Ya veremos, pero pinta mal
Y más si hacemos caso a esa conocida ley de Murphy que dice que todo lo que puede empeorar empeorará sin remedio.
Aunque era un tema menor, contestar a las felicitaciones de navidad y año nuevo, me negaba a hacerlo como en los años precedentes. Cómo iba a desear felices fiestas a nadie con una pandemia fuera de control; cómo iba a ser sincero y real un ‘prospero año 2022’ si todo parecía, y parece, indicar, que viene como un toro en San Fermín. En estos momentos ser realista es ser pesimista. Y más si hacemos caso a esa conocida ley de Murphy que dice que todo lo que puede empeorar empeorará sin remedio. Por donde quiera que uno mire la verdad es que no hay fundamento más o menos sólido para ser optimista.
Ya no es solamente el demonio del virus, cuyas sucesivas oleadas reciben el nombre de letras griegas, y de cuya evolución nada se sabe a ciencia cierta. Lo único que parece documentado por la estadística es que la última cepa es más contagiosa pero menos mortal que las anteriores, y que eso podría indicar un proceso que terminaría en una especie de otra gripe estacional.
Veremos; porque otro motivo para la preocupación es comprobar la fuerza, minoritaria pero muy ruidosa, del movimiento antivacunas que, encima, tiene como secuela medio irracional y medio friki el ‘abajo las mascarillas’. Los contagios se han salido de madre, la presión hospitalaria tiene a la sanidad al borde del colapso, y las UCI vuelven a estar desbordadas.
Bueno, también el volcán de La Palma parecía que nunca iba a acabar y acabó, después de varios síntomas contradictorios. “El problema es que no podemos saber con toda certeza lo que ocurre cientos de kilómetros bajo tierra …”, me decía un científico en las faldas del cono en Cabeza de Vaca. Ese día habían parado las explosiones y solo salía vapor. Por la noche volvieron los ríos de lava. Pero ya hoy los vecinos vuelven a entrar en sus casas, mientras la maquinaria pesada abre caminos entre las coladas; y se trabaja sin descanso para construir viviendas y recuperar fincas de plátanos.
Hay un dato que asombra a las brigadas y a los propios científicos: ya se sabía que el pino canario resiste bien al fuego, pero es que ahora, a pesar de que su tronco y sus ramas estén cubiertas de lava seca… están rebrotando. Ya hay brotes verdes que rompen el negro amarronado que aún huele a azufre. Como en aquél poema de Machado, “al olmo viejo, hendido por el rayo,/ y en su mitad podrido,/ con las lluvias de abril y el sol de mayo/algunas hojas verdes le han salido”, que el PSOE usó como metáfora de su resurrección tras la dictadura. Ésa si es una buena señal.
Pero por el Este de Europa vuelven las amenazas que podemos llamar clásicas, a estas alturas de la historia, y que no invitan a creer en un año tranquilo. Putin ya no oculta su geoestrategia: cada paso que da es como el reguero de miguitas de pan que iban dejando Hänsel y Gretel en el bosque. Tiene en su mente la doctrina Breznev de la soberanía limitada, un colchón de estados títeres que forme un área de seguridad bajo el mando supremo del Kremlin. Y mutatis mutandis un gran acuerdo con las democracias para volver a repartirse zonas de influencia. Una vuelta al colonialismo.
La crisis en Kazajistán en el fondo es como aquél proverbio, que incluso utilizó Franco, aunque no se sabe qué significado le quería dar, al conocer el asesinato de su delfín Carrero Blanco, “no hay mal que por bien no venga”. Las revueltas populares por el aumento desorbitado del precio de los combustibles fueron disueltas a palos y tiros por el régimen postsoviético, que pidió ayuda a Moscú. En el recuerdo tenemos que tener los aplastamientos parecidos en Hungría, en 1956, y en Praga, en 1968. Cantos del cisne rojo. Sobre todo la intervención del Pacto de Varsovia en Checoslovaquia rompió el monolitismo de la mayor parte de los PC europeos. En Berlín cayó el muro sin tanques.
Después de un constante intervencionismo ruso en antiguas partes de la URSS (Georgia, Chechenia, Tayikistán, la anexión por la fuerza bruta de Crimea, las amenazas contra Ucrania…el uso de mercenarios para hacer parte del trabajo sucio) los socios díscolos de la Unión Europea deben tomar buena nota. Sobre todo los húngaros y los polacos deben entender que su futuro en libertad depende de una Unión Europea unida y sólida, sin fisuras ni perendengues.
Volver a gamberradas diplomáticas como la ‘carta’ a favor de Bush hijo y de la guerra de Irak patrocinada por Toni Blair, José María Aznar y Durao Barroso a la que se adhirieron varios dirigentes recién llegados del Este, aún con el pánico en el cuerpo, que rompió la naciente política exterior y de seguridad común es hoy una temeridad suicida.
Desde hace años tropas rusas de tierra, mar y aire, presionan en el norte a Polonia y los bálticos. Unidades de vigilancia y disuasión de la OTAN, en las que participa España, afrontan frecuentes incidentes, en el peligroso juego del gato y el ratón que tanto gusta a Putin. Se trata de mantener la tensión desde Ucrania al mar del Norte. Eso sí: es una excelente ocasión para que los euroescépticos y los soberanistas ‘retro’ entiendan que ante los desafíos que tiene el mundo por delante Europa debe mantener su proceso unitario con firmeza. Sin dar un paso atrás, como decía Fidel Castro, “ni para coger impulso”.
Del famoso concepto de la ‘guerra asimétrica’ –fuerzas regulares contra grupos yihadistas, por ejemplo– se ha pasado a la ‘guerra híbrida’ o, para mí, ‘guerra invisible’, mucho más ‘confusa, profusa y difusa’.
Aunque algunos le dan la paternidad al bielorruso Lukasenko, al utilizar a migrantes desesperados lanzados contra la frontera polaca como ‘carne de cañón’ para sus objetivos en política exterior, presionar a Bruselas, la verdad es que fue el gobierno marroquí, o sea, el Rey Mohamed VI, en última instancia, el que puso de moda esta variante en mayo pasado con una ‘invasión’ programada en Ceuta, de entre dos mil y tres mil súbditos, en gran parte menores.
¿Pueden los nuevos ‘protectorados’ rusos, de facto o ‘in mente’, ser un nuevo foco de refugiados ‘obligados’, en una maquiavélica operación de diseño, a presionar en las fronteras europeas para fomentar las crisis internas de las democracias? Los fantasmas de los años 30 están volviendo, con sus mismas mañas y discursos de odio.
Lo cierto es que el futuro está lleno de nubarrones. China penetra con fuerza en África para posicionarse en el mercado de materias primas, con enormes inversiones en un continente con futuro; Rusia presiona en varios frentes, con mercenarios o con un potente aparato de desinformación e injerencia cibernética enfocada a intervenir en procesos electorales o a dividir a la opinión pública occidental...
Y en el Magreb asistimos a una escalada armamentística y retórica entre una Argelia que no asume el cambio de época y que confía en una prórroga de la ‘guerra fría’, y un Marruecos lanzado a su modernización, social, territorial, política, diplomática y económica, y a un rearme de última generación, que lo convierte en actor principal en la ribera sur del Mediterráneo. A su vez Argelia y Marruecos ya huelen la amenaza yihadista en su espalda. El Sahel se ha vuelto incontrolable. Mali no resiste, y muchos comparan el desenlace en la zona con el abandono de Afganistán y la vuelta de los talibanes.
Más madera para la guerra híbrida. Todo indica que a medio plazo, si no hay un antídoto eficaz, se multiplique el tráfico de migrantes, en pateras, cayucos o camiones, rumbo a Europa. Unos 20.000 inmigrantes llegaron a Canarias en 2021. Una cifra similar cruzó el Canal y llegó al Reino Unido, provocando una grave crisis diplomática entre Londres y París… y Bruselas… Problemas en el este, problemas en el oeste, problemas en el sur, problemas en el norte…
El 29 y el 30 de junio la OTAN celebrará una cumbre en Madrid para elaborar su nuevo ‘Concepto Estratégico’. El Secretario General de la Alianza Atlántica el noruego Jens Stoltenberg anunciaba en febrero: “Si Rusia quiere chocar, la OTAN está lista; si quiere cooperar, estará encantada”.
La clave es saber qué nueva pieza moverá Putin en el entreacto para seguir distrayendo la atención de los rusos con el clásico ‘remake’ del cuento de los enemigos exteriores.