Ya no hay pretexto
La corta vida de los animales destinados a consumo no ha sido una preocupación primordial para las instituciones internacionales… hasta ahora.
La primera legislación sobre bienestar animal se adoptó en 1974. Y hace más de una década que se llevó a cabo la última revisión de la misma. Los últimos acontecimientos, crisis climática y salud mundial, han hecho evidente la transversalidad de los agentes implicados. La sostenibilidad, la salud pública, el bienestar animal y la seguridad alimentaria son partes integrales y conectadas de estos problemas y, por lo tanto, hay que preservarlas. Para ello, se necesita el compromiso de las instituciones para legislar por su protección. La UE ha sido consciente de ello, atendiendo a numerosas señales que le han llegado desde distintas direcciones.
La crisis climática ha alcanzado cotas de gravedad alarmantes y la UE ha puesto en marcha varios planes para frenarla. Una de las estrategias principales es el Pacto Verde europeo y su eje central, De la Granja a la Mesa. Consciente de que hay que tener en cuenta, entre otras cosas, todos los eslabones que conforman la cadena alimentaria, la Comisión Europea está llevando a cabo la revisión de sus leyes sobre bienestar animal, por ser parte integral y determinante de la sostenibilidad. Su intención es centrarse en el transporte y la cría, algo que las organizaciones que trabajan en este ámbito consideran insuficiente. Por ello, para no perder esta oportunidad sin precedentes y que se tengan en cuenta a todos los animales destinados a consumo y sus características, está en marcha la iniciativa No Animal Left Behind, impulsada por Eurogroup for Animals (de la que forma parte Equalia).
Paralelamente, en 2018, la organización Compassion in World Farming puso en marcha la iniciativa ciudadana europea (ICE) End the Cage Age, con la colaboración de más de 170 organizaciones, tanto nacionales como internacionales (de la que también forma parte la ONG Equalia). Durante estos tres años, ha logrado el apoyo indiscutible de los ciudadanos y ciudadanas, obteniendo más de 1,4 millones de firmas. Con estas cifras tan contundentes, la Comisión Europea anunció, hace unas semanas, que presentará una propuesta legislativa a finales de 2023 para prohibir el uso de jaulas en cualquier animal destinado a consumo. Gracias a este inconmensurable trabajo, se ha conseguido que el fin de las jaulas, con límite 2027, se incluya en el trabajo de revisión y renovación de la legislación europea en materia de bienestar animal. Una ley que afectará a más de 340 millones de gallinas, conejos, cerdos y otros animales para los que se emplean jaulas.
Para llegar a este punto tan relevante, conseguir poner el foco de la UE en los animales de consumo, han sido fundamentales las actuaciones de diferentes agentes. Por un lado, como decía, la voluntad política de legislar para mejorar la vida de millones de estos animales. Por otro lado, la manifestación de la ciudadanía a favor de unas prácticas más sostenibles y humanitarias en la obtención de alimentos. Y el compromiso voluntario de importantes empresas del sector de la alimentación en dejar de vender progresivamente huevos de gallinas enjauladas.
La información accesible es fundamental a la hora de tomar decisiones en los hábitos de consumo. Los consumidores y consumidoras tienen derecho a conocer cómo se han obtenido los alimentos que consumen. Este punto es una de las líneas de trabajo de la ONG Equalia. Su última iniciativa es la herramienta informativa MejorSinJaulas.org, donde se asigna a supermercados y a empresas alimentarias el código de colores de un semáforo, según su política respecto al uso o venta de huevos provenientes de gallinas enjauladas. La campaña ha tenido muy buena acogida, tanto por los clientes de estas empresas como por las propias empresas, que ven una oportunidad de dar a conocer su compromiso con la sostenibilidad, la seguridad alimentaria y el bienestar animal, y de alinearse con la progresión que ya han llevado a cabo más de 1.000 empresas alimentarias líderes en Europa, fijándose un plazo para utilizar únicamente huevos sin jaula o de gallinas camperas en sus operaciones. Muchas ya han completado el cambio. Un cambio que no parará hasta que se eliminen todas las jaulas de los sistemas de producción.