Yaiza, víctima de abuso infantil: "No son violadores de callejón, están en nuestras casas"
La joven empresaria y 'youtuber' evoca su vida tras haber sufrido abusos sexuales a los 4 años.
Yaiza tiene 29 años y desde hace más de siete meses está cumpliendo su sueño de vivir en una autocaravana. Fundó su propia empresa de juguetería erótica hace más de cuatro años años y abrió un canal de Youtube en 2015 donde narra parte de su vida a casi 400.000 suscriptores, junto a su compañero Jordi, con el que lleva nueve años, y su perro Toxas. Puede parecer una vida sencilla pero en ningún caso es cómoda. Esta joven emprendedora dedica también parte de su vida a prevenir contra el machismo y los abusos no lo ha tenido siempre fácil. Entre otras dificultades se ha encontrado con la de aceptar que sufrió abusos sexuales por parte de un familiar durante su infancia. “No es mi historia, pero forma parte de ella”, asegura desde la casa con ruedas donde ha pasado todo el confinamiento.
Su caso es un ejemplo de los que el Gobierno pretende evitar con la nueva Ley de Protección a la Infancia y la Adolescencia. Yaiza sufrió abusos entre los 4 y los 7 años de uno de sus primos, diez años mayor. “De pequeña no era consciente de lo que pasaba, había algo que no me hacía sentir bien, que me incomodaba y no me gustaba”, explica. Pero hay un patrón que se repite en las relaciones de abuso: “El agresor te manipula para que mantengas el secreto. Si lo cuentas dejará de quererte, se enfadará contigo... Amenaza con cualquier represalia para asegurarse de que vas a estar en silencio. Se las saben todas”.
A sus cuatro años, Yaiza “no sabía diferenciar lo que estaba bien y lo que estaba mal” y eso le ha llevado a arrastrar la culpa incluso más de 20 años después. Con 18 rompió el silencio y se lo contó a sus padres: “Era la primera vez que le ponía palabras. Me enfadé con mi madre y lo solté como quien dice que va a comprar el pan”. Ahí empezó una nueva pesadilla: la de ser es consciente y verbalizar esta parte de su infancia.
“No nos ponemos en la situación del niño”
Yaiza es fundadora y CEO de la plataforma Somos Estupendas que, entre otras cosas, ayuda a víctimas de abuso. De este equipo también forma parte Clàudia Filella, una psicóloga experta en abuso sexual infantil. Escucha a Yaiza y asiente con la cabeza: “Entre un 80% y un 90% del abuso sexual infantil se comete en entornos de confianza o de familia y los niños no pueden entender lo que está pasando”. Sobre el sentimiento de culpabilidad, señala que es común entre las víctimas: “Es fácil sentirse así”.
La experta apunta que es de vital importancia que los adultos hagan pedagogía, porque el 90% de los niños que sufren abuso sexual no lo cuentan durante su infancia: “Tenemos que crear espacios de confianza para que puedan contar lo que pasa a alguien cercano. Si no, la culpa de la dinámica abusiva y el secreto hace que se callen y que no quieran hablar”.
“Es durísimo”
Yaiza esperó a ser mayor de edad para contarlo. “Es durísimo”, admite. “Mi madre, con toda su buena fe, lo compartió con todas sus hermanas y se encontró seis puertas que se cerraban: sus hermanas, la mayor parte de sus primos...”. Por eso ahora la joven no tiene relación con nadie de su familia. “Porque qué mala soy por compartir algo así”, ironiza. “Lo conté en un vídeo que se viralizó muchísimo y se lió muy gorda”.
Tanto es así que Yaiza asegura con dureza que “de toda la historia de los abusos, lo mejor fue la etapa de haberlos sufrido”. “Todo lo que viene después es tan devastador y doloroso a nivel personal y familiar, lidiar con la injusticia de tener que ser yo la que agache la cabeza”, lamenta. Hace más de 10 años que rompió su silencio y más de 20 que sufrió abusos y sigue teniendo a su familia en contra. “No es sólo lo que yo he perdido, sino tener que ver a mi madre lidiar con algo así”, se queja.
Una segunda victimización
Clàudia llama a esta etapa la “segunda victimización”. “Pasa cuando se revela a la familia o cuando nos sometemos a un juicio... La experiencia que uno vive cuando lo cuenta puede ser peor que la primera”, asegura la experta. De ahí la importancia de la terapia: “Uno de los temas más importantes es la respuesta de la familia y el entorno, porque precisamente esto puede ayudar a que la persona cierre la herida”.
Yaiza lleva dos años de terapia. Está mejor, pero sabe que es algo que le acompañará siempre: “No vas a tener nunca una vida como una persona que no ha sufrido abusos. Así que lo integro, lo acepto y lo llevo con las herramientas que me han dado durante el proceso terapéutico”. Admite, con todo, no estar “boyante”. “Ahora puedo hablar de ello sin quedarme rota pero, según lo cuento, siento como mi cuerpo se acelera, me da ansiedad... Siento que en mi organismo saltan alarmas y me genera malestar”, explica.
Actualmente, donde más lo está notando es “en el campo sexual”. “Me afecta muchísimo a pesar de llevar nueve años en una relación. Es mi gran lastre. Pero si me preguntas en qué me afectan los abusos te respondo ¿en que no afectan los abusos?”. A fecha de hoy sigue “trabajando cosas que resuenan” en su cabeza: “Lo sufres en la autoestima, el control, a nivel sexual, en las relaciones sociales, en la confianza... De verdad, es infinito”. A eso le suma los dolores físicos: “Dolor de tripa continuo, nudos en la garganta...” . Según Clàudia son reacciones comunes a este tipo de violencias.
El problema de denunciar
Ambas celebran la nueva propuesta del Gobierno, cuya medida estrella es que este tipo de delitos empiecen a prescribir cuando la víctima cumple 30 años. “No vamos tarde, vamos tardísimo. Pero al final la ley que había antes no tenia sentido”, dice Yaiza. Aunque ella quiere visibilizar otro problema y es que “te enfrentas a todo un proceso judicial, con lo que eso significa para que al final te digan que no hay pruebas... ¿Cómo demuestras a los 30 que sufriste abuso sexual infantil? Esto forma parte de la fuerza de toda esta artimaña”.
A ese tipo de trabas se suma la relación con los abusadores. “No son un violador de callejón, están dentro de nuestras casas y son nuestros padres, abuelos, primos, tíos...”, explica la joven, que se refiere siempre en masculino porque “un porcentaje altísimo son hombres”. Por eso, señala, “hace falta concienciación desde los núcleos familiares, la educación, la Sanidad...”.
Clàudia también se alegra de esta nueva legislación que se debatirá en el Congreso. “Es cierto que la mayoría denuncia a partir de los 30, una vez están a salvo de su entorno y han podido empezar a hacer su vida”, explica. Además, no todo el mundo “puede recordar ni tiene las mismas herramientas” para trabajar en estos casos: “Es difícil pensar que a tus hijos no les puede pasar, pero mirando hacia otro lado no se soluciona nada”.
Crear un espacio seguro para hablar
“El silencio y el tabú no ayudan. Debe darse el respeto a los niños y saber que cuando dice que no a dar un beso o a mostrar afecto hay que respetarlo”, señala la psicóloga. Sobre los secretos, “hay que decirles que un secreto es bueno cuando si te lo cuentan o lo experimentas te sientes bien pero un secreto es malo cuando no es divertido o te hace sentir triste. Estos mensajes son muy importantes y con terapia y recursos se puede salir”.
Pero no siempre hay recursos. Yaiza ha salido y señala haber “tenido mucha suerte”: “Mi núcleo familiar me apoya y me quiere, una pareja que me da amor y me sostiene y medios económicos para llevar a cabo una terapia online. Pero mi realidad no es la de todos”. Afirma que sí, “hay esperanza después de los abusos”, pero no quiere invisibilizar otras realidades: “Si a mí con un entorno favorable me es difícil aún, imagina para quien no tiene los medios necesarios”.