ante el problema catalán?
Lo que hemos aprobado en la ponencia marco es el carácter plurinacional del Estado español con una sola soberanía, y por lo tanto manteniendo la integridad del Estado tal y como está en la Constitución Española. Esa es la que compartimos además con el PSC, y es la que nos va a guiar. Será nuestra línea de trabajo y además creo que tiene muchos antecedentes a lo largo de la historia en cuanto a definir España como una nación de naciones. Hay innumerables ejemplos, incluso recientes, de personas como el propio Felipe González o, más atrás, como Gregorio Peces Barba. Hay que saber distinguir nación desde el punto de vista político de nación desde el punto de vista de identidad, de historia, de lengua. El Consejo de Europa reconoce muchas naciones sin Estado, y por lo tanto sin el contenido jurídico que es el que crea tensión.
¿Usted es más de ley y orden o de dar un paso más que supere la Declaración de Granada?
Creo que hay que avanzar en un diálogo que lamentablemente no se ha producido entre el gobierno de la Generalitat y el de Rajoy. Nosotros vamos a seguir insistiendo en que ese diálogo tiene que llegar a evitar una situación extrema el próximo 1 de octubre.
¿Queda tiempo?
En política, hasta el último segundo hay margen para que las cosas no desbarren. A nosotros nos parece que la posición de la Generalitat no es aceptable, todos nuestros alcaldes en Cataluña han acordado no apoyar ese referéndum que consideramos ilegal. Ley y orden por supuesto, pero también un esfuerzo de diálogo, de construcción de un proceso que antes o después será un proceso de reforma de la Constitución Española.
¿No cree que es un poco tarde para la España federal que defiende el PSOE?
A mí no me parece en absoluto que sea tarde. Y hay muchas cosas antes... Hoy, por ejemplo, tomábamos nota de que la reforma de la financiación autonómica lleva cuatro años paralizada. Bueno, hay cosas que incluso antes de hablar de una reforma de la Constitución, que es un proceso que requiere un gran consenso parlamentario, deberían de haberse puesto sobre la mesa y no se ha hecho.
Si lo que ocurra en Cataluña el próximo 1 de octubre acaba siendo una reedición del 9-N, ¿habrá que actuar judicialmente o hacer caso omiso a un acto de expresión ciudadana?
Pues yo creo que hay que esperar a ver qué sucede. Porque insisto, aunque parezca una fecha que está muy próxima, tenemos que intentar evitar que en esa fecha se produzca lo que de momento es un anuncio y no un acto jurídico.
¿Están manteniendo conversaciones con el independentismo para evitar el choque de trenes?
Acabamos de estrenarnos como dirección y no ha habido, hasta ahora, una relación con otras fuerzas distintas más que las que, con luz y taquígrafo, se vieron la semana pasada en el Congreso. Yo creo que está todo por construir porque el diálogo, hasta ahora, ha brillado por su ausencia.
¿Ve a los independentistas sentándose en una comisión o subcomisión parlamentaria como la que pretende impulsar Sánchez antes del 1 de octubre?
Quisiera verles en una actitud muy diferente de la que están. El Partido Demócrata de Cataluña, lamento decir, está dando un espectáculo muy poco edificante en términos políticos. Lo ideal sería que estuvieran dispuestos a hablar de alternativas a lo que ellos califican como la única solución posible: un referéndum para la independencia. Es una postura excesivamente rotunda y que además se pretende hacer, al menos por parte de algunos, al margen de la legalidad. En ese sentido me parecen muy interesantes las declaraciones de Ada Colau, señalando que no aceptaría un referéndum con esas características. Yo creo que el Partido Socialista no está solo en este desafío de los independentistas y creo que podemos llegar, efectivamente, a una solución distinta de la que ahora todo parece indicar conforme nos vamos acercando a un fecha fatídica. Espero que no sea así.
¿El rey debería mojarse en el asunto catalán?
Creo que a Felipe VI el problema que se ha generado en Cataluña le preocupa. Ha visitado Cataluña con cierta frecuencia durante estos últimos dos años y se le ha visto establecer vínculos con la sociedad catalana. Me parece una actitud muy interesante por parte de la Corona.
Sin embargo, en su discurso con motivo del 40 aniversario de la Constitución, asumió más bien el discurso conservador de la derecha en este asunto.
Además de ese discurso, también hay que ver los gestos que el rey ha hecho y que sigue haciendo. Yo al menos les doy valor y esa aproximación, quizás más de carácter personal pero también institucional, a la sociedad y a los legítimos representantes de los catalanes, con quienes ha estado muy frecuentemente en estos últimos tiempos.
Si Juan Carlos I legitimó su reinado con la Transición y tras el 23F, ¿Cataluña debiera servir para que Felipe VI legitime el suyo?
Quien contribuya a la solución del encaje de Cataluña en España, sea quien sea, partidos, instituciones o personas con nombre y apellido, tendrán sin ninguna duda un hueco en la Historia.