Ya hemos consumido todos los recursos que la Tierra tenía disponibles para 2018
Si el mundo viviese como vivimos en España, se necesitarían 2,3 planetas para abastecernos.
El 1 de agosto es el Día de la Deuda Ecológica de 2018, un punto en el calendario en el que comenzamos a consumir más recursos naturales de los que el planeta puede regenerar en un año.
Global Footprint Network, una organización internacional sin ánimo de lucro que investiga cómo administramos o no los recursos mundiales, señala que en los primeros siete meses de 2018 hemos destruido los recursos de un año (como agua, y fibras como el algodón) para producir desde los alimentos que comemos hasta la ropa que llevamos y el combustible de nuestros coches.
Hasta ahora nunca se había adelantado tanto el Día de la Deuda Ecológica. Fue en los años 70 cuando el consumo de recursos humanos empezó a sobrepasar lo que el planeta podría renovar en un año.
Mathis Wackernagel, CEO de Global Footprint Network, explica a la edición estadounidense del HuffPost:"De momento, podemos vivir con esta deuda ecológica utilizando los futuros recursos de la Tierra para gestionar la economía actual; en otras palabras, estamos haciendo un Esquema Ponzi con nuestro planeta. Podría funcionar por ahora, pero si nos endeudamos más, finalmente se derrumbará".
Wackernagel está seguro de que la humanidad saldrá de esta deuda. "La pregunta", dice, "es si lo hacemos por diseño o por desastre".
La deforestación generalizada, la escasez de agua dulce, el colapso de la pesca y la dramática pérdida de biodiversidad muestran algunas de las formas en que se nota el uso excesivo de recursos.
Hay un coste humano para todo esto, señala Michael O'Heaney, director ejecutivo del grupo de activismo ambiental The Story of Stuff.
"Cuando no vivimos en armonía con la capacidad de la Tierra para sostenerse a sí misma, la gente sale herida; se ve el colapso del ecosistema en lugares donde vive principalmente gente pobre, la gente del hemisferio sur", comenta O'Heaney.
Las investigaciones indican que, aunque los efectos del cambio climático se notarán en todas partes, los países más pobres son los que más sufrirán.
Y, pese a ello, algunos de los países más ricos son los que están creando la mayor deuda ecológica. Si la población mundial viviera como vive actualmente Estados Unidos, se necesitarían cinco planetas para mantener los niveles de consumo, de acuerdo con los datos de Global Footprint Network. En comparación, si el mundo viviera como India solo requeriríamos el 70% de la Tierra para mantener las demandas anuales de recursos.
A nivel global, estamos gastando los recursos naturales 1,7 veces más rápido de lo que los ecosistemas de nuestro planeta se pueden regenerar. Dicho de otra manera: nuestro planeta necesita 1,7 planetas en recursos.
Cuántas Tierras se necesitarían si la población mundial viviera como...
Global Footprint Network ha señalado varias formas posibles de minimizar la deuda ecológica, que van desde limitar el uso del coche a la mitad hasta reducir la intensidad de nuestra dieta (comiendo menos carne, por ejemplo), pasando por diseñar ciudades compactas y energéticamente eficientes.
"Este no es un problema individual de un consumidor", apunta O'Heaney. "Hay un problema sistemático aquí; tenemos un sistema que se come los recursos, crea productos que usa esos recursos, los escupe y hace que no sean sostenibles, los fabrica de modo que la gente los tire. Por ejemplo, el agua embotellada. Nos las apañábamos bien sin agua en botellas de plástico hace 25 años".
Como las empresas nos han convencido de que necesitamos cosas como agua embotellada, los gobiernos van haciendo cada vez peor su trabajo de proteger nuestros recursos naturales, sostiene O'Heaney.
Al final, dice el experto, la solución recae en hacer una transición desde la "economía de los dinosaurios" —que consiste en un consumo brutal de recursos y está potenciada por los combustibles fósiles— hacia economías que utilicen materiales sostenibles y se basen en energías renovables.
Este artículo fue publicado originalmente en el 'HuffPost' EEUU y ha sido traducido del inglés por Lucía Manchón y Marina Velasco